La intimidad de nuestras vidas en un teléfono. Los celulares se han convertido en un espacio casi natural donde depositamos nuestros sentimientos, nuestras emociones y, por tanto, nuestra privacidad.

Su presencia ha invadido todos los aspectos de nuestras vidas: laboral, académica, colectiva y hasta la privada, señala en entrevista el sicólogo Juan Carlos Huidobro Márquez.

Con 85 millones de dispositivos móviles conectados a Internet en el país, 80 por ciento de las comunicaciones “no son llamadas telefónicas, como era su origen, sino mensajes, interacción en redes sociales, descargas de música, video o fotografías y chats que pueden ser vulnerados”, de acuerdo con Fabián Romo Zamudio, de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de la Información (DGTIC) de la UNAM.

Y mientras esa vulnerabilidad puede resultar un peligro para la integridad de algunos, a Daniel lo expuso en sus gustos culposos, cuando dejó por un momento su teléfono en una banca y una compañera de la universidad aprovechó para revisarlo.

Lo que descubrió es que me gusta el reggaeton, y yo le decía que nada más el rock, cuenta con el rostro enrojecido. Sí me enojé porque lo que traigo en el cel es privado y no tenía derecho a saberlo, qué bueno que no vio las fotos que guardo, dice mientras ríe.

En 2014 más de 50 por ciento de los mexicanos de entre 24 y 35 años aceptó recibir y compartir contenido íntimo en sus celulares o tabletas, según la Encuesta de Amor y Tecnología, que levantó la empresa de seguridad informática McAffe. El sondeo reveló que 60 por ciento permite a su pareja ver el contenido de sus teléfonos y 25 por ciento simplemente lo tomó y lo revisó.