e acuerdo con cifras del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF), una vez computada la casi totalidad de las mesas instaladas para la consulta ciudadana sobre el proyecto gubernamental denominado Corredor Cultural Chapultepec, la opción del no superó casi por dos a uno a los sufragios aprobatorios a ese desarrollo. El ejercicio participativo, pedido por el propio Gobierno del Distrito Federal y organizado por el IEDF, se restringió a los habitantes empadronados en la delegación Cuauhtémoc y logró una participación de poco menos de 5 por ciento del universo de votantes.

Aunque escasa en ciudadanos y abundante en incidentes denunciados –unos 60, según el IEDF, particularmente acarreos, actos de intimidación y control del voto–, el resultado de la consulta es una expresión indudable del rechazo mayoritario de los vecinos de la demarcación a un proyecto que, dentro y fuera de ella, ha sido ampliamente impugnado y descalificado como engañoso, porque el corredor pretendidamente cultural sería en realidad un espacio comercial, lesivo para el tejido social y la vida cotidiana de las colonias afectadas, pernicioso para los comerciantes allí establecidos, dañino en sus impactos ambientales y perjudicial para la movilidad urbana, de por sí conflictiva, de la zona.

Sería inaceptable que, una vez conocidos los resultados, las autoridades capitalinas se negaran a acatar la decisión ciudadana con cualquier pretexto, por ejemplo, esgrimiendo la poca afluencia de votantes. Cabe considerar a este respecto que las reglas básicas de la democracia nacional no exigen un porcentaje mínimo de participación para dar por buenos los resultados de un comicio, y que ejercicios plebiscitarios como el realizado ayer en la delegación Cuauhtémoc suelen caracterizarse en nuestro país por niveles muy elevados de abstención.

Por otra parte, una negativa del Gobierno del Distrito Federal a retirar el proyecto del corredor cultural Chapultepec tras la realización de la consulta de ayer conllevaría un mensaje inequívoco a la ciudadanía: que su opinión es menos relevante que los intereses monetarios involucrados en el proyecto y que los resultados de ejercicios ciudadanos pueden ser descalificados a voluntad y con cualquier pretexto; sería, en suma, un golpe al espíritu democrático y a la conciencia cívica y un exhorto al cinismo y a la apatía.

Por lo demás, el resultado de la consulta fortalece al movimiento de rechazo a la obra referida y deja sin margen político cualquier designio de imponerla por encima de la voluntad ciudadana.

En tal circunstancia, cabe esperar que la autoridad capitalina acate la voz de las urnas, renuncie al proyecto y dé prueba, así, de congruencia con su propio lema: Decidiendo juntos.