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Filantropía y movimientos sociales Sarah Hobson Directora ejecutiva de New Field Foundation, San Francisco
Hacer coincidir el dinero con la construcción de movimientos es tarea difícil. Si bien el financiamiento tradicional requiere una organización receptora única, contabilidad precisa, sistemas formales y mecanismos de control, la creación de movimiento implica un gran número de personas y organizaciones que necesitan flexibilidad, inspiración, una buena dosis de riesgo y el valor para lograr un cambio. De todo el dinero otorgado por el sector filantrópico de Estados Unidos, sólo una muy pequeña proporción se orienta a apoyar a los movimientos sociales, incluidos los dirigidos por organizaciones de pequeños productores, de pueblos indígenas y de mujeres rurales. De la cantidad limitada de financiación que está disponible para los movimientos, un porcentaje muy pequeño se dedica a la agroecología y a la creación de sistemas alimentarios equitativos. Sin embargo, el interés en los temas de alimentación está creciendo entre los fondeadores, pues observan los impactos del cambio climático y el crecimiento de la población mundial. Los donantes se están dando cuenta de los vínculos entre el sistema mundial de alimentos poco saludables, un planeta cada vez más envenenado, y la prevalencia de cáncer, diabetes, enfermedades del corazón y las diversas formas de desnutrición que afectan a las poblaciones de todo el mundo. Un sector atado a los mercados. El término “filantropía” en Estados Unidos incluye a todas aquellas personas e instituciones que intervienen para proporcionar dinero a objetivos sin ánimo de lucro, con el acompañamiento de ventajas fiscales. Más de 85 mil fundaciones tienen activos por más de 700 billones de dólares y adjudican alrededor de 50 mil millones de dólares al año. Dos tercios de este dinero provienen de individuos y familias, y están estrechamente relacionados con los intereses, personalidades y deseos de los donantes. En términos generales, la mayoría de la financiación va a organizaciones estadounidenses de las áreas de educación, salud, instituciones religiosas y bienestar ambiental y animal. Los fondos que van al ámbito internacional siguen siendo proporcionalmente pequeños, y de hecho descendieron en siete por ciento en 2013. Como sector, la filantropía está estrechamente relacionada con el sector financiero, y refleja los flujos actuales de capital de todo el mundo. Dado que los activos de las fundaciones son en su mayor parte invertidos para obtener retornos financieros máximos y un fuerte crecimiento, esto puede conducir a dilemas incómodos y contradicciones en cuanto a la misión y los principios de la institución. A modo de ejemplo, una fundación comprometida con financiar la mitigación del cambio climático podría encontrarse en un dilema si tiene grandes inversiones rentables en empresas petroleras. En Estados está cobrando fuerza una campaña que pide a las fundaciones “cancelar sus inversiones en combustibles fósiles”, pero la siguiente dificultad será dónde realizar entonces la inversión. Aunque que las fundaciones busquen invertir en compañías que tienen prácticas socialmente equitativas y ambientalmente sostenibles, las opciones no están siempre disponibles en la escala necesaria o con rendimientos comparables, dando lugar a la continua inversión en un sistema que alimenta la riqueza y el poder de las corporaciones y del sector privado. Otra tendencia creciente en el sector filantrópico es la “inversión de impacto” que implica usar dólares de la fundación para iniciativas que intentan mejorar la vida de la gente y tener un impacto positivo en la sociedad. No son subvenciones, sino inversiones que tienen que ser reembolsadas, tal vez con un poco de intereses, durante un número de años. Esto significa que la inversión va hacia una empresa de negocios que tiene suficientes ingresos para poder pagar una inversión. Esto puede ser muy valioso para dar apoyo a negocios emergentes que benefician a las comunidades, pero puede reducir los fondos disponibles para actividades esenciales sin fines de lucro de las comunidades, lo que conduce a una mayor austeridad para las personas con menos recursos. A la sombra de la crisis financiera mundial de 2007-08, en la que muchas fundaciones perdieron hasta 40 por ciento de sus activos y tuvieron que recortar programas de donaciones, persiste la preocupación en las fundaciones ante los choques que enfrentarán en el futuro y cómo éstos afectarán su trabajo. Una respuesta es colaborar con otras fundaciones afines para compartir ideas, desarrollar estrategias conjuntas y combinar recursos para tener más impacto, sobre todo al conseguir fondos para organizaciones de base que están haciendo una diferencia en el propio campo de acción. Rompiendo el molde: iniciativas de colaboración de los fondos. Varias iniciativas de financiación que empezaron en fechas recientes, apoyan a las organizaciones de campesions, movimientos sociales de agroecología y sistemas alimentarios saludables.
La Acción Conjunta para Organizaciones de Agricultores en África occidental se basa en el Año Internacional de la Agricultura Familiar 2014. Está dirigida por una fundación francesa en colaboración con dos italianas, una de Estados Unidos y una africana que tiene su sede en Senegal. La iniciativa tiene como objetivo vincular a las organizaciones de agricultores a escala local, nacional y de África Occidental. Promueve las prioridades e intereses de los pequeños productores en particular. La iniciativa contempla y apoya un movimiento dinámico y equitativo de los campesinos en el África occidental, y propicia que las organizaciones de campesinos y comunidades pesqueras creen y administren sistemas locales de alimentos de calidad en beneficio de las familias y las comunidades en su región de manera ecológicamente sostenible. El movimiento campesino promueve políticas locales y regionales de soluciones ecológicas, de induce el liderazgo de las mujeres, los indígenas y los jóvenes. Las cinco fundaciones asociadas en esta iniciativa celebraron recientemente una reunión consultiva en Senegal con representantes de 18 organizaciones campesinas de cuatro países (Burkina Faso, Ghana, Malí y Senegal), para identificar las prioridades de financiación. Éstas son: la construcción de capacidades de las organizaciones, apoyo al desarrollo de los sistemas alimentarios locales y ampliación de mecanismos para influir en políticas y prácticas locales, nacionales y regionales. Otra iniciativa de colaboración es el Fondo de Agroecología (www.agroecologyfund.org) que inició en 2012 y tiene nueve donantes, de los cuales siete son de Estados Unidos y dos de Europa. Hasta la fecha, el Fondo de Agroecología ha proporcionado más de dos millones de dólares en subvenciones para 14 colaboraciones compuestas por un total de 85 organizaciones en 16 países, incluidos México, Ecuador y Brasil. El fondo define la agroecología como una forma de vida basada en principios y prácticas que integran la cultura, el conocimiento, la salud, los medios de vida y el género. El Fondo de Agroecología busca aumentar el volumen, la colaboración y la efectividad a largo plazo de la investigación, la promoción y la construcción de movimientos de soluciones agroecológicas, sistemas alimentarios sostenibles y políticas que mitiguen los efectos negativos del cambio climático. Sus prioridades actuales incluyen profundizar los conocimientos y las prácticas de los campesinos, ampliar el movimiento agroecológico; aumentar la investigación, y documentar la innovación, sobre todo cuando se es realizada por la gente; y promover las políticas y los programas públicos a favor de la agroecología a escalas local, nacional e internacional. Otro ejemplo, la Alianza Mundial para el Futuro de la Alimentación (www.futureoffood), es una coalición de América del Norte y fundaciones europeas comprometidas con el aprovechamiento de sus recursos para conducir los sistemas alimentarios y agrícolas hacia una mayor sostenibilidad, la seguridad y la equidad. Su labor está dirigida por tres grupos de trabajo, uno de los cuales es el Grupo de Trabajo Transiciones Agroecología, que busca fortalecer la práctica y la voz de la agroecología, para defender la integridad de los sistemas naturales y el derecho humano a la alimentación, y abogar por el comercio y la políticas de inversión que respeten los sistemas de alimentos diversos y locales. Los proyectos actuales del Grupo de Trabajo Transiciones Agroecología incluyen el apoyo a los líderes de los movimientos sociales para asistir a las reuniones regionales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre Agroecología, que tendrán lugar en el Senegal y Tailandia en noviembre. Otro proyecto identificará y ampliar fuentes de financiación para apoyar las iniciativas dirigidas por la comunidad para fortalecer los sistemas de semillas locales y aumentar la agro biodiversidad. Más fondos estadounidenses para movimientos sociales. Los movimientos sociales y las organizaciones locales que deseen un mayor acceso a fundaciones de Estados Unidos y a su financiación deben tomar en cuenta una serie de factores. Para hacer donaciones, las fundaciones estadounidenses necesitan una organización que sea financieramente estable, que tenga sistemas financieros bien definidos y pueda proporcionar informes financieros precisos y oportunos. Las fundaciones tienen que reportar a sus propios consejeros y cumplir con los estrictos requisitos de las autoridades gubernamentales y fiscales para la información financiera y legal. Además, estas fundaciones buscan organizaciones que puedan demostrar la gobernanza responsable y confiable, liderazgo efectivo y programas con visión y un historial de logros. Los consejeros y el personal de las fundaciones también se preocupan de hacer el mejor uso de su dinero, con resultados bien documentados que pueden demostrar lo que ha cambiado y lo que se ha beneficiado. Idealmente, los resultados se documentan y se comunican con los datos cuantitativos, así como con historias e imágenes. A las fundaciones les gusta saber que las organizaciones a las que apoyan tienen relaciones y redes que amplifican el trabajo financiado. Cuando una ONG puede demostrar que una proporción significativa de los recursos que recibe se está dando a organizaciones comunitarias y que éstas mismas la gestionan, con resultados documentados, las fundaciones entonces pueden asegurar que están teniendo un impacto en campo. Muchas organizaciones no gubernamentales, nacionales e internacionales, así como instituciones de investigación y educativas, reciben grandes subvenciones de fundaciones estadounidenses, pero es raro que esas organizaciones destinen parte de esa financiación a las iniciativas impulsadas por la comunidad. Sus cuentas y estados financieros rara vez muestran cuánto de su donación llega y se gestiona de manera autónoma por las personas y las organizaciones a las que se busca beneficiar. Destacar este tema y pedir instituciones más grandes para auditar cuentas es una manera de llamar la atención sobre la escasez de fondos que llegan directamente a los movimientos sociales, las redes campesinas y organizaciones de la comunidad. Solicitar a las instituciones más grandes asignar una parte de sus fondos a las organizaciones que realizan el trabajo en campo como una cuestión de política y principios es otra manera. Cuando las organizaciones de base más involucradas en los movimientos sociales tienen la autoridad para tomar decisiones sobre el dinero, se cambia la naturaleza de las relaciones y se permite un balance más equitativo del poder.
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