n una semana futbolera en la que los técnicos acapararon reflectores, resaltó la declaración de Josep Guardiola a sus pupilos del Bayern Munich: El único que no tiene que hacer lo que digo es Messi.

El resto de los mortales –ya se sabe que Leo es extraterrestre–, debe sujetarse entonces a la disciplina táctica de Pep, debe obedecer las indicaciones al pie de la letra de cómo moverse en la cancha. El catalán ratificó así su predilección por Lionel, pero también planteó la importancia que actualmente tienen los estrategas en un club.

Cuando se trata de un entrenador de primer nivel, o por lo menos que así sea considerado en su equipo, el técnico influye hasta en la forma en que se debe cortar el pasto. Por eso el futbol mexicano se encuentra en un compás de espera, esperanzados todavía los directivos en que Marcelo Bielsa se digne a aceptar la selección nacional.

En su regreso a Argentina, el Loco respondió con un lacónico no cuando se le preguntó si el Tri estaba en su futuro. Sin embargo, versiones indican que se hará un segundo intento para convencerlo. De aceptar, Bielsa vendría hasta con su equipo de prensa... pero no con el perico que Miguel Herrera promocionaba sobre su hombro.

El que por momentos actuaba como si estuviera por encima de su club era Pedro Caixinha. Al portugués la directiva del Santos le aguantó varios desplantes, mientras que a Rubén Omar Romano lo corrieron apenas al intercambiar insultos con un aficionado.

Nadie puso en duda que el ex forcado era estudioso y trabajador, y que desde su contratación pareció una apuesta interesante del cuadro de La Comarca. Sin embargo, y más allá de los títulos que consiguió en su última etapa con los Guerreros, daba la impresión que Caixinha se mandaba solo, amparado por un logro que él mismo presumía: conocer a José Mourinho.

No se informaron los motivos de su renuncia, si es que en realidad lo fue, pero Caixinha daba la impresión de estar harto y el club no hallaba la forma de darle las gracias. Su salida provocó algunas especulaciones de que es un candidato al Tricolor pero, por lo menos, parece igual de irascible que el Piojo Herrera.

Sergio Bueno e Ignacio Ambriz iniciaron con la fanaticada en contra: apenas llegaron y ya los querían correr.

Bueno surgió de un Atlante en el que varios de sus integrantes han seguido los pasos de LaVolpe. Después de dos derrotas, ante el propio Ricardo Antonio y frente a Rubén Omar Romano, otros dos técnicos lavolpistas, los aficionados celestes pidieron la cabeza del ex defensa. Una petición desproporcionada, tomando en cuenta que apenas está llegando al equipo y que La Máquina sólo suma un título en los pasados 30 años.

Ignacio Ambriz inició el torneo con dos derrotas, pero en la semana pasada consiguió tres triunfos que le dieron un auténtico tanque de oxígeno. Pocos le veían tamaños al ex necaxista para llegar a una banca como la amarilla, pero hay que dar un voto de confianza a Ricardo Peláez luego de haber apostado por Herrera y Antonio Mohamed.

El que habló de más fue Javier Aguirre. El Vasco sucumbió a los petrodólares de los Emiratos Árabes Unidos, pero se fue de la lengua al decir que con el equipo Al-Wahda anda en un año sabático con goce de sueldo. Es un mundo globalizado, pero para bien de Aguirre esperemos que los árabes no lean la prensa mexicana.

La jornada terminó con otra derrota de Chivas. Se dice que si el Guadalajara anda bien, el futbol mexicano también. Entonces, cómo andará nuestra Liga Mx-Sudamericana si el equipo más importante del país es penúltimo en la tabla general y en la lucha por el no descenso.

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