Lo peor: faltan tres años
pesar del caudal invertido en propaganda (3 mil 927 millones pagados sólo a las televisoras en los últimos tres años), no puede ocultarse que la gestión del gobierno de EPN es fallida. Las expectativas han quedado incumplidas: De sus 266 promesas de campaña sólo 26 ha cumplido. El pacto por México y el intento de restaurar el viejo régimen PRI/gobierno se han traducido en desprestigio para la clase política y las instituciones. No se recuerda un presidente con tan bajo nivel de aprobación y la calificación empeora cuando se examina cada rama de la administración pública.
No hay razón para creer que las inercias negativas disminuyan en los próximos tres años: Al contrario, serán peores al complicarse con la crisis política sexenal. Viviremos 35 meses de agitación e inconformidad creciente. En cuanto a la economía al menos los próximos dos años serán muy malos. Además de los problemas locales habrá una desaceleración del comercio y la inversión mundiales. Las medidas tendientes a detener la corrupción han fracasado, habrá una mezcla de austeridad forzosa y despilfarro. No es de esperarse una reducción a la impunidad o acciones políticas para distribuir la riqueza y volver a crecer.
La distancia entre las normas jurídicas y la realidad se volverá progresivamente más profunda. De nada sirve que México suscriba todos los acuerdos internacionales si en el fondo no está dispuesto a cumplirlos. La penetración del crimen organizado en los órganos de seguridad hace cada vez más difícil distinguir a los policías de los delincuentes. Como expresó Diego Valadés al recibir el Premio Nacional de Jurisprudencia en la Barra Mexicana, mientras hace 25 años el desafío era controlar los excesos policiacos, hoy día la desaparición forzada y las ejecuciones han llegado al punto que no podemos saber cuántas son las víctimas y quiénes son los victimarios. Ya no podemos hablar de crisis de derechos humanos, sino crisis humanitaria.
Lo más probable es que la tendencia a la desigualdad y a la concentración se incrementará. La depauperización también, la clase media continuará reduciéndose y el número de pobres aumentará en un millón al año: la expectativa de empleo y crecimiento se está reduciendo.
Si estos índices negativos se amplían en los últimos tres años de gobierno la combinación de sus efectos crearía una gran tensión social y política alimentada por la competencia entre personajes, grupos y partidos que se disputen la Presidencia con tantos contenidos simbólicos y efectivos para los mexicanos. El gobierno no podrá cambiar de rumbo como no puede hacerlo un trasatlántico frente a un iceberg si la distancia es muy corta.
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