Vivos y muertos bailan, cantan y ríen en esta típica celebración
más alládan vida al desfile del Zócalo capitalino
Trabajos para reforzar estructura de tzompantli interrumpen actividades
Lunes 2 de noviembre de 2015, p. a11
El domingo por la mañana se realizaron trabajos de reforzamiento en las estructuras que sostienen los tzompantlis de la magna ofrenda que con motivo de Día de Muertos se instaló en el Zócalo Capitalino.
Uno de los cuatro tzompantlis, diseñados por el artista Felipe Ehremberg, con la colaboración de Lourdes Hernández-Fuentes y personal de los faros de Oriente, Milpa Alta, Tláhuac e Indios Verdes se desplomó el sábado al mediodía, debido a los fuertes vientos, por lo que personal de Protección Civil resguardó la plancha del Zócalo (La Jornada, 1/11/15). Fue hasta las 18 horas de ese mismo día continuaron algunas de las actividades artísticas programadas.
El titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal, Eduardo Vázquez, explicó ayer que se quitó una de las seis hileras de cráneos que conformaban cada instalación para restarle peso y se dejó un círculo de vallas de metal a su alrededor.
Las hileras de cráneos que se retiraron se colocaron alrededor del colorido tapete de aserrín que se encuentra debajo de la estructura que se vino abajo.
El fuerte remolino de viento que provocó el desplome es un elemento a considerar para las futuras instalaciones
, dijo el funcionario.
Algunas de las actividades que se realizarían el sábado se reprogramaron para este domingo, a partir de las 15 horas, entre ellas la presentación de la Orquesta de Pérez Prado, la Marimba Nandayapa, la Orquesta Típica de la Ciudad de México, Héctor Chávez y el conjunto La Providencia, entre otras agrupaciones.
Mientras estuvo cerrado el acceso al Zócalo y a la magna ofrenda, paseantes, parejas y familias se recargaban sobre las vallas, observando los trabajos, sin ser informados de lo sucedido ni conocer la hora en la que se reanudaría el programa artístico.
El sábado por la noche, seres del más allá y el más acá, y una que otra criatura de otras dimensiones, se dieron cita en el Centro Histórico para iniciar los festejos el Día de Muertos.
Fue una celebración muy viva y vital, harto vistosa y colorida, en la que decenas de miles, un chingo
de personas (como acostumbraba decir el fallecido cronista Carlos Monsiváis para referirse a una cantidad difícil de precisar) rindieron culto a la huesuda con un jubiloso desfile.
Fue el primero de su tipo en esta urbe, organizado por la Secretaría de Cultura capitalina.
El desfile tuvo como punto de partida el Hemiciclo a Juárez, ubicado en el costado sur de la Alameda Central, y su recorrido abarcó la avenida Juárez, un fragmento del Eje Central, la calle 5 de Mayo y la Plaza de la Constitución, donde concluyó.
Cientos de asistentes acudieron ataviados con ingeniosos disfraces. Fueron nueve los contingentes en los que se dividió el estridente desfile, admirado y aplaudido por miles de personas que lo disfrutaron durante sus poco más de 60 minutos de trayecto.
Este maremágnum humano, en el que vivos y muertos
gritaron, bailaron, saltaron, cantaron y rieron por igual, en un ambiente de sano y contagioso desmadre, fue acompañado por gigantescos alebrijes de cartón, algunos iluminados, así como por grupos musicales de diversos géneros, desde batucadas hasta bandas sinfónica de viento oaxaqueñas.
En una atmósfera de jolgorio, muy semejante a la de un carnaval, fue como concluyó este primer Desfile de Catrinas y Catrines, justo a un costado de la magna ofrenda de muertos instalada por el Gobierno del DF en la plancha del Zócalo, y con la cual se conmemoró a las víctimas del terremoto de 1985.