anto en el tercer Informe de gobierno como en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) para 2016, ciencia, tecnología e innovación (CTI) ocupan un lugar singular y de algún modo contradictorio. En su mensaje del pasado 2 de septiembre, el presidente Enrique Peña Nieto incluyó a estas actividades dentro de las 10 medidas que impulsará su gobierno en los próximos días y meses “(…) para hacer frente a los grandes desafíos nacionales”. En el punto 8 del decálogo
aseguró que en el proyecto de presupuesto para el próximo año tendrían prioridad cuatro temas, entre los que se encuentran el financiamiento a las universidades públicas y el fortalecimiento del desarrollo científico y tecnológico. Desde luego, es algo muy positivo que se haya incluido a estas áreas entre las prioridades presupuestarias, por eso es muy importante examinar el tratamiento que les da en el paquete económico que se entregó el martes pasado a los diputados.
En el Anexo 12 del decreto que contiene la propuesta del presupuesto para el próximo año, el gasto total para ciencia, tecnología e innovación en 2016 es de 90 mil 923 millones de pesos, cifra que es ligeramente superior (2 mil 869 millones de pesos) a la aprobada en 2015, a precios corrientes. Este dato muestra que ante la reducción de los precios internacionales del petróleo y otros tropiezos recientes de la economía, hay una disminución en la velocidad de crecimiento que tenía el gasto en CTI en la actual administración (70 mil millones en 2013; 82 mil en 2014 y 88 mil en 2015).
El gasto en CTI se distribuye en diferentes organismos y secretarías de Estado. En 2016 el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) recibirá 37 mil 930 millones, que representan 41 por ciento del total del gasto, y es ligeramente superior al aprobado en 2015 (37 mil 118 millones de pesos). Otros sectores, como el de educación pública; agricultura, ganadería, desarrollo rural, pesca y alimentación, y salud también se mantendrán en niveles semejantes a los de este año, aunque habrá que estar muy atentos al trato que cada secretaría de Estado decide dar a los diferentes centros y unidades de investigación, en particular al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados y los Institutos Nacionales de Salud, que sufrieron este año las consecuencias de decisiones muy poco meditadas.
Lo anterior muestra que de aprobarse la propuesta del Ejecutivo tal como está, el próximo año la mayor parte de los programas en el sector de CTI podrán mantenerse en un nivel semejante al de 2015. Habrá algunos efectos indeseables, como los derivados de la depreciación del peso frente al dólar, que tiene efectos en la adquisición de insumos y en diversas actividades académicas que realizan los investigadores, también por los efectos de la inflación. Sin duda la tónica será la austeridad y el cuidado en el uso de los recursos en todas las instituciones.
Pero no habrá crecimiento. Este aspecto deberá ser considerado por los legisladores a la hora de discutir la propuesta de presupuesto, el cual podría ser fortalecido en algunas áreas, como la formación de recursos humanos, la contratación de nuevos investigadores, las repatriaciones y el desarrollo y mantenimiento de infraestructura.
Si correlacionamos el mensaje del presidente luego de entregar su tercer Informe de gobierno con la propuesta de presupuesto para 2016, encontramos que el significado que tiene el fortalecimiento del desarrollo científico y tecnológico
en un panorama de crisis económica, es no afectar significativamente a estas áreas con los recortes, lo cual es algo muy positivo… aunque no suficiente, en un sector que durante varias décadas ha tenido un rezago tan importante y que puede contribuir decisivamente al desarrollo del país.