|
|||||||
Articulación en el Semiárido: Alexandre Henrique Bezerra Pires Coordinador general del Centro Sabiá y coordinador ejecutivo de Articulación en el Semiárido Brasileño (ASA) en el estado de Pernambuco, Brasil Traducción: Cássio Uchoa
La principal causa de las crisis ambiental, energética, alimentaria y económica que estamos presenciando es el actual modelo hegemónico de desarrollo, que está basado en la explotación irracional de los recursos naturales para ampliar el consumo y se rige por el crecimiento económico de pocos grupos y por el cúmulo del capital privado. Esta lógica ha generado, entre otras cosas, agotamiento de los recursos naturales disponibles en el ambiente, la amenaza a los conocimientos y territorios de los pueblos tradicionales y el aumento de las desigualdades socioeconómicas. En Brasil, hemos tenido conquistas importantes para la gente más pobre en los 12 años recientes, fruto de las luchas y habilidades de diálogo de las organizaciones sociales con el gobierno, pero el avance es aún limitado frente a todas las necesidades de esa población. Un ejemplo son las políticas del gobierno para el territorio semiárido brasileño, que han seguido la lógica del desarrollo dominante, ejecutando acciones emergentes y obras que la mayoría de las veces favorecen al sector empresarial y al latifundio. Así se refuerza la concentración del poder económico y político en el territorio, y las acciones emergentes generan –como ha ocurrido durante décadas- una dependencia en la gente, sobre todo en la población campesina.
Sin embargo, las organizaciones de la sociedad civil y movimientos populares siempre han buscado reaccionar a estas políticas, ya sea desarrollando experiencias que demuestren la posibilidad de nuevas perspectivas, o influyendo y construyendo políticas. Así nació la Articulação no Semiarido Brasileiro (Articulación en el Semiárido Brasileño, ASA) cuyas acciones de hecho ya existían, pero de forma dispersa entre las organizaciones. La ASA surgió bajo la égida de la articulación de acciones de la sociedad civil, en la perspectiva de influir en las políticas, teniendo el derecho al agua y la convivencia con el Semiárido como estrategia de movilización social de la población de este territorio, que es diverso por su riqueza cultural, ambiental, social e identitaria.
Sistematizar los conocimientos de las y los campesinos de modo que se generen reflexiones y aprendizajes resulta clave para valorar las identidades y los saberes populares y establecer canales de diálogo con los gestores de las políticas públicas. El conocimiento construido y vivido por campesinos y campesinas está en el centro de los diálogos y las negociaciones de la ASA con el gobierno brasileño, donde se muestra la importancia de invertir en tecnologías sencillas, de bajo costo y gran alcance y transformación de la realidad de la gente del Semiárido. A partir de un diálogo, ya en el año 2003, el gobierno brasileño aseguró en el presupuesto plurianual recursos financieros destinados a la construcción de cisternas para recoger y conservar el agua de lluvia para el consumo humano. Hoy suman más de 800 mil cisternas construidas con la participación de centenas de organizaciones integrantes de la ASA, como sindicatos, iglesias, y varias organizaciones no gubernamentales, asociaciones y cooperativas de base. La Articulação no Semiarido Brasileiro también defiende, como principio, la institución de mecanismos y formas de gestión y control social de las políticas públicas con la participación de las organizaciones sociales. Dos programas de la ASA se convirtieron en pilares de esta lucha por el derecho al agua y por la sobrevivencia con el Semiárido: El P1MC Programa 1 Millón de Cisternas (programa para la captación de agua de lluvia para el consumo humano), y el P1+2 –Programa 1 Tierra y 2 Aguas-, para la captación de agua de lluvia para la producción. Estos programas han contribuido a desarrollar la autonomía de las y los campesinos, hacer las economías locales más dinámicas, movilizar a la población del Semiárido para la gestión del agua y, sobre todo, considerar el agua como derecho de todos los pueblos. Este proceso ha generado reflexiones en torno a: 1) la soberanía y seguridad alimentaria y nutricional, sobre todo en lo referente a la producción de alimentos siguiendo los principios de la agroecología; 2) el rescate y la conservación de las semillas criollas; 3) la conservación de los suelos, el agua y la agrobiodiversidad; 4) la valoración y construcción de conocimientos locales; 5) los derechos de las mujeres campesinas, que representan más de la mitad los participantes; 6) el aumento del autoestima de la población campesina, con una mejor salud y más dignidad; 7) mejores perspectivas para la juventud campesina en el medio rural. La ASA es una red que construye una movilización social desde prácticas e iniciativas de convivencia con el Semiárido. Esta lucha e influye en la construcción de políticas públicas que dialoguen con la realidad del territorio. Altamira: Relato del fin del mundo Ana de Francesco* y Augusto Postigo** *Estudiante de doctorado del Programa de Antropología Social de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp) **Antropólogo del Instituto Socioambiental, Programa Xingú, Terra do Meio. Traducción: Berenice Morales Aguilar
Toda noite clara é ruim de pescar, Altamira es un municipio localizado al suroeste del estado de Pará, en la región amazónica brasileña, que se encuentra en los márgenes del rio Xingú (Xingú Medio). En términos de área, es considerado uno de los mayores municipios del mundo; es más grande que Guatemala y alberga una gran diversidad cultural y biológica. El municipio está habitado por nueve pueblos indígenas que pertenecen a tres troncos lingüísticos distintos, tupi, macro-jê y karib, así como por pueblos tradicionales no indígenas de origen campesino, que se formaron a partir del siglo XIX con el inicio de la explotación del látex extraído del caucho, que originó la migración de un gran contingente de personas del Semiárido, ubicado en el noreste brasileño, hacia la Amazonia, región donde se encontraban los árboles de caucho, las seringueiras. A pesar de la gran riqueza socioambiental de la zona, en la década de los 80’s del siglo pasado comenzó a conformarse un proyecto de una planta de energía hidroeléctrica que impediría el flujo del rio Xingú. En 1989 la gran movilización indígena, liderada por los Kayapó con el apoyo de la opinión pública internacional, logró parar este plan por ser considerado inconstitucional pues inundaría diversas tierras indígenas. Más de 20 años después, el proyecto de la instalación de la planta de Xingú (Usina Hidroeléctrica de Belo Monte) fue retomado, con algunas alteraciones, como el hecho de no plantear la inundación de las tierras indígenas y presentarse como una de las principales medidas del paquete económico del gobierno federal, llamado Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC). Se inició la movilización contra la construcción de la hidroeléctrica y se puso en tela de juicio su potencial verdadero sobre la generación de energía. No obstante, fue autorizada su instalación en 2011, favoreciendo a un consorcio que incluye grandes constructoras de Brasil. Hoy en día, una parte de las instalaciones de la planta ya están concluidas y el consorcio se encuentra en espera de la “licencia de operación”, que es la última autorización que otorga el gobierno federal para su funcionamiento. Mientras tanto, la ciudad de Altamira se convirtió en un escenario de guerra: más de nueve mil familias fueron removidas y las calles fueron tomadas por el transporte de carga, en una ciudad donde hasta hace poco tiempo todos se conocían. Actualmente, es posible observar el continuo flujo de un gran contingente de trabajadores, el aumento de la violencia, de la deforestación, del costo de vida, en un momento en que la abrumada población se prepara para la alteración del curso del río. El muelle de la ciudad de Altamira es el punto de salida y llegada de los pescadores (parte de la población tradicional ribereña procede del proceso migratorio asociado a la explotación de látex de las seringueiras), que viven en la ciudad y tienen su principal fuente de sustento en el río, y de las familias que viven en las islas y ribera del río, que llegan para acceder a los servicios públicos o al comercio, así como para visitar a sus parientes. El muelle es el lugar de tránsito, permanencia o punto de encuentro para actividades recreativas. El barrio llamadoInvasão dos Padres se localiza cerca del muelle y es la región de la ciudad donde gran parte de estos pescadores y ribereñosestablecieron sus casas. La Invasão dos Padres, una ocupación irregular de tierras de la Iglesia Católica, era un aglomerado de casas de madera, conectadas por calles de tierra y callejones que se inundaban durante el invierno, cuando parte de las casas quedaban sobre el río, garantizando así la cercanía a las canoas y a toda la parafernalia pesquera de las residencias. En el llamado puerto de las carretas es donde circula la producción de pescado, transportado con carretas arrastradas por animales de carga. Ahí era donde se comercializaba el pescado, entre el puerto, el barrio y la calle del Pescado. En suma, los barrios de los ribereñosen la ciudad, como es el caso de Invasão dos Padres, así como sus casas en las islas o en la ribera del río, formaron parte de un modo de vida tradicional. El proceso fue clasificado como genocidio por la procuradora de la república en Altamira, debido a que los ribereñoshan sido sistemáticamente removidos de barrios, islas y riberas, de los cuales dependen para vivir. Por ejemplo, la familia de don Darío vivía en la región de Paratizão, junto a una isla, donde compartía vecindad con las familias nucleares constituidas por sus hijos. En la isla esas familias trabajaban juntas en la caza y la agricultura, para la subsistencia, y en la pesca para la comercialización del pescado en el mercado de la ciudad. Su casa en la calle del Pescado se encontraba a dos horas de distancia de la isla, recorridas en las pequeñas embarcaciones de la familia. La construcción consistía en un palafito ubicado en la orillas del río, que mantenía cierta proximidad con el centro de la ciudad. La casa estaba constituida por diversos cuartos y cada uno de ellos correspondía a cada familia nuclear perteneciente a la familia extensa de don Darío. Esta casa garantizaba el estudio, el acceso a los servicios públicos y el comercio del pescado. Con el proceso de desalojo, don Darío perdió su isla y su casa en la ciudad y hoy su familia vive en casas prefabricadas en un barrio que fue establecido lejos del río. Su mundo dejó de existir y con él su futuro como ribereño.
|