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Toros

Toros de Jaral de Peñas con edad y trapío pero, salvo el tercero, deslucidos y débiles

Entre protestas, Diego Silveti obtiene una oreja del exigente, bravo y noble Mazapán

Alejandro Talavante y Arturo Saldívar, empeñosos

Buen par del subalterno Diego Martínez

 
Periódico La Jornada
Lunes 23 de noviembre de 2015, p. a47

Menudo problema tienen los taurinos de México respecto de la bravura, pues tanto si son toros chicos, jóvenes y pobres de cabeza, como si salen con edad, trapío y serias cornamentas, prevalece la mansedumbre voluntariosa y con ésta, escasa emoción en las faenas y falta de espectáculo en las plazas. Hay que repetirlo: si no es con eufemismos, ¿cómo defender una fiesta brava sin bravura?

En la sexta corrida importante de la temporada en la Plaza México, pues los jueves nocturnos con seis alternantes son de oportunidá y no se contabilizan, se anunció un encierro, encaste Domecq, de la escrupulosa ganadería de Jaral de Peñas, quizá la primera o segunda con edad y trapío en lo que va del serial, con pitones y media tonelada en promedio, lo que pudo haber influido en su pobre juego.

Alternaron el extremeño Alejandro Talavante –28 años, nueve de alternativa y 46 tardes este año–, el hidrocálido Arturo Saldívar –26-5-20– y el guanajuatense Diego Silveti –30-4-20–, quien a la postre se topó con el mejor toro de la tarde y de lo que va de la temporada, que entre más de 40 astados no es poca cosa.

Fue tercero en el orden de lidia y se llamó Mazapán, con 488 kilos, burraco de pinta o con pequeñas manchas blancas sobre el pelo negro, inusual en los encastes mexicanos, de desarrollada y armoniosa cornamenta que, como la mayoría de sus hermanos, fue recibido con aplausos, pues en estos tiempos lo que es obligación se ha vuelto excepción, en los toros y en lo demás.

Y este Silveti acusó los efectos de su discreta evolución y las desigualdades en el manejo de capote y muleta. Tras el puyazo, se echó el capote a la espalda en dos ocasiones, ligándolo con limpias caleserinas y cadenciosa revolera.

Confiado en la clara y pronta embestida de Mazapán inició con muletazos por alto y un cambiado con la zurda para luego darse a torear por ambos lados en tandas cortas bien rematadas. Pero a leguas se vio que ese bello rey de astas agudas pedía una faena más intensa y precisa en el sentimiento y en la colocación, por lo que en un derechazo resultó violentamente cogido. Ya en el suelo el codicioso toro volvió a hacer por él, sin que ninguno de los derrotes lo hiriera. Al realizar sin el ayudado varios cambios de mano de nuevo fue cogido y una vez más el pitón no acertó. Tras un pinchazo dejó una entera y recibió una oreja entre división de opiniones. En cambio, la aclamación durante el arrastre lento a los despojos de aquel toro magnífico fue unánime. Su segundo fue un precioso castaño claro pero soso.

Talavante, sobrado de sitio, dejó pinceladas con las telas ante un lote que acabó parado, y Saldívar, seguro, solvente y machacón, se topó dos bureles sin posibilidades. Su banderillero Diego Martínez dejó espectacular y habilidoso par por el que fue llamado al tercio.