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De nuestras Jornadas

¿Y Guerrero cuándo?

C

on lanzar la piedra contra los que ya se fueron el gobierno de la República no se libra de culpa –como pareciera ser su intención– por la inseguridad y la violencia que predominan en Guerrero en general y en Acapulco en particular.

Nadie duda que tanto el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero como su suplente, Rogelio Ortega Martínez, no formaron instituciones, no capacitaron policías y que tampoco había controles de confianza, como acusa el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; no obstante, resulta difícil de creer que ese haya sido el factor determinante para que Acapulco, por ejemplo, se haya convertido en la ciudad más violenta del país.

Es entendible lo afirmado por el funcionario federal: Era muy difícil tomar la acción que le correspondía al gobierno de Guerrero, y se lo dijimos al gobernador (Ángel) Aguirre y al gobernador interino, pero con ello el jefe de la política interior del país está arrojando definitivamente toda la culpa del fracaso del combate a la violencia a los dos ex gobernadores porque, aun habiendo creado instituciones, habiendo formando nuevos policías, capacitándolos, y estableciendo controles de confianza, ¿qué podrían haber hecho?

Habría que tomar en cuenta que la función del gobierno municipal en el rubro de seguridad es la prevención del delito y la del estatal es la persecución y castigo de los ilícitos del fuero común, pero los que están asfixiando a los guerrerenses son los del orden federal, derivados de la operación de la delincuencia organizada, que debe combatir y sancionar la Federación.

Que no nos diga Osorio Chong que la policía estatal pudo haber hecho más que el Ejército, la Marina, la Policía Federal y la Gendarmería en el combate al narcotráfico y el crimen organizado, porque sencillamente no resulta lógico ni creíble.

Si echamos un vistazo al convoy de patrullas que recorren la ciudad, se verá que por delante va el Ejército, luego la Policía Federal, seguida por la Gendarmería y atrás, muy atrás, las fuerzas estatales y la policía municipal, en plan secundario.

No se trata de hallar culpables: el pasado no tiene remedio, pero sí se puede crear el futuro. Si, como dice Osorio Chong, el gobernador Héctor Astudillo Flores está siguiendo las directrices que le marca la Federación, es de esperarse que en adelante los resultados sean diferentes a los catastróficos atribuidos a los ex gobernadores.

Si el gobierno federal ha hecho de Michoacán uno de los estados más seguros del país, es de esperarse que el siguiente en alcanzar ese estatus sea Guerrero.