Trémulo, de Roberto Fiesco, ganó la décima edición de Shorts México 2015
El corto es territorio libre; es el hermano bastardo del cine
Existen tantos prejuicios sobre el género que su sitio natural de exhibición son los festivales, afirmó
Hay gente que nunca ha visto uno en su vida, lo cual es triste
, lamentó el cineasta
Sábado 12 de septiembre de 2015, p. 9
En el cine, el corto es el territorio más libre, pero cuando hago documental pienso que éste es el hermano feo del cine, y cuando realizo corto pienso que es el hermano bastardo
, expresó en entrevista Roberto Fiesco, director de Trémulo, cinta que ganó el premio a mejor cortometraje nacional de ficción del décimo Festival Internacional de Cortometraje Shorts México 2015, cuya ceremonia de clausura se efectuó el pasado jueves, en la Sala 3 de la Cineteca Nacional.
Son muchos los obstáculos e ideas preconcebidas contra los que tienen que luchar el corto, por lo que su espacio natural de exhibición, hasta ahora, son los festivales, agregó. “Tiene que buscarse una apertura en medios como la televisión y optimizar el aprovechamiento de Internet. El corto es el género que menos difusión tiene. Regularmente los ve gente del medio, otros cineastas. Hay gente que jamás ha visto un corto en su vida, lo cual es triste, porque hay muchos maravillosos y el público podría empatizar perfectamente.
Me gusta mucho hacer cortos y llevo años haciéndolos. Me he negado a realizar un largometraje de ficción, pero a lo mejor un día lo hago, y sigo creyendo que el corto es este territorio libre, donde no hay líneas comerciales o un productor que influya. Es la oportunidad para expresarte libremente y para poner en la pantalla las cosas que a uno le gustan y con formas narrativas propias.
Del cine a Internet
Con todo, aun con enorme calidad estética, es difícil verlos. “Durante muchos años se apostó por que las salas de cine fueran el espacio para ver cortometrajes, pero actualmente son las plataformas digitales. Hoy día el cine mexicano no depende de la proyección en televisión, porque está Internet. Lo que sí podría convenir es que la televisión apoyara a festivales como éste. En 15 minutos un corto puede dejar una impresión, una imagen grabada en la cabeza. Eso lo agradece el espectador.
“Trémulo es una historia muy atípica. Es uno de esos encuentros entre dos personas: efímero, fugaz, trascendente. Es de cómo el amor puede originarse en unas horas.”
En el corto, dos jóvenes, un conscripto y un cerillo (empleado de peluquería) se conocen, se tocan y se dan un beso chupado. Casi no se hablan, pero se entienden. El espectador puede imaginar un antes y un después, construir la historia.
Siempre me ha gustado el cine cerrado, el cine de la ciudad de México. En este corto está la urbe, el Centro.
Otros ganadores del Shorts México 2015 fueron a mejor director, Roberto Fiesco, por Trémulo; mejor producción, Huellas; mejor actriz, Margarita Sanz, por Tres variaciones de Ofelia; mejor actor, Burak Yigit, por Juego de dedos; mejor fotografía, Alejandro Cantú, por Trémulo; mejor guión, Julio Berthely, por Mientras duermo; mejor sonido, Alberto Molero, por Nunca regreses.
Mejor edición, Aina Calleja, por Huellas; mejor arte, María José Pizarro, por La tiara vacía; mejor cortometraje mexicano documental, Muchacho en la barra se masturba con rabia y osadía, de Julián Hernández; mejor cortometraje mexicano de animación, Zimbo, de Juan José Medina y Rita Basulto; mejor guión de cortometraje mexicano, Tutti frutti, de Miguel Saucedo; mejor cortometraje NeoMex, Afuera, de José Permar; mejor videoclip musical mexicano, El incansable amor por la ruta, del grupo Ramona; mejor cortometraje internacional de ficción, Angels Die In The Soil, de Babak Amini, de Irán; mejor cortometraje internacional de animación, Dinner for Few, de Nassos Vakalis, de Grecia; mejor cortometraje internacional documental, Waiting For The (T)rain, de Simon Panay, de Estados Unidos; mejor cortometraje iberoamericano de ficción, La gallina, de Manel Raga, de España.
Mejor cortometraje iberoamericano de animación, Edificio Tatuapé Mahal, de Carolina Marcowicz y Fernanda Salloum, de Brasil, y mejor cortometraje iberoamericano documental, La reina, de Manuel Abramovich, de Argentina.