scarpadas montañas boscosas conducen a un pequeño valle que entre el verdor de las plazas luce hermosas cúpulas y torres de añejas iglesias. Un río de buenos caudales cruza la ciudad. A su vera hay un lindo paseo en el que se pueden apreciar distintas clases de animales y muestras de arquitectura del pasado, entre otras, antiguos arcos y puentes. Es Orizaba, lugar de las aguas alegres
por el origen náhuatl del apelativo original: Ahuilizapan. El escritor Rafael Delgado la bautizó como pluviosilla
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La invitación a impartir una conferencia en la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana, que preside el profesor José Luis Spíndola, nos dio la oportunidad de descubrir los múltiples encantos que guarda Orizaba. Durante el periodo virreinal los estancos de tabaco y los ingenios azucareros le brindaron prosperidad económica, así como el comercio, ya que era paso obligado entre las ciudades de México y Veracruz.
Su riqueza hidráulica propició el desarrollo fabril durante el siglo XIX, el cual no siempre se dio con justicia y equidad. El descontento se manifestó en movimientos sociales que culminaron en 1907 con la famosa huelga de Río Blanco, la cual fue brutalmente reprimida. A lo largo del siglo XX la ciudad tuvo altas y bajas, se destruyó valiosa arquitectura en aras de una malentendida modernidad
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Afortunadamente, eso se ha revertido con el actual gobierno municipal, que por segunda vez ocupa el cargo. Ello ha permitido dar continuidad a una política de rescate del patrimonio histórico, cultural y arquitectónico.
Lugar predominante ocupa en el centro de la ciudad el Cerro del Borrego; aquí se ha instalado un colorido teleférico que permite ascender a la cima, donde se creó un grato Eco Parque. La vista es espectacular, permite apreciar con detalle el fértil valle, su riqueza arquitectónica y fabril.
Son muchos los tesoros que se han recuperado. Para mencionar algunos: el Palacio de Hierro, primorosa construcción de ese metal forjado en estilo art noveau, realizada en Bélgica en el siglo XIX, que por muchas décadas fue la sede del gobierno municipal. Ahora alberga siete museos, entre otros, el de la Cerveza, Futbol, Geográfico y un Planetario.
El actual Palacio Municipal, imponente edificio neoclásico, muy bien restaurado, muestra en el cubo de la escalera un espléndido mural de José Clemente Orozco. En la parte de atrás se conserva una construcción del siglo XVIII, donde convergen arcos moriscos y barrocos. Funcionó como Palacio de Gobierno de 1878 a 1885, cuando Orizaba fue capital del Estado.
El Museo de Arte del Estado ocupa un soberbio edificio que construyó en 1774 la Orden de los Filipenses. Tras su uso posterior como hospital y cárcel, padeció graves daños a causa de un temblor. En 1994 fue restaurado para establecer el museo que custodia algunas muy buenas obras de Diego Rivera, José María Velazco y Miguel Cabrera.
Otro sitio digno de visitar es el Archivo Municipal, que ocupa una antigua casona de belleza excepcional, que nos permite apreciar cómo vivían las grandes familias orizabeñas. Alrededor de un amplio patio jardinado con arcos y columnas, anchos corredores dan paso a las habitaciones que resguardan el acervo. Debido a su importancia histórica, en 2005 fue declarado por el cabildo de la ciudad Patrimonio Cultural de Orizaba.
Noble y bella construcción de mediados del siglo XIX es el Teatro Ignacio de la Llave, también considerado Patrimonio Cultural de la ciudad, es la sede de inumerables actividades artísticas y culturales.
Lugar importante en el acervo patrimonial de Orizaba son sus iglesias, de distintos estilos, cada una con un particular encanto, comenzando por la catedral dedicada a San Miguel Arcángel.
El paseo por la ciudad se complementa con su comida típica. Nadie puede irse sin probar las gordas infladas rellenas de frijol, el chileatole, las garnachas y los pambazos. El acompañamiento: la cerveza elaborada ahí mismo y el excelente café de la región.