La organización Vecinos Unidos del Centro Histórico demandó a la delegación Cuauhtémoc emprender acciones para evitar que pepenadores realicen esa actividad en la vía pública, principalmente en el Centro Histórico, ya que es una zona muy importante de turismo.

Además, la calidad de vida de los habitantes se ve todos los días amenazada por la pepena que se realiza en grandes y pequeños basureros que se forman en las calles”, aseveró Alejandra Ezeta, coordinadora de esa organización vecinal.

En años recientes el problema se agudizó, sobre todo en calles con mucha vivienda popular y restaurantes. Estos últimos, dijo, vierten decenas de kilos de alimentos en bolsas y botes, y todo lo dejan en la banqueta y el camión chorreando se los lleva, añadió.

“El gremio restaurantero no parece tener mayor compromiso en el manejo de sus residuos y muchos ensucian y contaminan la calle con sus malos hábitos, junto con los recolectores. Muchos restaurantes de la zona son ejemplo indignante del mal manejo de desechos y la contaminación, erosión y destrucción del entorno, apuntó.

Si bien la contaminación por basura domiciliaria y comercial en el Centro Histórico es un tema de política pública, también lo es de conciencia cívica; sin embargo, es evidente que la basura no puede ser contenida demasiado tiempo en las casas y termina abandonada en las calles al no haber un sistema adecuado de recolección.

Tiradero en la calle Artículo 123, en el Centro HistóricoFoto Bertha Teresa Ramírez

Varios son los problemas que se enfrentan en los perímetros A y B del Centro Histórico: uno es que el camión recolector cobra cuotas a los vecinos por llevarse la basura; otro, que la mayor parte de la flota recolectora está en deplorables condiciones y no opera con un plan de manejo de desechos, sobre todo orgánicos, y el de los líquidos lixiviados que derraman los camiones en todo su trayecto, que además de ser sumamente erosionadores, son altamente contaminantes para la salud de las personas y la vía pública, detalló.

Otro foco de contaminación en las aceras son los desechos que generan puestos fijos y semifijos de comercio, sobre todo de alimentos. Pero lo más terrible es que existe una ley de desechos con la que bien podría regularse esto y acabar con los malos hábitos.