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Propuesta de reestructuración Héctor Robles Berlanga El planteamiento que aquí presento es suscrito por varias organizaciones sociales, en el marco de la Iniciativa Valor al Campesino. Es un análisis y una propuesta, con base documentada y con la idea y el interés de un cambio profundo. Lo primero que debe modificarse es la manera como se percibe al pequeño agricultor o campesino. La Real Academia considera al campesino como un individuo incivil (grosero), persona falta de trato social, poco habituada a las costumbres de las grandes ciudades, de modales rústicos, persona tímida, silvestre, espontáneo e inculto. Es la misma visión que se tiene en varios países y en la política de nuestros gobiernos en América Latina. Y en los programas públicos de muchos de nuestros países, además se le califica de improductivo y atrasado. ¿Eso son? Claro que no. Uno de los problemas en América Latina es que existe una desigualdad en la distribución de la tierra: hay un número muy grande de pequeños productores y uno muy pequeño de grandes productores. Los más bajos grados de desigualdad, pero aun así significativos, están en Perú, Bolivia y México, donde hubo una reforma agraria y distribución de la tierra. Por lo tanto, en nuestros países lo que predomina es la pequeña agricultura. No se puede pensar en la agricultura y en la soberanía y seguridad alimentaria sin la aportación de los pequeños. La gran agricultura se especializa en dos o tres productos, la pequeña en una gran diversidad y ésta es la que nos alimenta. En casi todos los países de América Latina lo productores de pequeña escala representan más de 70 por ciento del total. Por tanto, les guste o no a los gobiernos, ellos son los predominantes y por tanto la política pública debería estar enfocada en ellos. En el caso mexicano, siete de cada diez productores son pequeños. La mayoría tiene cinco hectáreas o menos. Y este grupo de productores es el que más ha crecido en las décadas recientes. El gobierno muchas veces nos dijo que lo que teníamos que generar era economías de escala y parece que los campesinos entendieron al revés y generaron más economía de pequeña escala. En 1930 teníamos alrededor de 230 mil unidades de producción menores a cinco hectáreas y ahora tenemos cerca de tres millones. Estos productores pequeños aportan el 40 por ciento de la producción nacional, fundamentalmente de maíz y frijol. ¿Cómo que no son productivos, sin realizan este aporte en superficies pequeñas?, contando apenas con el 16 por ciento de la superficie agrícola y con muy pocos apoyos públicos. Una virtud más de la agricultura de pequeña escala es que genera empleo, no sólo de tipo familiar; seis de cada diez empleos en el sector son propiciados por los pequeños y medianos productores. Asimismo, ninguna de las agroindustrias del país se niega a trabajar con pequeños agricultores, pues son fuente de una parte importante de su abastecimiento. Nunca he escuchado a los agroindustriales decir, como sí lo dice el gobierno, que los pequeños agricultores sean infuncionales. ¿Qué pasa con el presupuesto? En los 15 años recientes creció entre 170 y 180 por ciento. Cada año hubo más recursos públicos para el campo, y los resultados han sido negativos. En la propuesta de Valor al Campesino insistimos en esto: no es un problema de más o menos dinero, sino de política pública, de una política pública distinta. Gráficas cruzadas muestran cómo ha crecido el presupuesto rural y al mismo tiempo la pobreza de la población en este ámbito se ha mantenido sin cambio durante los 15 años pasados. Una explicación inicial de esto es que tenemos una gran pulverización de la política pública. Hay en México alrededor de 150 programas rurales, o 160, nadie sabe bien, ni siquiera los secretarios de Agricultura saben, se los hemos preguntado. Es muy complejo el presupuesto, pero de esos 150 o 160 sólo llegan ocho a la mayoría de municipios del país, y de esos siete son de corte social. Además, es muy improbable encontrar algún productor que acceda a cinco programas. ¿Qué sentido tiene tener 150 si los productores acceden sólo a dos o tres? Lo que le estamos diciendo al gobierno es que esta política pulveriza las acciones gubernamentales y no llega a la mayoría de los productores, por tanto debemos reducir el número de programas. ¿Cómo atienden a los productores? Como pobres, se les da apoyo de la vertiente social que es la asistencial, apoyo de Prospera (antes Oportunidades), del programa Adultos Mayores, pero no para producir. Se les quiere sacar de la pobreza con apoyos asistenciales, no productivos. Lo que estamos planteando en la Iniciativa es que los apoyos debieran ser de carácter productivo no asistencial, porque a la parte sur de país llegan los apoyos sociales, y al norte, fundamentalmente a las zonas de riego, llegan los productivos. Otro problema que queremos resolver es la alta regresividad de los apoyos. En México se apoya a los grandes productores con subsidios para producir y le echamos la culpa a los pequeños, les decimos “ustedes son improductivos, no trabajan”. Los que reciben los subsidios son los grandes. Dos ejemplos son el Proagro (antes Procampo): el 20 por ciento de los beneficiarios, de mayor escala, se lleva el 60 por ciento de los recursos, y el financiamiento: el 3 por ciento de los productores se lleva más del 80 por ciento. Por eso decimos no a este tipo de apoyos productivos, no beneficiar a los grandes con subsidios, sino cambiar la política pública. ¿Cuál es la propuesta que impulsamos? Primero, decimos que Proagro se limite a dar subsidios a 20 hectáreas por unidad; el gobierno nos ha dicho que son muchos los que se afectarían, y nosotros decimos que no es cierto. El padrón de Proagro es de dos millones 300 mil. Con esta propuesta afectaríamos a 40 mil, todos los demás están en 20 hectáreas o menos. También estamos planteando que el Progan (apoyo ganadero) se limite a cien cabezas de ganado por productor. Este límite afectaría a 12 mil de alrededor de 350 mil productores. Asimismo, estamos planteando un solo padrón y una sola ventanilla para recibir apoyos públicos. Hoy se deben hacer muchos esfuerzos para bajar recursos. “Ve a la ventanilla de la Secretaría de Agricultura, ve a la de Medio Ambiente, ve a la Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano… tienen que ir aquí y allá y simpre se encuentran con que la mayoría de sus proyectos son rechazados. Curiosamente siempre se ejerce el presupuesto beneficiando a los mismos, porque hay lo que se conoce como el “ventanillero”, que está altamente capturado desde las instituciones y es por medio de esta figura que se ejercen los recursos. Por eso pedimos un solo padrón, pues eso va a permitir observan quién recibe más de dos apoyos y decir no. Y decimos una sola ventanilla, porque muchas veces en la tramitación el productor se gasta más de lo que va a recibir. Otra propuesta que hacemos es acabar con los proyectos productivos pequeños dirigidos a grupos de diez, 12 personas o menos, que no generan capital social y lo único que hacen es que se dispersen los recursos. Pedimos proyectos territoriales, que impacten, que generen organización, que generen la posibilidad de hacer economías de escala, que generen participación social. También estamos hablando de hacer realidad la inclusión financiera. Y sobre la base de dos programas, Proagro y Prospera, estamos planteando que los productores tengan oportunidad de usar esos recursos para el financiamiento y para el agua. Es uno de los planteamientos centrales. Decimos que el Proagro podría servía de garantía para recibir el financiamiento en un momento oportuno para la siembra, porque cuando se recibe hoy día ya no sirve para nada. Otro elemento es que pensamos que nada es posible sin organización. Debemos acabar con los enfoques individuales, característicos de la política pública. Al gobierno le da miedo la organización. Considera que así la gente va a reclamar y por eso trata de evitarla. Nosotros decimos que no hay que temer. También estamos viendo que tenemos que reconstruir el sistema de extensionismo, de capacitación, con responsabilidad, que los técnicos dependan de los productores, y sean ellos quienes lo elijan y lo evalúen. Muchos de los técnicos son contratados por el Instituto Nacional para el Desarrollo de Capacidades del Sector Rural (INCA Rural) y se la pasan haciendo informes para esta institución y no haciendo actividades con los productores. También pedimos articulación de los programas. Estamos planteando que un conjunto de programas se convierta en uno solo. Los funcionarios dicen que es prácticamente imposible la articulación entre instituciones. Hay que hacer esto desde abajo y fundamentalmente reduciendo la oferta institucional. Queremos un solo programa, una sola operación y una sola ventanilla. Agrupar los programas PESA, Proagro, en el caso de la Secretaría de Agricultura, y lo mismo en el ámbito social e igual en el ambiental. El productor es uno, el gobierno es el que lo ha fragmentado. Planteamos por eso ese enfoque territorial y agrupar toda la oferta institucional, lo cual da 71 mil 500 millones de pesos. Y pasar a bienes públicos. En lugar de estar invirtiendo en pequeños cositas, hay que financiar con recursos públicos más investigación, desarrollo de capacidades, bodegas, caminos, estas cosas que terminan beneficiando a un conjunto de productores y no a uno solo. Este es el planteamiento que estamos haciendo, con un elemento importante: le decimos al gobierno “no evadimos la responsabilidad, si vamos a recibir un subsidio, también queremos se responsables”, porque que ha sucedido que muchas organizaciones reclaman y están siempre formadas en la ventanilla; han dejado de hacer procesos de organización, de incidencia. Nuestros países de América Latina no se pueden pensar sin la participación decidida de los campesinos. No hay desarrollo sin ellos. El futuro de América Latina y del mundo descansa en esos productores. Son el presente y el futuro. Financiamiento para pequeños Juan Carlos Cortés García
Los integrantes del sector agropecuario sabemos que la realidad cambió hace unos cuantos años. Durante tres décadas y media los países en desarrollo fuimos recomendados en importar alimento barato y en utilizar nuestros recursos en otros sectores de la economía; eran tiempos donde la oferta rebasaba la demanda, eran tiempos resultados de la revolución verde, donde México fue actor principalísimo. Y esto hicimos mientras los países desarrollados apoyaron fuertemente a su sector agropecuario. Pero esto cambió dramáticamente. La demanda no sólo creció, cambió su conformación y tuvo efecto profundo sobre las variables del sector. Es cierto que hoy tenemos inventarios altos [de cereales] a escala global pero la realidad es que para 2050 el mundo tendrá que alimentar su producción de alimentos en 60 por ciento. El reto es enorme, formidable y lo tendremos que hacer en circunstancias difíciles. La frontera territorial agrícola y también la pecuaria están agotadas; tenemos la necesidad de cambios tecnológicos, cosa que ANEC está haciendo. Tenemos que aumentar la productividad. Tenemos una realidad de shocks importantes a la oferta, shocks negativos por el cambio climático. Hoy tenemos la presencia del fenómeno de El Niño, el más importante hasta ahora desde 1950, pero que probablemente termine siendo el fenómeno de El Niño más importante de la historia. Y por último, mercados altamente volátiles con movimientos inesperados de precios y fluctuaciones importantes que condicionan y ponen en riesgo el ingreso de los productores. El reto y la problemática son reconocidos por aquellos que nos recomendaban hace algunos años importar alimento barato. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo… Incluso el Foro Económico Mundial, en su evento anual de Davos, en su documento sobre riesgos globales, que destaca los riesgos más importantes que enfrenta la humanidad cada año, lleva cinco años consecutivos en que por lo menos en tres pone el tema de producir alimentos como uno de los grandes retos de la humanidad. En ese desafío América Latina va a jugar un papel importantísimo. Es una de las regiones donde todavía tenemos capacidad de producir alimentos. Y en este marco el rol de México es fundamental, pero principalmente de los productores pequeños y medianos. Allí está el gran potencial de aumentar la producción agropecuaria. ¿Qué está pasando a escala global? Los países están adecuando su marco de políticas. Dos ejemplos, la Farm Bill, o Ley Agrícola de Estados Unidos, publicada en febrero de 2014, trae los cambios más importantes de política pública hechos por los estadounidenses en los 40 años recientes. Y el Pacto Comunitario Europeo, publicado en diciembre de 2013 después de dos años de consultas, trae los cambios más relevantes de políticas públicas en los años recientes en la Unión Europea. El mundo se adecua a una nueva realidad. Y esto lo están haciendo muchos países. Pero en estos cambios quiero resaltar puntos que para mí son relevantes. Primero que en todas estas modificaciones de política pública juegan un papel central los pequeños y medianos productores, en todos. No importa que Estados Unidos tenga grandes superficies productivas; el pequeño y el mediano juegan un papel relevante y por supuesto también así es en el caso de los europeos y otros lugares en el mundo. Reitero, allí está una parte importante del potencial productivo a futuro. Y segundo, un tema que nos es intrínseco en la FND, el del financiamiento. No existe un solo sector agropecuario desarrollado que carezca de un sistema financiero para el campo profundo, competitivo, con tasas adecuadas. Es intrínseco. Porque a escala mundial nuestros sectores necesitan flujos de financiamiento, ustedes lo saben. Le pedimos al banco, o al intermediario, o al agiotista o al proveedor, pero cada ciclo salimos a pedir financiamiento, y es el pequeño productor el que tiene más desventajas. Al gran empresario le prestan en condiciones más competitivas. Con el pequeño es más desventajoso. Por eso la importancia de contar con un sistema financiero que apoye a los pequeños y les permita mejores condiciones. Diversos estudios evidencian claramente que a mayor penetración, a menor costo financiero, mayor PIB, mayor ingreso per cápita, mayor empleo. Y aquí entramos al tema de la Financiera. El 20 de agosto pasado se cumplió un año del anuncio del presidente. Parece que fue ayer cuando nos reuníamos con Víctor Suárez y Olga Alcaraz a evaluar cuál debería de ser el planteamiento dentro de la Financiera Nacional de Desarrollo. Y hace un año era fundamental demostrar primero que el sector agropecuario es sujeto viable de atención financiera. Hay muchos que argumentaban que no. Segundo, que dentro de esto, el pequeño productor es altamente viable, confiable y tiene un papel central. Tenemos que demostrar que tomando las decisiones correctas, se pueden ver resultados en el corto plazo, y fundamentalmente que el Estado mexicano estaba obligado a hacer eficiente su recurso y a orientarlo principalmente a aquellos que más lo necesitan, productores pequeños y medianos del sector agropecuario. Tenemos aquí, a un año, un resumen de los principales resultados y variables que hemos logrado junto con ustedes, reconociendo anticipadamente que falta mucho y no es motivo de festejo.
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