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Apoyo a la agricultura familiar,
Es ampliamente reconocido que la sostenibilidad, el rendimiento, la nutrición y diversidad son atributos positivos que corresponden a la agricultura campesina en su comparación con la agricultura industrial o el agronegocio. Así, el discurso de organismos internacionales, como los de Naciones Unidas, e incluso órganos de empresas privadas, habla cada vez más de impulsar este tipo de agricultura, la de pequeña escala. Pero esto se ubica en una ruta filosófica aún, pues en los hechos las compañías y gobiernos nacionales todavía piensan que si hay ganancias todo está bien, y más temprano o más tarde, todo saldrá adelante, y mantienen el estado de cosas sin cambios, esto es mantienen los sesgos que apoyan fundamentalmente al agronegocio. Así lo consideró Jahi Chappell, director de Políticas Agrícolas y Agroecología del Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP) de Minneapolis, Minnesota y consideró que las políticas públicas rurales hoy día desdeñan el tema de la calidad de vida de los campesinos, “porque están pensando en ganancias solamente. Y ya sabemos por lo menos con la experiencia que hay en Estados Unidos, y México –integrado a sus vecinos del norte con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)- que la mayor productividad no va a proveer calidad de vida para el productor si no se impulsan otras acciones y apoyos, y que si todo mundo produce más los precios bajan y eso es malo para los productores pero es bueno para las empresas que ofertan fast food. En breve entrevista, opinó que en la agricultura ocurrirá una transición que induzca a apoyar a la agricultura de pequeña escala en los hechos y no sólo en el discurso, pues el cambio climático no permitirá ya la presencia de productores muy grandes. “No es que vayamos a cambiar mañana. Esto va a tomar tiempo, pero no puedo pensar en una razón ecológica para argumentar a favor de productores grandes, porque los pequeños son usualmente más eficientes en muchos sentidos y ofrecen mayor diversidad de alimentos. Los grandes se enfocan al monocultivo; utilizan muchos agroquímicos y labores mecánicas.
“Soy ecólogo. La base de la evolución de la ecología es la diversidad, y ya sabemos que en el futuro el clima va a seguir cambiando y van a pasar otras cosas que hoy desconocemos. Por tanto, necesitamos diversidad para adaptarnos al futuro. También es un hecho que en la lucha contra el hambre la diversidad de alimentos es más importante que las kilocalorías para mucha gente. Entonces necesitamos esa diversidad que sólo los productores pequeños y medianos pueden proveer”. “Pienso que se debe gobernar de una manera más amplia. Es un hecho que hay un futuro industrial enfocado en ganancias y lucro, pero también creo que hay un futuro de hombres y mujeres que valorizan cultura, tradiciones, cuestiones que no tienen que ver con el mercado, cosas que a todos nos gustan. No es el mercado el que rige a todo el mundo. Una forma más equitativa de gobernar debe apoyar a los productores pequeños y a los medianos, pues son ellos los que ofrecen una mejor economía, más cultura, nutrición, diversidad, todo eso que no está en la lógica de los grandes” (LER). Crisis agropecuaria; no se
Timothy A. Wise Tufts University La crisis alimentaria de 2007-08 –con alzas en los precios de las materias primas agrícolas- abrió el debate en México sobre las políticas neoliberales que han colocado a este y otros países en una dependencia de las importaciones, en medio de un abandono completo del sector productivo. Entonces la crisis se convirtió en una oportunidad de reflexión. Han transcurrido siete años, y no se capitalizó la oportunidad que brindó la crisis. Las políticas públicas no cambiaron. Y no se abordaron las dos causas inmediatas de la crisis alimentaria. Estas causas son el aumento desmesurado de la producción de agrocombustibles y el crecimiento también de la especulación financiera. Se elevó la producción de agrocombustibles impulsada por los incentivos dados por los gobiernos de Estados Unidos y los de Europa. Esa ola de expansión en unos cuantos años desvió 40 por ciento del maíz cosechado en Estados Unidos a la producción de etanol. Eso representó un desvío de 15 por ciento del maíz de todo el mundo hacia un uso combustible; dejó de usarse para alimento humano y forraje. Eso tuvo mucho impacto sobre los precios del maíz pero también del conjunto de materias primas agrícolas. Ahora hemos visto una disminución de los incentivos para los agrocombustibles, o sea que los gobiernos de países ricos han respondido de forma muy tibia a este problema. En cuanto a la especulación financiera, lo ocurrido fue una integración dañina y reciente de los mercados de materias primas agrícolas, combustibles y finanzas. Este fenómeno sigue perjudicando a los mercados internacionales de alimentos porque el precio los alimentos tiene aún menos relación con la oferta y la demanda a nivel internacional (relación que antes ya había sido perjudicada por la manipulación de los mercados de futuros de Chicago). Tiene ahora más que ver con el precio del petróleo. El precio del agro combustible tiene que ver con el del petróleo. Entonces el precio del maíz está en gran parte determinado por el precio del petróleo. Al mismo tiempo, las inversiones especulativas y el flujo de dinero especulativo se integran en derivados que combinan todos los commodities en una sola inversión; vinculan de manera formal los energéticos y los agrícolas. Sin cambios en esos sistemas, lo que vamos a ver es una volatilidad continua en los mercados. Afortunadamente se ha disminuido un poco la tasa de crecimiento de los agrocombustibles pues los mercados se han ajustado. Es por eso que estamos viendo ahora precios bastante bajos de los commodities agrícolas como el maíz a escala internacional. Esta situación no es algo bueno para los agricultores del mundo, pues los precios volátiles dan señales poco confiables sobre invertir o no; los productores no tienen certidumbre de si tendrán o no ganancias. Los economistas prevén un largo periodo de precios bajos, lo cual significa que podríamos entrar en una nueva época de dumping. He calculado que Estados Unidos está exportando este año su maíz a precios 15 por ciento debajo de los costos de producción, según la definición de dumping de la Organización Mundial de Comercio. La actual Farm Bill, o Ley Agrícola de Estados Unidos distorsiona más los mercados que la anterior. En los dos años recientes he podido estudiar las respuestas a la crisis alimentaria no sólo en México, también en África: en Malawi, Tanzania, Mozambique y Zambia, para entender mejor cómo están respondiendo los gobiernos, los movimientos sociales y los campesinos mismos. Hay un panorama bastante parecido a lo que vemos en México. Hay muchas iniciativas de los campesinos en África, de la comunidades, nuevas visiones que rompen el modelo neoliberal, de impulso de la agricultura ecológica. Pero en vez de apoyar esos esfuerzos, los gobiernos promueven la inversión extranjera de gran escala y eso ha resultado en un acaparamiento enorme de las tierras. Millones de hectáreas de acaparamiento. También firman convenios con trasnacionales para una iniciativa de los países ricos: la nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y Nutricional, con un esquema de doble asociación que abre mercados para las trasnacionales pero no lleva beneficios a los productores. Ello, en un modelo estilo revolución verde y con enfoque filantrópico porque da de 200 mil a 300 mil dólares anuales para el supuesto desarrollo agrícola. Afortunadamente esas iniciativas están fracasando, en gran parte por las constricciones del modelo. Los híbridos y los químicos de la revolución verde no tienen mercado entre productores como los que se encuentran en África. Las trasnacionales encuentran poca infraestructura e inversión pública para hacer viables los partnerships (las asociaciones) y los que han acaparado tierras andan bien con los gobiernos corruptos pero no tanto con las comunidades que quieren desplazar. Y las resistencias a nivel local son fuertes y han detenido a una gran parte de esas tomas de tierra. Hay una cifra de que sólo cuatro por ciento de las tierras tomadas están en producción ahora, y eso se debe a la resistencia de las comunidades, falta de infraestructura y otras cosas. El panorama es difícil pero la oportunidad que deja es que las economías locales, nacionales, valen mucho más que la economía global en este momento. Es un momento de refugiarse en lo local.
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