Rusia envía armamento y mil 700 efectivos a la región siria de Latakia
Miércoles 30 de septiembre de 2015, p. 27
Moscú.
La reunión que mantuvieron los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Estados Unidos, Barack Obama, en Nueva York –sin restar importancia a que se trató del primer encuentro formal de los mandatarios, cara a cara, desde septiembre de 2013 y que se llevó a cabo en el contexto de creciente confrontación que marca la relación bilateral, sobre todo a partir de la secesión de Crimea y del conflicto armado en el este de Ucrania–, sólo sirvió para constatar sus discrepancias.
Por ahora, incluso en un tema tan relevante de la agenda internacional como la guerra de Siria, donde Rusia y Estados Unidos dicen tener un enemigo común, ninguno de los dos mandatarios está dispuesto a hacer concesiones que permitan rebajar la tensión entre ambos países.
Esta es, a la luz de lo que ha trascendido de la reunión a puerta cerrada que se celebró cuando aquí era ya la madrugada de este martes, la conclusión principal de muchos analistas rusos que esperaban que Putin y Obama –no obstante sus diferencias– alcanzaran un mínimo acuerdo para frenar la expansión del Estado Islámico y otros grupos yihadistas.
Los presidentes ruso y estadunidense salieron de su reunión convencidos de que la razón les asiste, refrendando su actitud diametralmente opuesta hacia el régimen de Bashar al Assad –para Putin es parte de la solución del problema, y para Obama, la causa–, lo que por el momento hace imposible concretar la iniciativa rusa de crear una amplia coalición
en Siria que pudiera aunar los esfuerzos de las tropas gubernamentales, los grupos de la oposición y las milicias kurdas.
En realidad, más allá de que Putin calificó de constructiva y muy sincera
su conversación con Obama, frases rutinarias del lenguaje diplomático cuando nada hay que destacar de verdad, ni siquiera se logró que Estados Unidos acepte participar en el centro de intercambio de información de inteligencia que Rusia, Irán, Irak y Siria instalaron en Bagdad con el propósito oficial de recabar y analizar datos sobre la situación en Medio Oriente, principalmente para combatir al Estado Islámico
.
Más aún: ante la negativa de Washington, tampoco se consiguió consenso para aprobar en este periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas la declaración que Moscú, en función de su actual presidencia rotatoria, estaba promoviendo para sentar las bases para negociar un arreglo político en Siria.
Dicha declaración debía exponer en detalle, como hoja de ruta, la propuesta que Putin apenas esbozó desde la tribuna de la sede de Naciones Unidas y que hoy, al término del encuentro de los presidentes, se decidió retirar por el previsible veto estadunidense, de acuerdo con Vitali Churkin, representante permanente de Rusia ante la ONU.
Estados Unidos, según filtraciones a la prensa que aquí están a la orden del día, sólo admite que representantes de Al Assad participen en eventuales negociaciones para firmar una suerte de acta de capitulación ante un gobierno de transición, pero no garantiza que, en ese caso, las nuevas autoridades
, presumiblemente subordinadas a Washington, respeten los entendimientos del anterior régimen.
Y para Rusia esos acuerdos son innegociables, por lo cual envió ya armamento moderno y mil 700 efectivos de unidades especiales a la región de Latakia, donde no piensa renunciar a su intención de instalar una base naval que conserve su salida directa al Mediterráneo.