a directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, dijo en la reciente reunión conjunta de esa institución y el Banco Mundial, en Lima, que ya no estamos en una crisis económica, pero este es un tiempo de cambio. Los viejos paradigmas ya no se sostienen y surgen nuevas relaciones económicas. Esto significa que es también un tiempo de oportunidad y acción
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El discurso advertía que nada puede darse por sentado, pues hay una serie de retos y restricciones, además de que prevalece la incertidumbre sobre la economía global.
Estos conceptos son, todos, bastante convencionales y vacíos. En materia política siempre es tiempo de oportunidad y acción. La incertidumbre, sobre todo aquella que se denomina como radical, está siempre presente, y apelar a los riesgos y las limitaciones es propio del discurso político más llano, en especial en esta época de austeridad a ultranza.
Y aquí, para halagar a sus anfitriones, la directora introdujo el verso final del poema de César Vallejo, Los nueve monstruos, que dice: hay, hermanos, muchísimo que hacer
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El verso citado remata un pensamiento más amplio del poeta, que escribió: ¡Cómo, hermanos humanos/ no deciros que ya no puedo y/ ya no puedo con tanto cajón/ tanto minuto, tanta/ lagartija y tanta/ inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!/ Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?/ ¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos/ hay, hermanos, muchísimo que hacer
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No sabemos quién sea el asesor literario de la señora Lagarde, pero sí sabemos que cometió un exceso al usar a Vallejo, quien seguramente se habría sentido bastante incómodo con la cita y más en el escenario de la reunión de los organismos financieros que han sido protagónicos en la economía mundial desde 1945 y el final de la Segunda Guerra.
En términos estrictos como los que definen técnicamente qué constituye una crisis como la registrada en 2008, el decir de la directora no es falso. Pero ello no significa que los desajustes se hayan superado y nadie admite, incluso ella, que el estado de la economía mundial hoy sea positivo.
Basta ver lo que ocurre en Estados Unidos, donde el efecto de la enorme expansión monetaria de la Reserva Federal ha provocado una apropiación de la liquidez concentrada, en especial, entre los grandes bancos. Al mismo tiempo se desordenó el mercado de la deuda, en particular la hipotecaria, afectando el patrimonio de muchas familias. La recuperación productiva no se consolida y el crédito no fluye a las pequeñas y medianas empresas. Hay una profunda transformación en el mercado laboral sin que se absorba la población que quedó desempleada, muchos de los cuales han salido del mercado laboral, o solo consiguen ocuparse temporalmente. Así que no se alcanza una tasa de desempleo que permita reanudar o normalizar
, la política de tasas de interés.
Pero el dólar sigue siendo la moneda más demandada por los inversionistas y se revalúa.
En Europa la recuperación ha sido lenta y los costos sociales de la austeridad muy elevados. Ahí también prevalecen altas las tasas de desempleo y subempleo y bajos los niveles de ingreso de la población. En la zona euro hay un sustrato de endeudamiento no resuelto que aun determina la condiciones financieras del conjunto del sistema bancario, con algunas instituciones cargadas de deudas que no serán pagadas, pero que mediante los distintos rescates aplicados en varios países se ha conseguido aplazar su aplicación en los balances. El caso de la deuda de Grecia, las condiciones pactadas del ajuste económico, luego del famoso referendo, la división del partido y la renuncia de Tsipras, es ilustrativo de las restringidas opciones que tiene la población.
En Asia, la economía japonesa no se repone de mucho más de una década de estancamiento y, finalmente, la china ha sucumbido a la especulación y se reduce la larga y fuerte expansión que registró. En América Latina, por diversas razones, como la baja del precio de las materias primas, la tasa de crecimiento del producto y del empleo se reduce de nuevo; la informalidad es creciente. Hoy Brasil es el caso más sobresaliente.
La austeridad no cesa como factor dominante de las políticas públicas en todas partes. Y hay un asunto que no puede pasar de largo. Este tiene que ver con las elecciones de gobierno. Los griegos refrendaron a Syriza a pesar de la manera como se administró la negociación de la enorme deuda y el ajuste –aun pendiente– con el resto de los miembros de la Unión Europea. En Portugal el gobierno socialdemócrata de Passos Cohelo retuvo el gobierno hace apenas unos días, aunque redujo su proporción del voto y sus asientos en el parlamento. Los otros gobiernos, de derecha e izquierda no salen del cartabón, y en España los populares toman esto como signo de que sus políticas son las buenas.
La expectativa no es favorable para una alteración de la política económica y, en general de las políticas públicas para recomponer una estructura social muy deteriorada en todas partes en el entorno de una crisis que en el fondo no ha sido superada.
Hay que sumar a todo esto los conflictos político militares que marcan sobre todo la situación en el Medio Oriente, y que llegan con estrépito a Turquía. También sobresale el renacimiento del nacionalismo en Europa acicateado por las masas de inmigrantes.
Vallejo iba más allá de todo esto. Dejemos al poeta en paz.