México, desvalido ante cambio mundial
Sin proyecto ni espíritu
Informan
Duarte y Cué
¿4x4? ¡24!: delegado Bribiesca
l reacomodo mundial a sangre y fuego toma a México en uno de los peores momentos de su historia. El equivalente francés del 11 de septiembre neoyorquino hace dramáticamente visible la acumulación de disputas sin resolver entre las grandes potencias y acelera la toma de posiciones en un conflicto al que el propio papa Francisco ha calificado de una tercera guerra mundial en partes, en reiteración actualizada de lo que había venido diciendo desde meses atrás (en septiembre recién pasado, por ejemplo: http://goo.gl/0zlaIG ).
A ese reordenamiento bélico concurre México sin proyecto nacional viable ni una colocación internacional respetable. Va a remolque de Estados Unidos, acarreado más que aliado, sometido más que comprometido, dependiente su economía de los estornudos del vecino, peligrosamente disminuidas sus reservas de dólares para saciar a los tiburones de la especulación, falto de una política exterior inteligente y eficaz, desproveído por decisión de sus élites de su riqueza básica, que había sido la petrolera (y con los precios a la baja), tambaleante su economía y recortados sus presupuestos públicos, fuertemente dañadas las políticas sociales y explosivamente concentrada la riqueza en unas cuantas familias, políticas y empresariales.
A cargo del timón nacional, y de los manubrios estatales, hoy México tiene equipos políticos terriblemente desacreditados y probadamente fallidos. Cuando más necesita nuestra nación de sus mejores hombres al mando, se encuentra escandalosamente falta de ellos: casi sin excepción (AMLO, una), los políticos llegados al poder abusan de él, privilegian a familias y pandillas, saquean el erario, se esmeran en convertir la riqueza pública en negocios privados y con su diaria conducta lesionan los intereses popular y nacional. Aparte de la corrupción y la ineficacia mayúsculas, nuestro país está sumido en una barbarie generalizada, con los cuerpos policiacos, militares y marinos implicados en diversos grados en violaciones sistemáticas de los derechos humanos y con un predominio de los intereses de lo que llaman crimen organizado
(definición en la que entra también la acción concertada de políticos para dañar a la nación), convertido México en país de salvajismo, sin respeto mínimo a las leyes, con desaparecidos, secuestrados y ejecutados por donde quiera.
Desolador como resulta el paneo sobre lo material, lo político y lo policiaco, peor sucede con lo anímico, con el espíritu nacional. Esa sostenida labor de degradación desde los ámbitos de la representación pública, de los poderes constituidos, ha acentuado las tendencias individuales al desánimo, la desagregación, el cinismo, la incivilidad y la corrupción. Pueblos como el francés pueden responder con entereza y valor a circunstancias graves como los ataques nocturnos de este viernes, pero en México se vive hoy un abatimiento espiritual generalizado, propicio justamente para ser arrastrado sin defensa real en el fragor del rediseño global que se ha acelerado en París.
A propósito de malos gobernantes, ayer dos de ellos rindieron informe de lo que han hecho a lo largo de cinco años. El de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, podría ganar el título del peor gobernador, con todo y que en los demás estados se realizan cotidianos y apasionados esfuerzos por obtener tal título infamante. Corrupción generalizada, inseguridad pública en muy altos niveles, cogobierno con cárteles y en especial con uno de ellos, asesinato y persecución de periodistas, y endeudamiento elevadísimo, son parte del saldo rojinegro del mencionado Duarte. En Oaxaca, Gabino Cué se dedicó laboriosamente a desmontar las esperanzas de cambio que algunos le asignaron en aquella entidad (no en esta columna, donde siempre se advirtió que esa alternancia
era engañosa y que con Cué no habría ningún cambio de fondo). Oaxaca ha desperdiciado estos años y parece encaminarse a senderos parecidos, con feroces facciones del PRI peleando el retorno al control del botín.
Para dar prueba del verdadero espíritu de la falsa reforma educativa
(que no es sino la estrategia peñista para la toma del control administrativo y político del gremio magisterial, con puerto electoral en 2018, y para la apertura al negocio de la privatización), el ajusticiador secretario Aurelio Nuño ha hecho su delegado en Guanajuato a un joven que ni siquiera supo, en un acto de campaña partidista, multiplicar correctamente cuatro por cuatro. Fernando Bribiesca Sahagún (hijo de Manuel Bribiesca y Marta Sahagún, ella luego casada con Vicente Fox Quesada) fue candidato a presidente municipal de Celaya (sus padres también lo fueron, y también perdieron) por el consorcio PRI-Verde-Panal, y fue irónicamente derrotado por el PAN.
El ahora delegado de la SEP había sido diputado federal por obra y gracia de Elba Esther Gordillo, gran amiga de su mamá, en el Panal. Y, en la campaña por la presidencia celayense, ofreció articular su política en cuatro ejes con cuatro apartados, lo que daría como resultado… 24 temas, según puede verse en https://goo.gl/k1CYeh (al final, con una exhortación especial de su correligionaria Carmen Salinas). En el video se ve a Bribiesca Sahagún volteando a su derecha para ir leyendo los enunciados de los ejes de su propuesta, como si apenas los estuviera conociendo. Luego se le observa perplejo tras emitir su tesis de cuatro por cuatro igual a veinticuatro, hasta que algún aritmético básico le sopla que el resultado es dieciséis, número que el ahora flamante evaluador educativo pronuncia con alivio para finiquitar su numerito. De las acusaciones de corrupción contra su familia, y en especial contra la señora Marta
, el representante de Nuño en Guanajuato ya tronó en febrero de este año cuando, entre otras cosas, declaró: amo profundamente a mi madre. ¡Por el amor de Dios, es mi mamá!, y no acepto que se le ofenda más. ¡Ya basta!
(http://goo.gl/z7bxRC ). ¡Felicidades por la estigmatizante adquisición, secretario Nuño! Y, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx