Espectáculos
Ver día anteriorLunes 2 de noviembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Unas 30 mil personas participaron en el Janal Pixán bajo la última luna de octubre

En Mérida, el luto fue remplazado por la alegría en el Paseo de las Ánimas

Elaborados altares, coloreados por el naranja del cempasúchil, mostraban las fotos de los que ya se fueron y que regresarán para deleitarse con sus platillos predilectos, como relleno negro, mucbipollo y xec

El alcalde Mauricio Vila Dosal partió plaza con su traje típico y sombrero de jipijapa

Foto
El desfile de calaveras y monstruos concluyó en el Cementerio General, momentos antes de que se invocara a las almas para su retorno del más alláFoto Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Periódico La Jornada
Lunes 2 de noviembre de 2015, p. a13

Mérida, Yuc.

La muerte en Yucatán fue una celebración de vida. El luto fue remplazado por la alegría y el color para recordar a familiares y amigos que dejaron este mundo. Fue una procesión de almas en dos planos de la existencia.

Bajo la última Luna de octubre y de las estrellas, ríos de gente inundaron Mérida. En lo que se llamó el Paseo de las Ánimas, unas 30 mil personas con la cara pintada de calavera, luciendo hipiles y guayaberas, recorrieron las 20 cuadras que hay entre el Arco de San Juan y el Cementerio General. Entre los peregrinos iba Mauricio Vila Dosal, alcalde de la capital yucateca, quien vistió un traje típico de la entidad, con su característico sombrero de jipijapa. Durante el recorrido se escuchaban jaranas.

Los vecinos colocaron altares; también lo hicieron las comisarías y las dependencias municipales, invitadas por el ayuntamiento de Mérida. En las ofrendas resaltaban las fotografías de los familiares fallecidos, quienes, según la tradicón, regresarían al mundo de los vivos por la noche para disfrutar de la comida que en vida los deleitaba, y, tal vez, para saborear una marquesita o esquite que encontraran en el camino.

La ola humana subía y bajaba por las calles del centro histórico de la capital yucateca. El ambiente era aromatizado por incienso. En los altares, el Janal Pixán celebrado en la península se combinaba con tradiciones de otras partes del país, de tal forma que las naranjas chinas y los elotes compartían el mantel con el pan de muerto y las calaveras de azúcar.

En los dos kilómetros del Paseo de las Ánimas diversos personajes llamaban la atención, como una niña que intentaba comer un pan más grande que su mano y un turista que usaba rastas y llevaba la cara pintada de calavera, mientras un perro, en los brazos de su dueño, disfrutaba las caricias que le hacían los paseantes. Algunos vecinos miraban el desfile desde la azotea de sus casas.

Aromas de la región

En la Ermita de Santa Isabel estaban los altares más elaborados. Fueron instalados en una especie de casas de madera, cuyo aroma se fundía con el del relleno negro, el mucbipollo y el xec, para delite de los difuntos. A esos platillos los acompañaban las fotografías de los seres queridos, el naranja de las flores de cempasúchil y el dorado de la miel.

Las cervezas y la coca cola remplazaron al x’tabentún en los altares yucatecos. Eran pocos en los que esa tradicional bebida ocupaba un espacio principal.

Por ahí se escuchaba La chinita al ritmo de la jarana. Los jóvenes conversaban sobre si ya habían leído tal o cual whats o visto el snap, mientras los más grandes iban de guayabera o hipil, también con la cara pintada de calavera; algunos fueron más audaces y lucían caracterizaciones aterradoras. Hubo algunos disfrazados de monstruos.

No faltaron altares para causas sociales. Unos dedicados a gente que falleció de sida, otros a los padres que perdieron sus bebés. También los había para animales y universidades.

La comunidad extranjera en Mérida también festejó las efemérides, según sus costumbres. Un grupo de canadienses celebró el Halloween en una banca, donde repartían paletas. Greg, Charlotte y Pearl, quienes desde hace años residen en México, provienen de Vancouver. Estaban acompañados de una calabaza –naranja, no yucateca–. Consideraron maravilloso el Janal Pixán.

Aquí se honra a los muertos. Los celebran en vez de llorar, afirmó Greg.

David Micó, cónsul de Estados Unidos en México, acompañado por su esposa y sus hijos, también hizo su aparición; conversaba con los paseantes y compatriotas. Él puso un altar en homenaje a Walt Disney, en el que participaron las familias de los trabajadores de la oficina diplomática.

David Micó platicó sobre su primera experiencia en las celebraciones yucatecas, mientras sostenía un tamal. Afirmó que aún no probaba el pib, pero que, sin duda, lo haría. Expresó sentirse feliz por estar en Mérida.

En los puestos, se vendían calabazas y piñatas alusivas a protagonistas de las más emblemáticas películas de terror. También se exprendían pibes, marquesitas, frappés y pizzas, entre otros alimentos.

El recorrido concluyó en el Cementerio General de Mérida, unos minutos antes de que las almas salieran de sus moradas camino a los altares. Cientos de paseantes deambualaban por la calle principal de la necrópolis.

Las almas de las familias más pudientes del siglo pasado descansan entre las estatuas y los mausoleos importados de Francia, monumentos que reflejan la gloriosa época del henequén en Yucatán. Sin embargo, algunos ya muestran los efectos del paso del tiempo.

La Luna iluminaba el cementerio y daba un aspecto espectral, donde los niños temían acercarse a los sepulcros, mientras sus familiares se tomaban fotos.

Adentrándose en el camposanto, entre las tumbas, una pareja unía sus almas en un beso espectral. Fue el momento de regresar.

De pronto una turista anglosajona preguntó: ¿Es una estrella de cine?

No, es el alcalde, respondió su amiga al observar a Mauricio Vila Dosal, quien se tomaba la foto del recuerdo con algunas personas. Las turistas rieron al ver una escena de la política meridana.

Por otra parte, unos visitantes conversaban al pie de la tumba de Alma Reed –su amado Felipe Carrillo Puerto descansa frente a ella, junto a los que lo acompañaron el fatídico 3 de enero de 1924, en que fueron asesinados–. Comentaban sobre la relación entre el gobernador socialista y la periodista estadunidense.

La hora del retorno de los muertos se acercaba. Un h’men maya hizo un ritual para invocar a las almas a regresar a la tierra de los vivos. Las ánimas empezaron a aparecer en el Cementerio General de Mérida.