El experto estadunidense Bradford S. Barrett realiza un año sabático en la UNAM
Una de ellas es El Niño, y otra la de Madden y Julian, que incluso modifica origen, intensidad y trayectoria de los ciclones tropicales, explica el científico de la Academia Naval
Martes 15 de septiembre de 2015, p. 2
El clima actual de la ciudad de México es la combinación de muchas oscilaciones atmosféricas e incluso teleconexiones (fenómenos ocurridos en un sitio con efectos en un lugar lejano), explicó Bradford S. Barrett en el seminario de Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El experto –quien realiza un año sabático en esa casa de estudios– señaló que debido al principio de superposición
(teoría para todos los sistemas lineales), a veces estas fluctuaciones se combinan con el mismo signo (interferencia constructiva) y otras con los opuestos (destructiva).
Por ejemplo, afirmó el investigador del Departamento de Oceanografía de la Academia Naval de Estados Unidos, si acontece un frente frío en un día muy soleado, no es tan gélido por la radiación del astro.
Uno de los fenómenos más conocidos es El Niño-oscilación del sur (ENOS), calentamiento o enfriamiento de las aguas del océano Pacífico tropical, que produce cambios en la atmósfera a escala global y resulta en el aumento o disminución de la precipitación pluvial en el planeta.
Otro es la oscilación decadal del Pacífico (PDO, por sus siglas en inglés), esto es, incremento de temperatura en esa demarcación marina que altera la circulación en el orbe y provoca una mayor frecuencia de hidrometeoros en México de noviembre a febrero.
En la escala de tiempo intraestacional (30-60 días), la fluctuación más importante es también una superposición de otras más pequeñas que, normalmente, vienen en grupos y juntas forman una más grande.
El académico se enfocó en la oscilación tropical intraestacional, descubierta en los años 60 por los meteorólogos Roland Madden y Paul Julian, quienes detectaron que había periodos de retorno regulares (de 30 y 60 días) en la presión de la superficie en islas del trópico.
La también llamada oscilación de Madden y Julian (OMJ) tiene mucho que ver con varios fenómenos atmosféricos, como banquisas (capa de hielo que aparece por la congelación del mar), nieve, tornados en Estados Unidos, contaminación en Santiago de Chile y precipitación en todo el mundo.
Según Barrett, el OMJ modifica el origen, intensidad y trayectoria de los ciclones tropicales e influye en todos los piélagos. Algunas fases favorecen la génesis, otras, ciertas trayectorias y las demás, la intensificación.
Sin embargo, no hay una pauta global. No se puede afirmar que siempre aumenta el número de los vientos causados por depresiones atmosféricas, pues ello depende del mar. Entre julio y septiembre favorece la lluvia en territorio nacional (en la zona central-sur) y en Centroamérica, lo que repercute en inundaciones y sequías.
Así, en latitudes tropicales la OMJ (vía teleconexiones por ondas Rossby) genera transformaciones de gran alcance en la circulación, lo que implica fenómenos atmosféricos y oceanográficos.