21 de noviembre de 2015     Número 98

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Puebla

Agricultores que conservan
y protegen su riqueza maicera


FOTO: Ecotlán

Yolanda Castañeda

En los años 60’s del siglo pasado Puebla fue noticia en el mundo, al descubrirse la mazorca más antigua, que data de hace siete mil años, en la cueva de Coxcotlán, del Valle de Tehuacán. Siendo uno de los primeros lugares donde fue domesticado el maíz, se desarrollaron 19 razas que han contribuido a la alimentación de las comunidades poblanas, poseedoras de una rica gastronomía mestiza, en la que predominan como ingredientes el maíz, frijol y chile. En 2010, el gobierno de la entidad publicó un decreto que designa a la gastronomía poblana como Patrimonio Intangible del estado.

De 2012 a 2015, investigador@s de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en el marco del proyecto que difundimos en este suplemento, nos entregamos a la tarea de conocer la situación de los agricultores maiceros en la entidad e indagar si tenían información acerca del maíz genéticamente modificado o transgénico. Las regiones visitadas fueron: Cuetzalan, caracterizada por una producción de autoconsumo de maíces nativos por pequeños productores indígenas; Ciudad Serdán, con pequeños productores mercantiles y de autoconsumo que emplean semillas nativas y participaron en el Proyecto Maestro de Maíces Mexicanos (PMMM); Libres, con medianos y grandes productores que destinan su maíz mayoritariamente a la venta; Nopalucan, que cuenta con pequeños, medianos y grandes productores organizados para la comercialización conjunta del grano, y Tecamachalco, identificado con altos volúmenes de producción en la entidad.

En estas regiones prevalece la producción de maíces nativos para el consumo familiar, junto con variedades híbridas que comercializan empresas semilleras nacionales y trasnacionales, excepto en Cuetzalan que se siembra sólo para consumo. En el cultivo, la selección de semillas nativas por campesinos y campesinas, y por ende de las variedades adecuadas a los ambientes fisiográficos, ha orientado el desarrollo de poblaciones de maíces aptos para producir en zonas diferentes. Algunas de sus características son: precocidad, porte de planta, resistencia a plagas y enfermedades y componentes del rendimiento de grano. Esta interacción constante entre el cultivo y los productores propicia la conservación de una diversidad de maíces. Sin embargo, se carece de un estudio amplio a escala estatal de toda esta multiplicidad de semillas. Para los agricultores maiceros, los principales problemas son la comercialización desventajosa, la volatilidad de los precios y los costos crecientes, así como los fenómenos climatológicos como sequías y heladas.

A partir de 2011 y 2012, el cambio climático modificó las fechas de siembra y las lluvias se han retrasado. Ello, junto con el encarecimiento de los fertilizantes químicos, inciden negativamente en la producción. Se advierte una desvinculación de los productores con los centros de investigación, que no ha permitido potencializar las variedades de maíz nativas e híbridos para enfrentar los cambios generados por la variabilidad climática.

El cultivo es emprendido por grandes, medianos y pequeños productores. La mayor parte del volumen se produce en condiciones de temporal (73 por ciento) por agricultores minifundistas (85 por ciento de las unidades de producción rural poseen cinco hectáreas o menos) y con el empleo casi exclusivo de variedades nativas (60 por ciento).

La mayoría de los productores ha logrado que su cultivo tenga un doble propósito: satisfacer las necesidades familiares y la venta. El rendimiento promedio es de dos a cinco toneladas por hectárea. La mayor parte de los agricultores entrevistados (82 por ciento) cultivan más del 80 por ciento de sus terrenos con maíz. Su vocación y amor a la tierra permite que sus ingresos sean cubiertos en 50 por ciento o más por medio de la agricultura.

Ante la posible liberación comercial del maíz transgénico en México, es importante destacar que cerca de la mitad de los productores en la zona de estudio no sabe que es un maíz transgénico resistente a insectos o tolerante a herbicida, ni qué empresa lo produce. Para quienes han tenido información, las fuentes son variables: medios de comunicación, ingenieros del PMMM, técnicos gubernamentales y por medio de la organización a la que pertenecen (Tosepan Titataniske en Cuetzalan, EICOPRODESA-Juan de la Granja en Nopalucan y el Consejo Poblano de Agricultura de Conservación en otras partes del estado). La mayoría de los agricultores entrevistados manifestaron no haber leído, visto o escuchado sobre la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, ni estarían dispuestos a cultivar y/o comer este tipo de maíz.

Los productores de Puebla entrevistados no consideran necesario el uso de un maíz transgénico, porque las plagas en la región no tienen consecuencias significativas en sus volúmenes de producción. Ellos se enfrentan a precios desventajosos que no se establecen dentro del país, sino en la bolsa de Chicago, en Estados Unidos, y a políticas gubernamentales que no valoran ni protegen la seguridad alimentaria del principal cultivo.

Los productores maiceros en Puebla están realizando esfuerzos tanto para conservar y mejorar sus variedades como para encontrar soluciones al problema de la comercialización, mediante la organización y buscando alternativas sociotécnicas sustentables que les permitan preservar sus maíces nativos para la sobrevivencia y porque estiman que este cultivo es la aportación que México ofrece para la alimentación de la humanidad.


Tlaxcala

La importancia sociocultural
y ambiental del maíz criollo


FOTO: Scott & Emily

Lucio Noriero Escalante

El maíz criollo o nativo en el estado de Tlaxcala sigue preservándose en la práctica productiva de la agricultura campesina. La mayor parte de los productores son minifundistas, sus parcelas van de media a cinco hectáreas. El maíz como alimento satisface parte de los requerimientos de consumo humano y de los animales de traspatio. Existe arraigo cultural al cultivo y están presentes rituales que comienzan con la siembra y culminan en la cosecha. Es de incuestionable valor el uso del maíz para la elaboración de tortillas, tamales, atoles y otros productos que enriquecen la cultura gastronómica (Tlaxcala significa “lugar de la tortilla”).

Síntesis de saberes en la selección de la semilla. Los campesinos de Tlaxcala, por medio de sus diversas prácticas, han sabido seleccionar las semillas para obtener diversidad de maíces criollos de color: azul, cremoso, amarillo, morado y rojo. El rendimiento promedio de estas variedades, que mayormente se producen en condiciones de temporal, es de 2.5 a 3.5 toneladas por hectárea, si bien hay casos en que, con buen temporal y técnicas agroecológicas promovidas por el Grupo Vicente Guerrero (GVG), del municipio de Españita, se llega a obtener cuatro o cinco. Sembrar estos maíces tiene que ver con el hecho de que son las semillas de los antepasados, las que llevan conservando y sembrando desde hace cien años, resguardándolas generación tras generación. Pero también hay atributos de calidad, como sabor y olor, según los consumidores.

Estos alimentos adquieren un significado más allá de lo económico, dentro del plano cultural-simbólico. La fuerza de trabajo empleada es familiar, son productos resultantes de las propias manos campesinas y se tiene la seguridad de su origen. Destaca el GVG porque además de aumentar sus rendimientos, impulsa la agroecología por medio de la promoción del consumo del chapulín, antes considerado una plaga destructiva. Generan así un alimento que disfrutan por su sabor y alto valor nutricional, y lo pueden vender en el mercado local.

Las ferias del maíz en Tlaxcala, impulsadas en su origen por el GVG, se han expandido y hoy son iniciativas de algunos gobiernos municipales. Promueven la siembra del maíz criollo, el fortalecimiento de redes de organización entre pequeños y medianos productores, el intercambio y la exposición de semillas, así como la creación de fondos comunitarios. Ello ha conducido a la valoración de las variedades nativas en las comunidades y su defensa como patrimonio cultural y natural. Con los maíces nativos de diversos colores se elaboran cuadros y artesanías. En cuestión gastronómica, se degusta una serie de platillos y bebidas tradicionales.

Riesgo e incertidumbre son el binomio conjugado en la producción de maíz, especialmente ante retos actuales como el cambio climático y el permanente problema de costos y comercialización. En 2012 y 2013, cuando hicimos trabajo de campo en Tlaxcala, estaba aún presente la memoria de la helada atípica de 2011 que arruinó cosechas enteras.

En Tlaxcala hay grandes productores que obtienen altos rendimientos con riego y el paquete híbrido-agroquímicos. Por medio de la Fundación Produce, promueven esta tecnología, costosa e inaccesible para la mayoría de los productores,. Algunos de ellos poseen bodegas para el acopio y la comercialización y otros siembran maíz para alimentar su ganado. Un hallazgo sobresaliente en Tlaxcala es que sembrar híbridos sólo es costeable en condiciones de riego y alto uso de agroquímicos, pues si se siembran en temporal su rendimiento es igual al de los criollos. Tanto los grandes productores como los pequeños temporaleros, incluidos los miembros o simpatizantes del GVG, conocen la Ley de Protección al Maíz nativo de Tlaxcala, y en las entrevistas expresaron su escaso interés o rechazo a la siembra o consumo de maíz transgénico. Dicha ley, un precedente importante a escala nacional aunque no entre todavía en vigor por falta de reglamento, declara al maíz criollo tlaxcalteca como Patrimonio Alimentario del Estado de Tlaxcala y prohíbe la siembra de maíz transgénico en el estado. Es la primera Ley que protege una semilla como un bien alimentario de la población mexicana, brindando seguridad a los pequeños productores, quienes generalmente utilizan las semillas criollas.

En entrevistas a productores tlaxcaltecas, la demanda que sobresalió no estriba en obtener mayores rendimientos por hectárea, ni en combatir plagas y enfermedades, sino en mejores condiciones de comercialización y distribución. Con respecto al mejoramiento de sus variedades, los productores expresaron que requieren semillas resistentes a la sequía y al acame, más que a las plagas. La voz de los campesinos en cuanto a la importancia de su maíz se plasmó en expresiones como: “muy importante”, “es nuestra vida”, “nuestra ilusión”, “la vida del mundo”, “artículo de primera necesidad”, “lo principal”, “enfría la tierra”, “es bendito, nuestro tesoro”, “fuente de la vida”, “el maíz es mi vida”, y también un “negocio comercial”.

Jalisco

Actores sociales en conflicto


FOTO: Scott & Emily

Arcelia González

El estado de Jalisco ocupó el segundo lugar en la producción de maíz en 2013. Por sus condiciones climáticas, no sólo es buen productor de maíz grano, sino también de semilla.

Actualmente, la producción de maíz amarillo es una alternativa productiva fundamental.

El maíz es el cultivo más importante del estado; es favorecido por un buen temporal debido a las lluvias que ingresan desde el Pacífico y riegan la región occidente de la República Mexicana (SIAP-Secretaría de Agricultura, 2012).

Para realizar una investigación, se seleccionaron cinco regiones: Los Altos, Zapopan, la Ciénega, la Ciénega Sur y Valles. Dentro de estas zonas se visitaron las localidades de Cuquío, Tesistán, San Miguel Poncitlán, Gómez Farías, Sayula, Fresnito, Etzatlán y Ameca. Se realizaron entrevistas semi-estructuradas a 36 actores sociales involucrados, 18 productores pequeños y medianos, y 18 funcionaros de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa); Secretaría de Desarrollo Rural del estado, e Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap); asimismo, representantes de Fundación Produce Jalisco y de la empresa Syngenta, e investigadores de la Universidad de Guadalajara y del Centro Regional Universitario de Occidente de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh), y representantes de las empresas semilleras nacionales.

Empresas semilleras nacionales compiten con los rendimientos de empresas trasnacionales. La siembra con semillas de empresas nacionales –en parcelas demostrativas y ya en campo- ha generado resultados que compiten con los rendimientos de las marcas comercializadas por empresas trasnacionales. Los avances de una investigación que desarrolla la UACh en el Centro Regional Universitario Occidente, con apoyo de la Fundación Produce Jalisco, y de la empresa de capital nacional Genética Genérica en Maíz SPR, de Guadalajara, arrojan resultados importantes de las validaciones realizadas en 2011, 2012 y 2013, ya que en las diferentes regiones donde se utilizaron distintos híbridos se tuvieron logros óptimos, con rendimientos que en algunos casos llegaron a 12 toneladas por hectárea.

Ausencia de regulación de los precios. Entre las preocupaciones manifestadas por los productores están la ausencia de regulación de los precios de los insumos, dado que año con año aumentan considerablemente, así como la falta de apoyos gubernamentales. De los costos de producción, más de 60 por ciento corresponde a la compra de fertilizantes y gastos de siembra (semilla y mano de obra); en contraparte, 15 por ciento se destina al control de plagas y malezas. Los precios no se rigen por la misma lógica; los del maíz se fijan en función del precio internacional y los de los insumos carecen de regulación.

Producción de maíz amarillo, alternativa productiva. La siembra del grano amarillo se convierte en una fuente de ingresos atractiva para una fracción de los productores, aquellos que producen bajo la modalidad de agricultura por contrato para la industria, aunque implica una inversión casi 40 por ciento superior a la que se hace para el maíz blanco.

En el estado de Jalisco se fomenta el cultivo de maíz amarillo a partir de programas gubernamentales. Asimismo, la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la Industria de Derivados Alimenticios y Químicos del Maíz (Idaquim) han llevado a cabo convenios con la finalidad de incrementar la superficie cultivada.

Maíz transgénico, ¿es alternativa para los productores de Jalisco? Para los productores de este estado, la posibilidad de liberar en campo y a nivel comercial maíz modificado genéticamente significa posibles riesgos a su producción, sobre todo para aquellos organizados como productores de semillas, porque, al tratarse de un cultivo de polinización abierta, sus cultivos pueden llegar a contaminarse con el maíz transgénico y ser sujetos de demandas por parte de las compañías multinacionales y/o perder su mercado.

Para los investigadores y agrónomos, es claro que el maíz genéticamente modificado no es capaz de incrementar el rendimiento, pues éste depende de diversas variables, como suelo, clima, agua, nutrición de la planta, etcétera. Por tanto, es un resultado multifactorial que no puede depender de un gen.

Se podría concluir que el maíz genéticamente modificado que existe en el mercado no es la alternativa para los productores de Jalisco porque los materiales híbridos han dado respuesta a sus necesidades productivas y no se tienen afectaciones severas de plagas y malezas. La principal preocupación es la comercialización del maíz y los precios fluctuantes del grano en el mercado internacional. Desde la perspectiva de estos productores, debería existir la voluntad política del gobierno de no autorizar la liberación comercial de la siembra del maíz genéticamente modificado y ocuparse de instrumentar políticas públicas que garanticen precios justos para el grano.

 
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