Desde su natal Barcelona, la agente literaria controló la carrera de más de 300 escritores
En la lista de clientes
de Mamá grande, como la llamaba el Nobel colombiano, figuran Cortázar, Onetti, Donoso, Vázquez Montalbán y Vargas Llosa
Logró por primera vez eliminar la cesión de por vida de los autores en favor de las editoriales, así como limitar los contratos
Martes 22 de septiembre de 2015, p. 4
Madrid.
A los 85 años y con una trayectoria de editora singular y plagada de éxito y prestigio, la catalana Carmen Balcells murió en Barcelona, ciudad desde la que controló y aupó la carrera literaria de más de 300 escritores de habla hispana y portuguesa, entre ellos algunos de los más grandes de los tiempos recientes.
En el listado de clientes
de la también conocida como Mamá grande destacan Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, José Donoso, Camilo José Cela, Manuel Vázquez Montalbán, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa.
El nombre de Balcells está ligado sobre todo a un escritor, Gabriel García Márquez, quien fue no sólo su primer gran descubrimiento editorial, sino el autor que le abrió las puertas de uno de los movimientos literarios más fructíferos e importantes en lengua española, el conocido boom latinoamericano. Quien la llamó por primera vez Mamá grande fue el Nobel de literatura colombiano.
A Balcells se le recordará por su aportación, inédita entonces, en la defensa de los derechos de autor en el momento de negociar los contratos con las grandes firmas editoriales, al lograr por primera vez eliminar la cesión de derechos de por vida y limitar también los convenios.
Un triunfo para los creadores, que al conocer los métodos y visión de la entonces joven e inexperta agente literaria llegaron en tromba a su oficina. Así nació la que quizá sea la agencia literaria más influyente del siglo XX en la literatura en español, que en 2014 dio un paso más al fusionarse con la de Andrew Wylie, conocido como El chacal, con la finalidad de fundar la agencia literaria más influyente y poderosa del mundo, al tener como cartel a algunos de los autores más relevantes, como Milan Kundera, Philip Roth, Nabokov, Italo Calvino, Claudio Magris, Roberto Bolaño y Orhan Pamuk.
Balcells nació en Lleida el 9 de agosto de 1930. Desde joven se vinculó a movimientos literarios emergentes en España, entonces sumida en la dictadura franquista. En 1960 decidió alquilar un departamento y fundar su agencia literaria, sin ningún cliente concreto, pero con dos ideas matrices: había que defender el patrimonio del escritor –que es su obra– frente a las editoriales y luchar contra la cesión de los derechos vitalicios.
La claridad de sus ideas y el hecho de vivir en Barcelona, un centro de la industria editorial, le permitieron consolidarse poco a poco como referente de los escritores latinoamericanos que entonces revolucionaban la imagen folclorista de la literatura de esa región.
El primero en tocar a su puerta fue Gabo, pero lo hizo para que Balcells recibiera un consejo de un poeta y novelista español, José Manuel Caballero Bonald, quien le hizo saber que había un escritor colombiano joven e inquieto que intentaba publicar un manuscrito titulado Cien años de soledad.
Gabo, tras conocerla, decidió firmar con ella su primer contrato con una agencia e iniciar así una de las relaciones más fructíferas entre un autor y una agente. Detrás de García Márquez llegaron Cortázar, Onetti, Donoso, Fuentes y otras voces del boom, incluido Vargas Llosa, quien entonces mantenía buena relación con el escritor colombiano.
Secretaria ilustrada
La fundación de la agencia de Carmen Balcells coincidió prácticamente con su matrimonio y con el nacimiento de su único hijo, Luis Miguel, quien no siguió el oficio de su madre, aunque es dueño de la mitad de la empresa.
En el origen de su quehacer, Balcells trabajó sobre todo con los derechos de la traducción de autores extranjeros y eso le permitió conocer la forma de gestionar y negociar del mundo editorial y, al mismo tiempo, encontrar las necesidades de los autores.
A pesar de su mirada singular para identificar a un escritor con futuro o, al menos, una obra con aspiraciones literarias y comerciales, Balcells se consideraba una secretaria ilustrada
o una mujer nacida para ser secretaria que ha entrado en este mundo un poco por casualidad
.
Así fue creciendo el listado de autores que representaba, entre ellos Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Gonzalo Torrente Ballester, Miguel Delibes, Vázquez Montalbán, Ana María Matute, Jaime Gil de Biedma, Juan Goytisolo, Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Javier Cercas, Alfredo Bryce Echenique e Isabel Allende.
Un prestigioso e inigualable cartel que aumentó al unirse con la agencia de El chacal, que ya representa a los autores más renombrados de nuestros días y tiene los derechos de algunas de las grandes figuras de la literatura universal, como Italo Calvino, Jorge Luis Borges, Guillermo Cabrera Infante, Vladimir Nabokov y Milan Kundera.
Balcells, quien ya veía cerca la muerte cuando hace un año acordó la fusión de su agencia literaria, también dejó estipulado que tras su muerte no quería velatorias. Simplemente que la enterraran en su pueblo natal, Santa Fe, en la tumba familiar y sin alharacas.