Privilegios en tiempos de austeridad
afka lo sabía: las burocracias siempre son parasitarias. En tiempos de austeridad los hogares dejan de comprar lo superfluo; primero, se aseguran los gastos para la alimentación, el costo de los servicios básicos y la educación de los hijos. El sentido común nos dice que la misma conducta debería darse en el gobierno y las instituciones, pero observamos atónitos que no es así.
Todo proyecto presupuestal distingue entre objetivos sustantivos y adjetivos, los centrales y los de apoyo. Lo normal es que ante un recorte se privilegien los primeros y se limiten los segundos. Sin embargo, en el paquete económico del gobierno federal le destinan más dinero al Senado, se mantienen los megasalarios de la Suprema Corte de Justicia y suben el presupuesto de las fuerzas armadas.
Esto es, quitan recursos a la producción de alimentos, congelan a las universidades y afectan los programas que ayudan a la creación de empleo. Para el caso de Zacatecas, se recibirán 300 millones de pesos menos ¿A quién le quitarán presupuesto? ¿A los gastos en imagen gubernamental, a la oficina del Ejecutivo, a los actos cívicos, a las compensaciones de funcionarios o a la remodelación de la casa de gobierno? ¿O tal vez se despida personal y se mande al desempleo a familias completas, a las becas estudiantiles, a los créditos de micro proyectos productivos, a la construcción de aulas, de infraestructura carretera, a los proyectos de abasto de agua?
En Zacatecas, en plena crisis financiera, el rector no dejó de costar 2 millones de pesos al año, y sus funcionarios no dejaron de rondar 1.5 millones anuales. Es la lógica de las burocracias que se comportan como parásitos de dura coraza. La única posibilidad de eliminar esa lógica es modificando la forma de construir los paquetes económicos: los llamados presupuestos participativos. La riqueza expresada en el dinero en manos del poder público es el producto del esfuerzo y la vida del pueblo.