Permitirá conocer la estructura y la dimensión del ducto de lava, explican expertos
Gracias al desarrollo del muon-radiografía, los universitarios serán parte del sistema de vigilancia del Cenapred
Captará datos desde la punta hasta 2 kilómetros de profundidad
Martes 5 de enero de 2016, p. 2
Llegar al interior de un volcán no es sencillo. Menos aún cuando el coloso se encuentra en constante actividad y con posibilidades de que en cualquier momento ocurra una erupción. Por ello, científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) trabajan en un aparato para observar las entrañas del Popocatépetl y con ello conocer la estructura y dimensión del ducto de lava.
Un grupo de investigadores de los institutos de Física (IF) y Geofísica (IG) de esa casa de estudios construye un instrumento llamado muon-radiografía, con el que se inspeccionará el interior de Don Goyo. Gracias a eso, los universitarios serán parte del sistema de vigilancia del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) de manera permanente.
El líder del proyecto, Arturo Menchaca Rocha, del IF y ex presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), destacó que el detector busca hacer una radiografía, tener una imagen del ducto de lava, una zona de especial interés para los vulcanólogos, quienes hasta ahora cuentan sólo con las estaciones sismológicas instaladas en los alrededores para hacer modelos, suponiendo las dimensiones de la boca del volcán debido a que no es posible introducir ningún aparato para medirlo, por eso nos buscaron, porque con nuestra técnica sí se puede
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La actividad del volcán hoy día es moderadamente explosiva con exhalaciones, explosiones y lluvias de ceniza y arenilla, por lo que no se sabe cuándo podría tener expulsión de magma de carácter destructivo, de ahí que vulcanólogos y personal del Cenapred realicen una inspección constante de carácter predictivo, detalló la AMC.
En el equipo también colabora el actual presidente de esa academia, Jaime Urrutia Fucugauchi, quien es académico del IG y miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM.
Menchaca Rocha afirmó que el instrumento en el que trabajan seguirá la trayectoria de unas partículas elementales llamadas muones, las cuales permiten observar el interior de volúmenes grandes, como el volcán, al captar las diferencias de densidad de la montaña. Se estima que se detecta un muón por cada centímetro cuadrado cada segundo; en el caso del Popo en los lugares huecos habrá más presencia de esas partículas que en los sitios donde hay tierra y es a partir de esa información que se puede crear una representación del interior.
El muon-radiografía captará datos desde la punta del cono hasta dos kilómetros de profundidad. Aunque la altura total de la montaña es 5.5 kilómetros sobre el nivel del mar, la región de mayor interés para los vulcanólogos son los primeros dos.
Si funciona el proyecto, posteriormente se podría construir otro muon-radiografía para colocarlo en otro punto del volcán y tener la posibilidad de esbozar una imagen en tercera dimensión de la chimenea.
El científico del IF, especialista en rayos cósmicos, tiene experiencia con esta tecnología. Él construyó un detector de muones para conocer el interior de la pirámide del Sol en Teotihuacán. La diferencia, señaló, es que en ese experimento sí se pudo introducir el aparato por medio de una cámara que está debajo de la estructura para captar la entrada de rayos cósmicos desde la base. En el caso del Popocatépetl el detector se instalará a un lado a una distancia aún por definirse con el Cenapred.
Don Goyo se localiza en los estados de México, Morelos y Puebla, por su cercanía con varias metrópolis es quizás el volcán activo que representa el mayor riesgo en el país, por lo que es el más estudiado, aunque no el único, hay otros 13, también activos, a los que se les podría construir un detector adaptado a sus características topográficas. Si esta iniciativa funciona se podrían fabricar más dispositivos para analizar las particularidades geológicas de esos volcanes.
Información de la AMC indica que este proyecto recibe apoyo económico de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Se estima que el primer detector estará listo para instalarse en unos cinco años.