Opinión
Ver día anteriorMartes 15 de septiembre de 2015Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Escenarios en construcción
E

n la Galería Óscar Román (Julio Verne 14, Polanco) se exhibe un conjunto de trabajos de José Castro Leñero con el título Paisajes en construcción, que aquí modifico un poco porque hay muchos ámbitos representados que no son paisajes.

Este artista ha cultivado la observación no vistosa, no romántica de la ciudad de México, y de otras, digamos que su percepción queda atrapada por conjunciones de formas –incluyendo lineamientos, luces, colores y atmósferas– que ni siquiera pretenden dar cuenta de un devenir cotidiano como sólo ocurre en los casos en los que ha captado las marchas o las aglomeraciones, y las hay de tal índole como ejemplos, sino más bien aspectos formales insólitos que a la vez son reveladores y otorgan a las composiciones determinado orden ajeno al atractivo que los ámbitos pudieran deparar en la vida real.

Hay uno que otro guiño a temas del pasado, por ejemplo en la representación del interior de un autobús actual que por supuesto no guarda ninguna resemblanza, a los que deparó Daumier, no como caricaturas, sino como testimonios de época en ambos casos. Hay alguna otra pieza que evoca asociaciones con obras de otros artistas, Edward Hopper por ejemplo, señaladamente la titulada Espejismo (2015), aunque a diferencia de lo que ocurre con el maestro estadunidense, aquí hay ausencia total de personajes. Esa y otras obras parten de un entramado geométrico previo a la disposición de las imágenes y éstas van a yuxtaponerse al entramado dejándolo visible en zonas estratégicas.

A una pregunta acerca de la razón del entramado, que es recurso no presente en otras obras también exhibidas, el pintor me respondió, hasta donde entendí, que era una modalidad de problematizar la composición, es decir, de no entregarla de manera obvia como ocurre por ejemplo en una pintura, desde mi punto de vista muy lograda, de 2012 titulada La obra, misma que aunque no corresponde a un hiperfigurativismo que la acercaría a la fotografía, es una pintura directamente relacionada con el tema que uno observa en el cuadro, la demolición, restauro y concurrente construcción, incluidos los aspectos destructivos, de una zona urbana, hay un personaje del lado izquierdo del cuadro que toma parte en el hecho, pero que aparece descansando, sirviendo a la vez para proporcionar y para subrayar su condición de obrero, una sombra irregular se proyecta en ese área para indicar que la atmósfera diurna que en ese momento privaba, augura en un tiempo sucesivo, menoscabo de luz, o lluvia, al menos eso es lo que ese cuadro me deparó y ese tipo de asociaciones son frecuentes en los espectadores que tienen por hábito (aunque no digo que ese sea un buen hábito ni mucho menos) pesquisar cierto tipo de selección de tiempos temáticos, que es lo que aquí ocurre. Ese momento no volvería a repetirse.

En este caso la visión del artista, captada con una cámara, es un hallazgo que dio después lugar, en el taller, a una pintura, muy trabajada que sin embargo no guarda conexión alguna con el fotorrealismo pictórico propio por ejemplo de Richard Estes. Según mi criterio, igual que otra pintura, casi monócroma (no expuesta) titulada El ángel exterminador del mismo autor, esta pieza es una obra de primera línea, podría estar en un museo.

Sin embargo, no es esa la pintura que mayormente llama la atención del conjunto exhibido. Entre las muy singulares por su enfoque está Paisaje líquido (2015), que es simplemente la visión desde un parabrisas del aspecto vecino de un vehículo visualmente modificado por un torrencial.

Nada que ver esta obra con unas propositivas o involuntarias incursiones al pasado, que recuerdan tiempos posimpresionistas. He llegado a preguntarme, ¿ha habido en el presente pictórico reciente o no tanto, algo en materia de paisaje que funcione de modo tan gratificante como los paisajes impresionistas o posimpresionistas? Claro que las reiteraciones propositivas serían reprobables, pero se les notaría que lo son y aquí no ocurre eso ni siquiera en un cuadro de tema tan reiterativo como un Nocturno, pues este nocturno es totalmente asfáltico y contemporáneo.

La extrañeza o novedad actual, si es que se vale usar esta palabra, está en unos cuadros que no son cuadros. En un caso el bastidor fue previamente construido en forma irregular, en otros las piezas fueron cuadros completos, normales se diría: se trata siempre de visiones arquitectónicas no especialmente relevantes, pero de algún modo atípicas. De acuerdo con sus propios lineamientos, las composiciones fueron sometidas a unos cortes, siempre en recta, generalmente diagonal, que siguen determinados lineamientos básicos de sus arquitecturas para realzar sus características en cuanto a elementos. Esa idea del formato irregular, que no es nueva como todos sabemos, aquí está usada de modo inédito y dio lugar a unas construcciones que acentúan drásticamente el carácter objetual de la composición y de las telas mismas.

Se diría que las edificaciones se vuelven más conspicuas como tales. Pero la mención o descripción con palabras no da idea de su percepción, hay que verlas. Incluso se me dijo que en algunos casos podrían provocar vértigo.