Opinión
Ver día anteriorLunes 16 de noviembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
¡Cómo toreó Urdiales!
H

abía en el aire los olés y el desgarramiento de los aficionados, rendidos ante la pureza del toreo de Urdiales. El coso se cimbraba como un latido cuando el riojano con mano izquierda sobre la muleta esperaba al toro, a la distancia adecuada en el terreno adecuado, mientras el fuego torero discurría rítmicamente por el redondel en las series de pases naturales.

Rendido el torito de Bernaldo de Quirós, dominado por el torero era un asombro colmado por el tacto con que era mecido, suave, suavecito, al embestir con la delicadeza a la que obligaba el mando con que era embarcado y templado; de dentro afuera y de afuera adentro, clásicamente, merced al giro quebrado de la muleta que simplemente había toreado transmitiendo su rioja al tendido.

¡Qué guapamente se enroscaba al torillo hilvanando los pases naturales a los pases de pecho inacabables hacia adentro! ¡Qué lento lo paseaba en el centro del redondel, enhilado a la roja tela! ¡Qué hondura tiene el torear de Diego Urdiales! Torería a tono con su semblante serio, adusto, sin adornos en los pases ni búsqueda de aplauso fácil. Nada del toreo que se acostumbra en la actualidad metido en los cuernos, bravucón. La plaza era un coro estremecido encadenado a la profundidad del torear que le daba la torería.

Ondas de vino Vega Sicilia sonaron en el coso de Mixcoac en la noche encandilada de luminarias Diego Urdiales con el rostro desencajado contenía la emoción. Bajo el traje de luces iba sus ayes bebiendo y en la extasiada cumbre del delirio, llegó al callejón molesto por el pinchazo que le impidió coronar la faena. El público lo obligó a dar la vuelta al ruedo.

Lo demás fue lo de siempre. Diego fue un punto y aparte en la temporada. La emoción del torear y citar a la justa distancia, embarcar, templar y mandar sin enmendar en pases naturales de frente que son la verdad del toreo.