l viernes fui a la exposición de carteles de Germán Montalvo en la galería de arte del Politécnico en Zacatenco y me detuve ante su Ayotzinapa.
Recordé que en unos días, el 26 de septiembre, se cumpliría el primer aniversario de la desaparición de los 43 normalistas y que las autoridades seguían sin explicar el caso de una manera veraz, sin tampoco haber señalado todavía con veracidad al autor intelectual y sin ni siquiera mostrar pruebas veraces que justificaran las falacias de las que los dudosos culpables presos admiten ser responsables.
Pensé en la insolente indiferencia con que las autoridades han respondido a las instancias nacionales e internacionales dedicadas a la defensa de los derechos humanos que las han cuestionado, la misma insolente indiferencia con que las autoridades desatendieron reflexiones, denuncias y protestas tanto de los familiares de las víctimas como de diversas comunidades, asociaciones y sociedades tanto nacionales como internacionales, o de ciudadanos comunes o de intelectuales de todo tipo, artistas, científicos, religiosos, técnicos, obreros, trabajadores, empleados, estudiantes, profesionistas. Porque ante los hechos la indignación ha sido mundial y unánime, unánime con excepción de las autoridades que han llevado el caso.
Entonces me pregunté a qué podía deberse que estas autoridades fueran capaces de no responder al clamor no sólo general sino racional y emocional que, con la razón y con el corazón de su lado, les exigía respuesta. Me pregunté qué diferenciaba a estas autoridades del resto de los seres vivientes que, por decir lo menos, mostraban inquietud frente a la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y exigían una respuesta fidedigna y justa. Si cuanto se había aportado para esclarecer la verdad, desde todo punto de vista imaginable, había sido desatendido por estas autoridades, ¿qué clase de personas eran? ¿Qué las diferenciaba del resto de los seres humanos que de un modo u otro mostraron y siguen mostrando inquietud y pronunciaron y siguen pronunciando indignidad ante su falta de una respuesta fidedigna y justa frente a la desaparición hace un año de los 43 normalistas de Ayotzinapa?
La teoría de la evolución sostiene que la diferencia entre el ser racional y el ser irracional es la facultad del raciocinio. Mientras que el primero la tiene y la cultiva, el segundo, que incluye al reino animal y al vegetal, carece de ella. Sin embargo es evidente que las autoridades encargadas del caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, que en principio son seres racionales puesto que son humanos, no tienen capacidad de raciocinio, ya que es un hecho que no razonan lo que, por lo tanto y sin ninguna duda, las señala como seres irracionales. No obstante, si la teoría de la evolución sostiene que los seres irracionales son seres porque viven, como vive el reino animal y el vegetal, que nace, crece, se reproduce y muere, y que son irracionales porque carecen de la facultad del raciocinio, me incomoda incluir a las autoridades encargadas de esclarecer el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa en esta categoría, pues su inclusión como seres irracionales no me parece digna para el reino animal y el reino vegetal, que son los seres irracionales por antonomasia, pero no por eso indignos.
Si la irracionalidad iguala a estas autoridades a los seres irracionales, ¿qué diferencia de ellas al reino animal y al vegetal, cuya naturaleza es ser irracional?
Ante el cartel Ayotzinapa de Montalvo pensé que lo que diferencia al reino animal y al vegetal, que son irracionales, de las autoridades que digo es la sensibilidad, pues mientras que el reino animal y vegetal, que son irracionales, sienten, estas autoridades, aunque también son irracionales, carecen de sensibilidad, o la facultad de los seres animados de percibir o experimentar, por medio de los sentidos, sensaciones, impresiones, manifestaciones del medio físico externo o interno; capacidad para sentir afectos y emociones
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La falta de un esclarecimiento fidedigno prueba que las autoridades que digo son irracionales. Para probar que además son insensibles bastaría colocarlas delante del cartel Ayotzinapa de Germán Montalvo. Si no se derrumban probarán que, aparte de irracionales, son insensibles, indignos de pertenecer incluso a los reinos animal y vegetal que, aunque irracionales, tiemblan, sienten.