s el choque de dos mundos: la lucha sostenida de la disidencia a la reforma educativa, frente a la necesidad peñista de mantener el puño cerrado, como mensaje de inflexibilidad respecto a la aplicación de las otras reformas, sobre todo la energética (los inversionistas extranjeros exigen garantías en cuanto al respeto al estado de derecho).

Hasta ahora, todo ha transcurrido en escenarios tentativos. Las movilizaciones de los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación llegaron incluso a niveles del bloqueo al aeropuerto internacional con sede en la capital del país. Y el gobierno federal suspendió, meses atrás, todo diálogo con esos profesores y ha mantenido, sobre todo en Oaxaca, fuerzas federales de amago ante la eventual vuelta de esos contingentes magisteriales a las calles y a la protesta dura. Pero aún nadie ha cruzado en serio ciertos límites extremos.

Hoy, los emplazamientos parecen distintos, verdaderamente acerados. El secretario federal de Educación Pública ha aumentado su discurso de advertencia a los trabajadores de la educación que falten hoy a clases para cumplir con un paro nacional que han organizado. El tono declarativo de Aurelio Nuño es implacable, con el garrote administrativo y jurídico listo para caer sobre los desobedientes. Menos metafórico, Enrique Galindo Ceballos, el comisionado de la Policía Federal, ha hecho saber que si el diálogo no funciona hoy, se usará la fuerza pública para que se respete la ley.

La atención estará puesta especialmente en Oaxaca, donde la dirigencia magisterial ha evitado hasta ahora caer en confrontaciones pero donde, igualmente, el gobierno federal ha concentrado su batería de acciones de corrección y castigo al movimiento magisterial. Los profesores necesitan retomar la iniciativa y demostrar que su repliegue de meses recientes ha sido solamente táctico. A Peña Nieto, por su parte, le urge aplastar a este movimiento que el gobierno cree dividido y ya derrotado. El choque de dos mundos.

El pasado 20 de abril, los lectores de esta columna pudieron conocer la esencia del pleito no sólo jurídico que han sostenido Angélica Fuentes y Jorge Vergara por el control del conglomerado de empresas, entre las cuales se incluye un popular equipo de futbol profesional. Dicho Astillero se denominó Omnilife-Chivas: omnipotente directora, con los sumarios: Angélica Fuentes, inamovible y Sólo con 100% de votos (http://goo.gl/rm0YBH). El desarrollo de este litigio debería ser materia de estudio en escuelas de derecho, pues revela de manera escandalosa la institucionalizada corrupción de las instancias judiciales en México. Por ejemplo, las recientes maniobras realizadas en favor de Vergara en Jalisco, las cuales recientemente desembocaron en la suspensión de un juez, por parte del consejo estatal de la judicatura, y de un agente del Ministerio Público, desde la Fiscalía General del Estado, todo en el contexto de aberrantes prácticas de ciertas autoridades para favorecer a la parte masculina del conflicto.

Es tal el entreveramiento de intereses y la multitud de hechos realizados como pareja (entonces bien avenida), que los varios procesos penales y mercantiles en curso podrían tardar unos 15 años en resolverse, si es que las tretas legales de cualquiera de las partes no los empantanan por más tiempo. Tómese como ejemplo de medición el caso de los anteriores dueños de Chivas, encabezados por Francisco Cárdenas, que no quisieron vender sus partes a Vergara en octubre de 2002 para pasar de asociación civil a sociedad anónima. A 13 años de distancia, esos socios minoritarios en litigio han sido notificados de que deben reponer partes del proceso, lo que significará más años de tardanza en el dictamen final. En ese contexto, pareciera que la apuesta de Vergara busca forzar una negociación con Fuentes: un buen arreglo, más que un mal pleito. Hasta ahora, la empresaria norteña mantiene una postura de rechazo a entendimientos extrajudiciales y asegura que su batalla también lo es contra la corrupción generalizada en México.

Ahora privatiza la Secretaría de Relaciones Exteriores sus concursos de ascenso en la rama diplomático-consular del Servicio Exterior Mexicano (http://goo.gl/RBPV47). Con esa medida, una licitación pública mixta por invitación cuando menos a tres personas de carácter nacional, se pretende evitar o disfrazar la responsabilidad de tal secretaría en la comisión de fraudes en esas competencias internas, como la que develó esta columna en marzo del presente año y cuya constancia sin refutación alguna puede verse en Facebook (https://goo.gl/H1gDoi), donde se explicó en detalle la extraña historia de un concurso público de ingreso a la Secretaría de Relaciones Exteriores, en la que aparecieron como ganadores en una segunda etapa eliminatoria ocho personas que no habían ganado la primera etapa eliminatoria. A nadie se castigó por ese fraude comprobado (en el que participó la UNAM como institución) y los beneficiarios de esas trampas internas ya cobran tranquilamente como miembros del Servicio Exterior Mexicano. Ahora, la ocurrencia ha sido privatizar tales concursos.

Y, mientras Joan Manuel Serrat soltaba el viernes, al final de un espontáneo conteo del 1 al 43 en el Auditorio Nacional (en la ciudad de México), un solidario ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!, y el cantante británico Sting, en Tequesquitengo, Morelos, dedicaba Fields of gold a los desaparecidos en México (en ambos casos, la demostración de que no hay olvido y que la exigencia de justicia tiene resonancia en personajes de todo el mundo), ¡hasta mañana, con la PGR y el gobierno mexicano en general, haciendo tardíos esfuerzos de transparencia al poner disponible la versión pública de la averiguación previa relacionada con los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y al esmerarse en buscar peritajes internacionales alternos respecto al basurero de Cocula y la presunta incineración masiva de cuerpos!

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