La idea de poseer ha cambiado y la tecnología genera nuevas formas de economía: experta
Domingo 20 de diciembre de 2015, p. 22
La crisis de un sistema capitalista en el que el consumo es el motor de la producción, aun a costa de agotar los recursos naturales y contaminar el planeta, ha dado lugar a un nuevo modo de pensar definido como economía colaborativa
, en el que la idea de poseer ha cambiado por la de compartir y en la que la tecnología ha generado nuevas formas de economía donde antes no la había, sostiene la socióloga por la Universidad Autónoma del Estado de México Katia Morales Gaitán.
En entrevista, explica que empresas como Uber o Airbnb, que a través de aplicaciones tecnológicas conectan a quienes tienen necesidad de transporte o alojamiento, respectivamente, con quienes pueden ofrecer el servicio, surgieron con esa idea aunque su desarrollo, en algunos casos, ha derivado en empresas multimillonarias que se parecen mucho a las empresas capitalistas tradicionales.
Morales, quien también participa como voluntaria en una organización de origen francés que promueve la economía colaborativa (OuiShare), comenta que el objetivo no sólo es generar nuevas empresas, cuya meta sea el enriquecimiento de sus creadores, sino crear redes que ayudan al empoderamiento de la ciudadanía.
Recuerda el ejemplo clásico de quien compra un taladro y lo usa una vez para en seguida guardarlo durante meses mientras quizá alguno de sus vecinos lo puede necesitar. Antes hubiera sido muy difícil conectar a uno con otro, pero el desarrollo tecnológico lo ha hecho posible a través del Internet y las aplicaciones en teléfonos móviles.
Este tipo de comunicación y colaboración entre pares permite a las personas compartir sus bienes sin necesidad de comprar nuevos, pero también intercambiar conocimientos o apoyarse mutuamente.
La también documentalista, explica que la idea de la economía colaborativa no es nueva. En Europa el concepto apareció desde hace por lo menos 20 años, pero en América Latina y específicamente en México, tendrá un lustro que comenzaron a escucharse proyectos con esa filosofía.
En ejemplo es la empresa mexicana Kangou, fundada en 2013, la cual ofrece servicios de entrega de paquetería a través personas que ganan una comisión al realizar la entrega.
Las personas que desean trabajar como repartidores de paquetería en sus ratos libres se anotan en una página de Internet y en este mismo espacio escriben quienes tienen necesidad de algún servicio.
Los repartidores se quedan con 60 por ciento del costo fijado en una tabla de precios publicada en la página de Internet.
Hasta el momento, la empresa cuenta con mil 500 personas registradas como repartidoras en el Distrito Federal y realiza un promedio de 130 entregas diarias, señala el encargado de prensa, Jorge Gordillo Matalí.
Morales Gaitán sostiene que si bien la tecnología es el punto de contacto entre quienes tienen una necesidad y quienes pueden resolverla, la confianza es el pilar fundamental sobre el que se basa el intercambio.
Quizá por ello, reflexiona Morales Gaitán, en este momento el papel que juegan las empresas como Uber o Airbnb es precisamente dar al usuario la certeza de que el servicio que recibirá será de calidad, pues para acceder al servicio las empresas solicitan una serie de documentos a los usuarios y los pagos se realizan mediante el sistema bancario formal (tarjetas de crédito o débito).
Otras de las vertientes no lucrativas de la economía colaborativa puede ser poner a disposicion de todos los ciudadanos el conocimiento que generan las universidad públicas, cuyas investigaciones se financian con impuestos de todos los ciudadanos.