Se presentará en el Salón La Maraka el 24 de octubre con su orquesta La Perfecta
El grupo que traigo a México lo llamo La banda que manda, que es... potencia concentrada, afirma desde NY
Lo de Ayotzinapa, no lo entiendo, lo que sé es que el problema máximo es la pobreza
Jueves 15 de octubre de 2015, p. 9
La raíz de todos los problemas sociales es la pobreza
, expresó el martes pasado en entrevista telefónica desde Nueva York la gloria viviente del jazz latino Eddie Palmieri, a propósito de los hechos de Ayotzinapa.
Llegará a México para presentarse el sábado 24 de octubre, a las 22 horas, en el Salón La Maraka, con una banda cinco estrellas llamada Salsa Orquesta La Perfecta, integrada por Herman Olivera, Jimmy Mosch, Nicky Marrero, Pequeño Jhonny, Nelson González, Luques Curtis, Jonathan Powell, Camilo Molina, Louis Fouche, Joe Fiedle y Joseph González.
Nació en Nueva York de padres puertorriqueños y comenzó a tocar los timbales a los ocho años de edad para acompañar interpretaciones de su hermano mayor, el pianista Charlie Palmieri. Motivado por su madre para tocar el piano, al igual que su hermano, llegó a desarrollar un estilo distintivo que combinaba ritmos afrocaribeños con el fraseo caprichoso de Thelonious Monk y las armonías de McCoy Tyner.
Después de trabajar de pianista con la orquesta de Tito Rodríguez a finales de 1950, Eddie lanzó su propia banda, La Perfecta. Siguiendo el modelo de una agrupación de charanga de estilo cubano, con piano, bajo, violines, flauta y percusión. La Perfecta usó trombones en lugar de violines (Charlie, el hermano de Eddie, en broma llamó al grupo trombanga).
Precursor de uno de los sonidos icónicos de la salsa
El uso de trombones por Palmieri fue precursor de uno de los sonidos instrumentales icónicos del género salsa. En La Perfecta y sus grupos posteriores desarrolló un estilo de arreglos característico. Su música ofrecía ritmos extendidos para la improvisación instrumental, conectando la tradición de la improvisación vocal latino-caribeña (soneo) con la excitante improvisación del jazz.
Ha grabado más de 40 álbumes; ha ganado nueve Grammys, tiene dos doctorados honoris causa y su álbum Azúcar pa’ ti (1965) fue incluido en el registro nacional de grabaciones de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, correspondiente a 2009.
“¡Estoy mejor que nunca! Estuvimos en California y antes fuimos a Cali, Colombia, y a Medellín, y fue tremendo éxito. El grupo que voy a llevar a México lo llamo La banda que manda, que es... ¡potencia concentrada!
“México para mí es muy importante. Entre los diferentes países tienen que ponerlo aparte, porque tenemos que basarnos en los mayas, los aztecas, en la historia entera. Es interesante y se requiere una vida para comprender todo eso. Es un orgullo mío ir otra vez a esa nación. He ido varias veces al Distrito Federal, a una universidad, en Guadalajara, donde estuve con Willie Colón. Ya no me acuerdo cuándo fue la primera vez que viajé para allá, pero a la ciudad de México ya tiene algunos años. Otro orgullo es que los jóvenes se han sumado y bailan y cantan nuestra música. Eso lo vimos en Cali y en Medellín, donde ya teníamos cuatro años sin ir. México es importante en mi alma; incluso grabé con Óscar de León el Cielito lindo. Lo folclórico de ese país me alegra el corazón.”
En muchos sentidos, la música latina en el mundo es lo que es por él. “La cultura es una gran palabra porque de ahí empieza todo. Inicia la influencia africana cuando entran los moros a España y después cuando los españoles traen a cautivos de África. Del español y el africano salió el mulato y este último con su tambor puso a bailar al mundo. Después fueron los géneros nuestros y de lo afro se pasó a lo afrocaribeño. La influencia de Cuba le dio a Tito Puente, a Tito Rodríguez. Ya estaba la orquesta de Machito, y ahora para mí es afromundial. Esto es la cultura. No hay un país de los que haya visitado, y yo viajo mucho, que no esté interesado en el ritmo para bailar. Es excitante. Impactan los instrumentos que se encargan de ese ritmo: la conga, el bongó y el timbal.
Lo que llamamos jazz latino es la fusión del siglo XXI. Yo utilizo las armonías del jazz en mi música afrocaribeña porque los patrones son más excitantes y complicados. Le doy las armonías máximas, que salen del jazz. Así se obtiene algo único. Maestros míos han sabido comprender eso. Lo que tienen los fanáticos y los bailadores es calidad. Este es el producto del arte y el pulso de mi vida.
En diciembre pasado estuvo en Cancún en un programa en el que también participó Diego El Cigala. “El año que entra tendré el honor de que Diego va a cantar en uno de mis discos. Será la fiusión que llega de Brasil, España, con el flamenco. Lo que tenemos es una historia musical bella. La música folclórica de México es una bendición de Dios. Con El Cigala vamos a tocar Vámonos pa’l monte, Muñeca, Azúcar, Lindo yambú”.
De los músicos mexicanos citó a Leo Muñoz, conocido como Cuchillo, con quien tocó en 59, en Los Ángeles. “¡Tremendo trompetista y amigo mío! Ahora tengo un LP nuevo dedicado a mi señora, quien falleció. El álbum se llama Mi luz mayor. Canta cinco temas Gilberto Santa Rosa, cinco Germán Olivera, y una composición es de Carlos Santana, que se llama Mi congo. Saldrá en marzo, a más tardar. Cuando se va alguien cercano es tan íntimo que hay que ponerlo en un disco para que dure para siempre”.
Finalizó: “Lo de Ayotzinapa, sí que no lo entiendo muy bien. Lo único que sé es que el problema máximo en el mundo se llama pobreza. Cuando la hay se tienen siempre los mismos resultados. Por eso grabé Vámonos pa’l monte. Cuando llega la depresión hay que irse al monte para guarachar”.