e podían hablar hasta siete lenguas en el salón, pero era lo contrario de Babel, un clima de pleno entendimiento. Finalmente, todas y todos hablaban el mismo lenguaje: la resistencia al despojo.
El Frente en Defensa del Cerro del Fortín describió la destrucción del Parque de la Amistad y un estacionamiento y la violación de leyes y regulaciones para construir un centro de convenciones cuya ubicación no parece tener más razón de ser que el beneficio de los dueños de un hotel.
Los compas de Álvaro Obregón narraron la continuación de su lucha contra empresas que cambian de nombre, pero no de intención: construir instalaciones eólicas que destruirán el modo de vida de los comuneros. Para proteger el proyecto, las autoridades violan fallos judiciales y emplean paramilitares contra la policía comunitaria. Los comuneros están dispuestos a todo
para defenderse.
Los de Magdalena Teitipac, en el valle de Tlacolula, contaron cómo lograron oponerse a una minera canadiense y enfrentaron toda suerte de presiones y represiones.
Compas de San Francisco Xochicuautla, en el estado de México, y de su Frente de Pueblos Indígenas en Defensa de la Madre Tierra, describieron su lucha de casi una década para proteger su bosque sagrado, santuarios de agua y su modo de vida de las agresiones que realizan conjuntamente las autoridades y una empresa filial de Higa.
Este pequeño foro, que tuvo lugar en la Unitierra de Oaxaca, es uno de los cientos que están organizándose en el país, particularmente con pueblos originarios. Coinciden fácilmente en el diagnóstico. La autoridad se dedica a proteger al capital para el despojo de tierras y aguas y para disolver el tejido social que forma la resistencia. Viola garantías individuales, derechos humanos y todas las leyes, desmantelando el estado de derecho en un clima de impunidad, la cual es, como dice Juan Villoro, el sueño del poder absoluto. La tormenta se intensifica.
Coinciden también en la opción: organizarse, fortalecer el tejido social y forjar alianzas y coaliciones.
Los ejemplos de la resistencia abundan. Acaba de concluir, en Tututepec de Melchor Ocampo, la Primera Escuela Regional de Defensoras y Defensores Comunitarios.
Que no se quite el cauce de nuestros ríos, la sangre de nuestras venas, la vida que fluye de la madre tierra, los vientos de resistencia que nos impulsan a seguir transformando nuestras realidades y los minerales por los cuales nos sustentamos y fortalecemos para seguir viviendo
(Defensora Comunitaria, Istmo de Tehuantepec). La Red de Defensoras y Defensores Comunitarios de los Pueblos de Oaxaca y Servicios para una Educación Alternativa (EDUCA) elaboraron para la escuela una excelente Guía para la Defensa Comunitaria.
Ante la ocupación militar de Oaxaca, docenas de organismos civiles del estado, unidos como no habían estado desde 2006, publicaron el 13 de agosto un posicionamiento claro:
“En Oaxaca se vive un estado de excepción no declarado. La presencia militar y policiaca arreglada entre Gabino Cué y Enrique Peña Nieto evidencia la política de criminalización a la protesta social. El ‘garantizar’ la jornada electoral fue sólo el pretexto para colocar a Oaxaca, en los hechos, en estado de sitio...
“A dos años año y medio de la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República hemos sido testigos de que, lejos de ser una anomalía, la violación a los derechos humanos es practicada de manera sistemática como parte de la política consuetudinaria del gobierno federal mediante su estado militarizado. Baste citar la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, las detenciones ilegales y arbitrarias de manifestantes, los cientos de personas presas por motivos políticos, miles de torturados y desaparecidos que ni siquiera están registrados, ejecuciones extrajudiciales como las de Calera, Ostula y Tlatlaya, asesinatos de defensoras, defensores y periodistas, el feminicidio generalizado y la gran debacle económica en que se encuentra el país, lo que sin duda ahondará la brecha de pobreza y desigualdad.
“Hacemos un fraternal llamado a todas las organizaciones, pueblos y comunidades indígenas, colonias populares, movimientos estudiantiles, de mujeres, a todas las personas que participan a favor del cambio social para generar una articulación estratégica, sabiendo que tenemos que hacer frente a la política de devastación en contra del movimiento social que decretaron abiertamente los gobiernos federal y estatal.
La relevancia de este momento histórico nos demanda actuar en consecuencia.
De eso se trata. Comunidades y pueblos reparan los daños causados a su tejido social, afianzan su organización interna, activan su defensa autónoma y amplían continuamente sus coaliciones y alianzas horizontales, que toman formas originales y creativas para no caer de nuevo en esquemas centralistas y burocráticos. No sólo velan armas. Se encuentran ya en pie de lucha.