Antalya, ciudad situada en la costa mediterránea de Turquía y sede de la cumbre del grupo de las mayores 20 economías mundiales (G20) a realizarse este domingo y lunes, fue convertida en una verdadera fortaleza, sobrevolada por helicópteros y vigilada por más de 12 mil policías.

En sus alrededores están prohibidas cualquier tipo de manifestaciones que suelen hacerse presentes en los encuentros multilaterales, reuniones al aire libre o despliegue de pancartas.

La décima edición del G20 tiene lugar dos días después de los ataques terroristas en París.

Desde el sábado comenzaron a llegar algunos mandatarios, entre ellos el presidente de México, Enrique Peña Nieto; de Brasil, Dilma Rousseff, y de China, Xi Jinping.

Miembros de delegaciones y periodistas tienen que pasar diversos controles de seguridad para acceder al municipio de Belek, donde se desarrolla la cumbre, que incluyeron paso por escáneres y exhaustivas revisiones de cada una de las pertenencias.

Fuerzas turcas informaron el sábado que mataron a cuatro combatientes del Estado Islámico (EI) en zonas próximas a la frontera con Siria. Esta semana, Turquía informó que arrestó a nueve presuntos miembros del EI, que se cree preparaban un ataque suicida con bomba en Estambul.

Turquía se mantiene a la caza de los extremistas del EI desde el doble atentado contra una manifestación por la Paz el pasado 10 de octubre que mató a 102 personas e hirió a 500, el peor ataque de este tipo en la historia del país.

Aunque el G20 habitualmente se centra en asuntos económicos, tras los ataques en París, se anticipa que la cumbre esté centrada en la lucha contra el terrorismo y la seguridad mundial.