Opinión
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México SA

Salario mínimo liberado

¿De a cómo el aumento?

Hacienda y sus migajas

L

iberado el salario mínimo como medida de referencia en el cobro de multas, tarifas, precios y conexos, ahora viene lo bueno: establecer el aumento al mini ingreso para que éste recupere el poder adquisitivo perdido desde 1982. Si sólo se trata de esto último, entonces el incremento tendría que ser de 150 por ciento, para elevarlo a 172 pesos por día. ¿Quién le pone el cascabel al gato?

El jefe de Gobierno del Distrito Federal dijo que el paso ya está dado, y ya no hay regreso, de tal suerte que para 2016 el salario mínimo debería elevarse de 70.10 a 82.16 pesos por día, algo muy lejano al objetivo de recuperar el poder adquisitivo del mini ingreso. Ante tal pretensión, el gobierno y la patronal pondrán el grito en el cielo y dirán que es mucho, por lo que defenderán su propuesta tradicional de aumentar dos o tres pesitos por año. Y vendrán más pronunciamientos para un lado y el otro, pero en el debate se pospondrá la decisión.

Por ello, dado que el gobierno y los empresarios siempre equiparan todos los precios internos con los existentes en el mercado del vecino del norte, tal vez la mejor fórmula sea equiparar el salario mínimo mexicano con el de Estados Unidos, el cual a estas alturas resulta 14 tantos superior al que aquí se paga.

Un trabajador estadunidense de salario mínimo obtiene el equivalente a 123.25 pesos por hora (986 pesos por jornada de ocho horas, monto que no se ha incrementado desde julio de 2009), mientras que un mexicano en igual circunstancia si bien le va se embolsa 8.76 pesos por hora (70.10 pesos por jornada de ocho horas).

¿Qué tal? Lo anterior sí recuperaría el poder adquisitivo del salario, reduciría los índices de pobreza, reactivaría la economía interna y obligaría a los empresarios a ser verdaderamente competitivos, y no como hasta ahora basándose en la miseria salarial. Entonces, la propuesta de Mancera no sirve para mucho, la decisión de la Conasami para absolutamente nada y los discursos sobre la recuperación del poder adquisitivo para menos aún, porque todos terminan en el bote de la basura.

Mientras deciden de qué tamaño es la nueva mentira, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, ofrece un paseo (La obligación de un empleo digno) por la nada atractiva realidad del mercado laboral del país, del que se toman los siguientes pasajes. Va, pues.

Un empleo digno es aquel que otorga a los trabajadores condiciones adecuadas tales como un ingreso salarial que les permita satisfacer sus necesidades, que les conceda seguridad en términos de salud y que también permita una jubilación honorable. Aun cuando la tasa de desocupación en nuestro país ha presentado una trayectoria a la baja en meses recientes, las condiciones actuales del mercado laboral permiten vislumbrar que la gran mayoría de los empleos generados difieren de la definición antes mencionada.

De acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Inegi) correspondiente al tercer trimestre del año, se aprecia que la tasa de desocupación fue de 4.6 por ciento de la población económicamente activa, proporción inferior al 5.2 por ciento observado durante el mismo periodo de 2014. Sin embargo, el estado del mercado laboral continúa deteriorándose en cuanto al nivel de ingresos, el acceso a las instituciones de salud y la ocupación en el sector informal. Las condiciones salariales son el factor principal donde se aprecia significativamente el deterioro del mercado laboral nacional

Así, la mayor parte de la población ocupada (12 millones 844 mil personas) se encuentra en el rango de aquellos que perciben más de uno y hasta dos salarios mínimos, categoría que exhibió la tasa de crecimiento más significativa del periodo (10.1 por ciento en términos anuales). En contraste, el número de los trabajadores que gana más de cinco salarios mínimos registró una caída de 3.2 por ciento, de tal forma que, en términos absolutos, continúa siendo la categoría con el menor número de integrantes (3 millones 244 mil personas). Incluso vale la pena mencionar que desde el segundo trimestre de 2013 la cantidad de personas ocupadas que no recibe ingresos ha sido mayor que la de aquellos que perciben más de cinco salarios mínimos.

De esta forma, si se acumula a la población ocupada que no recibe ingresos hasta aquellos que perciben cuando mucho tres salarios mínimos, se alcanza un total de 34 millones 290 mil personas, que es el equivalente a 68 por ciento de la población ocupada, situación que sin duda afecta los niveles de bienestar de las familias mexicanas, tomando en cuenta que el ingreso equivalente de aquellos que devengan tres salarios mínimos es aproximadamente 6 mil 300 pesos al mes.

En cuanto al acceso a las instituciones de salud, las condiciones resultan poco alentadoras. Alrededor de 63 por ciento de la población ocupada carece de esta prestación (casi 32 millones de personas) e incluso la magnitud de su tasa de crecimiento fue superior en comparación con aquellos que sí cuentan con acceso (3.1 y 1.7 por ciento, respectivamente). El acceso a dichas instituciones garantiza seguridad y salud a largo plazo, pero representa un costo significativo para los empleadores, razón de peso para incumplir con dicha obligación si la mayoría de las pequeñas y medianas empresas apenas cuentan con los recursos necesarios para subsistir.

Factor de relevancia para los niveles de bienestar es la existencia de prestaciones laborales, las cuales favorecen la calidad de vida de los trabajadores. Garantizar el acceso a la salud es una de las más importantes, pero a su vez de poca presencia en el mercado laboral nacional. De manera particular, la mayoría de los trabajadores subordinados cuentan con prestaciones laborales (21 millones 170 mil contra 12 millones 862 mil que carecen de ellas).

Por otro lado, el número de ocupados en el sector informal registró una tasa de crecimiento de 2.4 por ciento en términos anuales, de tal forma que 58 por ciento del personal ocupado labora bajo dicha condición. La falta de una política industrial ha propiciado el descuido del mercado interno y con ello el surgimiento de un gran número de empresas pequeñas ante la falta de oportunidades laborales, en las que trabajan familias enteras y algunos de sus miembros no perciben un salario.

Las rebanadas del pastel

Triste papel el de los funcionarios de Hacienda, quienes salen a presumir las migajas como sinónimo de crecimiento acelerado de la economía autóctona. Vergüenza les debería dar.

Twitter: @cafevega