17 de octubre de 2015     Número 97

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Agrobiodiversidad, herramienta fundamental frente al
calentamiento global

Amparo Martínez Arroyo Directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC)


FOTO: Conocimiento Tradicional Agrobiodiversidad

El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) es de reciente creación, pues surgió con la Ley General de Cambio Climático, en vigor desde 2012, y plantea todo un arreglo institucional (donde están las secretarías de Agricultura, la de Energía y la de Medio Ambiente –sector al cual pertenece el INECC- y 15 secretarías más), que implica planes transversales y muchas actividades y proyectos para enfrentar de una mejor manera el calentamiento del planeta. Esto ha sido una buena fórmula, pero tiene que ser complementado con la participación social o con la unión de actividades en distintos niveles de la sociedad.

El 2015 es el año donde se va a intentar hacer un nuevo acuerdo internacional sobre cambio climático. A fin de año la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (la COP 21), en París, va a recoger todas las propuestas que hacen los países para reducir sus emisiones y aumentar sus capacidades de adaptación.

El próximo año se desarrollará en nuestro país otra Conferencia de las Partes, que es sobre la biodiversidad. Entonces vamos viendo cómo todos estos temas necesariamente confluyen y tenemos que aprender a trabajar juntos y encontrar las formas en que los sectores –el que está atendiendo directamente la parte de ecología, el que está atendiendo la agricultura, el responsable del cuidado de suelos, o del agua, el manejo de la energía, la salud…, todos- pueden tener proyectos transversales que nos ayuden a lograr verdaderos avances en estos momentos.

México va a llegar a la COP 21, a este gran acuerdo internacional que se va a signar, con una propuesta de reducción de emisiones que es bastante ambiciosa. Brevemente digo cómo van a ser estas propuestas que se harán en París:


FOTO: CIFOR

Existe un Protocolo, el de Kioto, en vigor actualmente, en el cual había obligaciones específicas para los países desarrollados y eran voluntarias para los demás países. En estos años que tiene el Protocolo de Kioto, y que termina en 2020, no todos los países firmaron. Muchos redujeron sus emisiones de manera considerable, pero las emisiones a nivel planetario se duplicaron. Entonces se ve que hay una necesidad muy grande de que todos pongan su voluntad para reducir lo que se pueda. Entonces se llegó al acuerdo en Polonia hace dos años de que para el siguiente protocolo que entraría en vigor sustituyendo a Kioto, todos los países deberían decir y determinar cuánto podrían reducir y qué se podría hacer. México fue de los que defendió mucho que se pusieran allí metas de reducción y de adaptación al cambio climático. Se trata de reducir la vulnerabilidad y proteger a la población de cada país, los ecosistemas y la infraestructura. Entonces México llega a esta reunión proponiendo reducir sus emisiones en 22 por ciento. Nuestra ley decía 30 por ciento pero de manera condicionada, o sea si hay apoyos internacionales. Aquí se dice que va a ser de manera incondicional, en gases de efecto invernadero y 51 por ciento en carbono negro. Se tomó la decisión de meter el carbono negro, aunque éste no se considera en la Convención, tanto porque influye mucho en el cambio climático, en el calentamiento global, como que es el que causa mayores problemas de salud a la población.

En cuanto se empiecen a tomar estas medidas, el beneficio inmediato sería para la población porque se estaría adoptando la política de que todas las medidas de mitigación que se hagan en México tienen que beneficiar de inmediato a la población, sobre todo por cuestiones de calidad del aire, de calidad de vida, de beneficios concretos para la protección de la salud y de la población vulnerable.

Esta posición de México plantea además una propuesta de adaptación al cambio climático. Lo que quiere decir adaptación es que dado que el clima va a cambiar, de hecho está en proceso el cambio climático, y lo que tratamos de hacer con todas las medidas es frenar la velocidad. Dentro de las medidas tenemos que contemplar cómo irnos programando para que los impactos sean menos severos. México es un país muy vulnerable al cambio climático por su posición geográfica, entre dos océanos, y porque ya teníamos, al igual que en otras partes del mundo, una crisis ambiental. Todos los efectos del cambio climático se vienen a sumar a eso.


FOTO: Conocimiento Tradicional Agrobiodiversidad

Para México es muy importante que se tomen medidas en el sector agrícola, como una parte de su plan para combatir el cambio climático, por ejemplo que signifiquen hacer sinergias entre distintas actividades que ya se tienen. Que todas las actividades de mitigación ayuden a reducir la vulnerabilidad, por ejemplo las cuestiones de cero deforestación y tecnologías sustentables en el campo. De manera particular, estamos haciendo hincapié en que la agrobiodiversidad que tenemos en México es una de nuestras grandes fortalezas frente al cambio climático. Eso nos da una gama de alternativas en los momentos en que vaya cambiando el clima en distintos sitios. Ante la gran incertidumbre que hay de qué va a pasar en cada zona, cómo va a cambiar en cada área de la República, si nosotros conservamos nuestra biodiversidad, vamos a tener una gama de posibles soluciones, no así si nos vamos con un solo tipo de cultivo, un solo tipo de semilla, eso realmente sería la peor estrategia que podríamos seguir.

La mitigación debe ir acompañada de adaptación. Tenemos que recuperar una serie de prácticas tradicionales que funcionen tal vez de forma diferenciada, según los sitios en que fueron concebidas. Aumentar mucho las posibilidades de tener biofertilizantes, acorde con lo que se estipula en el Año de los Suelos, mejorar la calidad de los suelos, que es por donde todos los escenarios indican que la agricultura de México puede tener sus mayores problemas.

Este aniversario de ANEC llega en un momento donde hay mucho que reflexionar, muchas alternativas con las que podemos trabajar. Tenemos que visualizarlas, pensar en qué sitios aplicarlas. Ver dónde se aplican unas y otras, y tenemos que trabajar conjuntamente con los distintos sectores, los de energía, medio ambiente, agricultura obviamente, para tener suficientes recursos y reducir nuestra vulnerabilidad. Esto, considerando también la responsabilidad que tenemos con el resto del planeta solidariamente.


Innovación abierta con
perspectiva agroecológica
para pequeños agricultores

José-Alberto Zarazúa
Investigador postdoctoral (Conacyt). Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (ININEE)


FOTO: RD

Desde hace varios años impera en el discurso de diversos organismos internacionales las bondades del proceso de innovación tecnológica y su potencial para contribuir al desarrollo en diversos ámbitos.

Sin embargo, en el sector rural mexicano la realidad pareciera diferente ante el incremento constante de la brecha tecnológica de los productores nacionales, en un contexto de instrumentos y políticas públicas sectoriales abocadas a la atención de productores en transición y/o empresariales desde una perspectiva hegemónica, sobre todo cuando 73 por ciento de los cinco millones 325 mil 223 unidades económicas rurales identificadas en México corresponden a los estratos E1: familiar de subsistencia sin vinculación a mercado, y E2: familiar de subsistencia con vinculación a mercado, con ingresos por ventas de un rango de 16 pesos a 55 mil 200, según el Diagnóstico del Sector Rural y Pesquero de México 2012, realizado por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

Recientemente, el gobierno de México y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acordaron formar un frente común para democratizar la producción agroalimentaria y hacer frente al reto de incrementar la producción de alimentos en 60 por ciento, teniendo como base la agricultura familiar (Oncenoticias, 29 de junio 2015); sin embargo, con la actual orientación del gasto público, carente de una estrategia integral que permita focalizar esfuerzos y capacidades, el panorama se percibe poco alentador. Por ejemplo, en el análisis del gasto público destinado al desarrollo agrícola y rural de México, realizado por el Banco Mundial (2009), se indica: “La reasignación del gasto de bienes públicos a bienes privados contribuiría a una mayor eficiencia del gasto en agricultura. Los resultados del análisis de regresión muestran que un aumento del diez por ciento del gasto público en agricultura destinado a bienes privados como porcentaje del valor de la producción agrícola está asociado con una reducción del 2.6 por ciento del crecimiento del PIB agrícola. Por otra parte, el gasto en bienes públicos agrícolas muestra un impacto positivo, aunque estadísticamente poco significativo, en el crecimiento del PIB agrícola”.


FOTO: AC CIMMYT

En dicho escenario, el principal reto que enfrentan los policy-decisions mexicanos relacionados con la agricultura minifundista, tiene que ver con el rompimiento de procesos e inercias administrativas, y permitir la toma de decisiones descentralizadas en el territorio donde se pretende incidir y con la suficiente sustentabilidad social.

Ello, a fin de favorecer la formulación de una estrategia integral que contribuya a dinamizar la agricultura minifundista mediante: i) la identificación de proyectos e iniciativas de desarrollo susceptibles de ser financiadas y de generar empleos y arraigo al territorio con perspectiva de género y respeto a la cosmovisión, usos y costumbres de los pueblos originarios; ii) transversalidad de políticas e instrumentos que optimicen y complementen recursos y capacidades, y iii) valoración del desempeño de los sujetos de apoyo y/o financiamiento y del impacto del o los instrumento(s) de política(s), así como sus operadores.

Desde un punto de vista más técnico, y con miras a favorecer el desempeño de los diversos instrumentos de políticas, deberá valorarse el paradigma de la innovación abierta con perspectiva agroecológica con miras a incidir en términos de la mejora de la calidad de vida de los productores (buen vivir), particularmente de aquellos que integran el 73 por ciento de las unidades económicas (estratos E1 y E2).

De la innovación abierta, se reconoce su novedad y potencialidad como paradigma que permite revalorizar los modelos interactivos donde los esquemas de colaboración e interacción con otros actores sociales integrantes del sistema productivo posibilitan la mejora del posicionamiento competitivo mediante la generación, difusión y apropiación del conocimiento tecnológico proveniente de diversas fuentes de aprendizaje (conocimiento tácito y explícito), al tiempo que contribuye al desarrollo y consolidación de los sistemas de innovación.

Por su parte, la perspectiva agroecológica proporciona un abordaje inter y transdisciplinar en lo que respecta a la actividad agrícola, reconociendo al conjunto de subsistemas flexibles y adaptables que integran al sistema productivo, y tomando como base el potencial de desarrollo del territorio, sin comprometer la sustentabilidad. Y ante todo, asumiendo que el nuevo conocimiento debe ser compatible y complementar los valores, usos y costumbres existentes (culturas rurales) con la resolución de problemas o la satisfacción de necesidades. Sólo así, verdaderamente, México estará apostando por políticas incluyentes y equitativas.

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