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La ONU + 70
E

n nuestro pasado artículo iniciamos y hoy concluimos un breve repaso de los éxitos y fracasos de Naciones Unidas (ONU) durante sus siete décadas de existencia. Ya señalamos los avances en el campo de los derechos humanos y los logros en materia de descolonización. También nos referimos al modesto papel que la ONU, en particular su Consejo Económico y Social, ha desempeñado en los asuntos económicos internacionales.

Pasemos ahora a los temas políticos y a los relativos al mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, incluyendo el desarme. Aquí hay que tomar en cuenta un par de factores que afectaron el funcionamiento de la ONU en sus décadas iniciales. El primero y más importante fue que, cuando la ONU comenzó sus trabajos en 1946, Estados Unidos poseía un monopolio de las armas atómicas (nucleares). Éstas fueron fabricadas, ensayadas y utilizadas después de la aprobación de la Carta de la ONU en San Francisco, en junio de 1945, y antes de su entrada en vigor el 24 de octubre de ese año.

De ahí que la carta no las mencione. Es más, la carta apenas alude al desarme y se refiere más bien a la regulación de los armamentos, es decir, de los arsenales de las potencias derrotadas en 1945.

En su primer quinquenio la ONU, por conducto de su Asamblea General, abordó el tema de las armas nucleares y de los armamentos convencionales en sendos comités que a la postre fracasaron. En el caso de las armas nucleares, Estados Unidos presentó una propuesta que resultó inaceptable para la entonces Unión Soviética (URSS).

Era obvio que la administración del presidente Harry Truman actuó de manera prepotente al proponer que todo el mundo se comprometiera a no adquirir armas nucleares y que lo hiciera bajo un régimen internacional de inspecciones, y luego Washington consideraría la posibilidad de deshacerse de su propio arsenal nuclear.

Ahí se desperdició una gran oportunidad para evitar una carrera armamentista nuclear, como ocurrió a partir de 1949, cuando la URSS empezó a producir esas armas. Ese mismo año Estados Unidos creó la OTAN, estableciendo así una estructura paralela de seguridad a la prevista en la carta. En 1955 la URSS fundó el Pacto de Varsovia y la guerra fría se intensificó.

El segundo factor que influyó en los trabajos de la ONU en sus primeras décadas fue que la URSS se sintió sumamente incómoda en la nueva organización. En efecto, al principio la ONU fue una especie de club de países latinoamericanos (17 de los 51 miembros originarios) y europeos afines a Washington. Por eso Roosevelt y Churchill aceptaron la petición (un tanto insólita) de Stalin de permitir el ingreso como miembros originarios de Bielorrusia (hoy Belarús) y Ucrania. Por otro lado, se aceptó también el ingreso de India aunque sólo logró su independencia en 1947. Es más, en San Francisco se consideró la posibilidad de que fuera miembro permanente del Consejo de Seguridad.

La inferioridad numérica del bloque soviético tuvo consecuencias inmediatas. En la Asamblea General se aprobaron un sinnúmero de resoluciones con los votos negativos de la URSS, Bielorrusia, Ucrania, Polonia, Checoslovaquia, hasta 1949, cuando el Mariscal Tito se distanció de Moscú, Yugoslavia. En el Consejo de Seguridad la URSS recurrió al veto repetidamente para evitar el ingreso de más países afines a Washington. Ese impasse se rompió en 1955 y la ONU inició el camino hacia su universalización.

Ante la intransigencia de la URSS en el Consejo de Seguridad, Estados Unidos privilegió los trabajos de la Asamblea General, asignándole algunas tareas que correspondían más bien al Consejo. Con el tiempo, Washington le daría la espalda a la asamblea. Pero hasta 1970, año de su primer veto en el Consejo, dominó los trabajos de la ONU.

Con el ingreso de nuevos países, muchos de ellos ex colonias, la membresía de la ONU se transformó y entre 1970 y 1990 los países en desarrollo fueron definiendo la agenda de la Asamblea General. Ya fuera a través de los países no alineados o del grupo de los 77, intensificaron los debates sobre la política del apartheid en Sudáfrica, la situación de los palestinos en los territorios ocupados por Israel, los últimos vestigios del colonialismo, la invasión soviética de Afganistán, una variada gama de temas relativos a la economía mundial y a los países subdesarrollados en particular, y las distintas cuestiones de desarme, empezando por los ensayos nucleares y el desarme nuclear.

Empero, la ONU no se pronunció sobre algunas de las cuestiones internacionales más candentes. Por ejemplo, salvo algunas declaraciones del secretario U Thant (1961-1971) y sus esfuerzos secretos por lograr negociaciones, la ONU jamás se pronunció sobre la guerra de Vietnam.

Concluimos con los temas de seguridad internacional y desarme. En este campo, que más bien corresponde al Consejo de Seguridad, la Asamblea General ha hecho una importante contribución. Se han abordado los distintos aspectos del desarme, creado un gran número de grupos de expertos y establecido una base jurídica sin precedentes en la materia.

Durante años la Asamblea General intentó convocar a una conferencia mundial de desarme, imitando así los trabajos de la Sociedad de Naciones. A la postre tuvo que conformarse con sesiones exraordinarias de la Asamblea General. La primera y más importante de esas sesiones (han habido tres) se llevó a cabo en mayo y junio de 1978.

Esa asamblea extraordinaria aprobó por unanimidad un documento que es la expresión más completa y detallada de la comunidad internacional sobre las prioridades en desarme y cómo alcanzarlas. Los trabajos de esa reunión se vieron favorecidos por el hecho de que el inquilino de la Casa Blanca era el presidente Jimmy Carter.

Pero la redacción y aprobación final sólo fue posible gracias al esfuerzo tesonero de dos diplomáticos latinoamericanos: Carlos Ortiz de Rozas, de Argentina, y Alfonso García Robles, de México. Idearon un mecanismo de negociación que podría denominarse el confesionario. Invitaban a los delegados a presentar sus posiciones y luego redactaban el documento. Fue uno de los éxitos más tangibles de la ONU.