nrique Peña Nieto salió a correr. Diez kilómetros en 50 minutos y 48 segundos, según asegura el reporte oficial del viernes recién pasado. Un tiempo notable para alguien de su edad y circunstancia, con una pesada agenda de trabajo y una operación quirúrgica para retirarle la vesícula biliar tres semanas atrás. El asomo deportivo en una carrera anual que organiza el Estado Mayor Presidencial (EMP) promueve el mensaje de que el mexiquense no está en las malas condiciones de salud que algunos deducen del cuadro clínico conocido (sobre todo, de la extirpación de la glándula tiroidea al finalizar julio de 2013) y de la flacura y el rostro demacrado que luego muestra. Peña llevó la camiseta con el número uno y el general Roberto Miranda Moreno, jefe del cuerpo de seguridad y ayudantía del ocupante de Los Pinos, el número dos. Entre otros funcionarios le acompañaron la secretaria de Salud, el vocero presidencial, el consejero jurídico y, significativamente, el todavía jefe de la oficina de la Presidencia de la República, Aurelio Nuño, fallido aspirante a la dirección del PRI y probable ocupante de una secretaría de Estado en fecha próxima (su camiseta, por cierto, no tuvo privilegio numérico: le tocó portar el 1575).

Sin correr, más bien en pesado retroceso histórico, Gabino Cué pretende llegar al final de su periodo de gobierno acompañado de militares. Movido por músculos federales, mera masa declarativa sin voluntad propia, el ‘‘opositor’’ que llegó al poder gracias al voto de castigo al PRI que derivó de la lucha social de 2006 ha hecho un nuevo servicio a los guionistas externos que antes le ordenaron ‘‘decidir’’ la extinción del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (Ieepo): ahora el político llegado al poder mediante alianzas partidistas crea las condiciones para que la Secretaría de la Defensa Nacional tome el control de la entidad y enfrente el movimiento masivo de profesores que se oponen a los términos de la reforma de control administrativo y político, mal llamada ‘‘educativa’’, sobre todo en vías de que el regreso a clases marque momentos de máxima tensión.

La línea de correr sobre la que se ha colocado Cué, al enviar al Congreso local una solicitud para que los poderes Ejecutivo y Legislativo pidan la intervención del Ejército, es altamente nociva en cuanto significa la abdicación del ejercicio político para dar paso a la fuerza represora. Pero esa ruta no se extingue en la meta oaxaqueña: por el contrario, es un avance de lo que puede suceder en otras pistas en conflicto, con el uniforme verde olivo dispuesto expansivamente para controlar el creciente atletismo de la protesta social. Y algo más: la Sedena desea que en Oaxaca se tracen los primeros lineamientos de legalidad, aprobados por el Congreso estatal, que ‘‘legitimen’’ las acciones de fuerzas que hasta ahora se realizan sin una debatible cobertura jurídica mínima.

El presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Luis María Aguilar Morales, trotaba discursivamente en la Universidad de Guanajuato (su tema de conferencia: Disertación sobre la independencia jurisdiccional) cuando una tercia de jóvenes le arrojó billetes falsos que llevaban los colores de la bandera que identifica mundialmente al movimiento homosexual. Le dijeron vendido y aseguraron que había cedido ante la ‘‘dictadura gay’’ (http://on.fb.me/1TKfH7B). Los manifestantes forman parte de la sección mexicana de ‘‘¡Dilo bien!’’ que, según su página de Internet, www.dilobien.org, es ‘‘una red de cinco mil jóvenes (sólo en México)’’ que apoyan ‘‘iniciativas’’ como la de oponerse a los matrimonios igualitarios. Sus oficinas están ‘‘momentáneamente’’ en el 1052 de la calle Andrés López, en Irapuato, Guanajuato, y su presidente es Carlos Alberto Ramírez, abogado que estudió en la Universidad La Salle, en León.

El pequeño ejército derechista promueve también la etiqueta #YoSoyUltraconservador y organiza conferencias como la que se realizará el próximo 27 en el teatro de la Casa de la Cultura de Colima, donde hablarán el mencionado dirigente de ‘‘¡Dilo bien!’’, Ramírez, y el ‘‘coronel del Ejército Mexicano’’ José Herrera Chávez, éste a cargo del tema denominado ‘‘¡Firmes, México!’’, organizado por varias organizaciones católicas. Apenas en marzo pasado, el propio coronel retirado Herrera participó en un acto en las instalaciones del 85 batallón de infantería de la décima Zona Militar, en la ciudad de Durango, para recordar a militares caídos en acción. Allí dijo que los mexicanos pueden dormir en paz en sus camas gracias a que los militares están trabajando.

Empleados de los consulados mexicanos en Estados Unidos convocan a un ‘‘paro de manos caídas’’ durante una hora el próximo 31, en demanda de reconocimiento de la Secretaría de Relaciones Exteriores a sus derechos laborales, aumento salarial de 25 por ciento, servicio médico a los trabajadores y sus familiares (pues actualmente son orillados a recurrir ilegalmente ‘‘a la beneficencia pública social a la que no tenemos derecho en este país’’) y otras prestaciones. Los empleados consulares pretenden que a las 12 horas del día antes mencionado se produzca el paro laboral, en consonancia con la Semana de Derechos Laborales que el gobierno peñista impulsará en el vecino país para que los mexicanos conozcan sus derechos como trabajadores y se libren del abuso laboral, la extorsión y el robo por parte de empresas y empleadores. Así que el buen juez por sus consulados empieza.

Y, mientras Ricardo Anaya se impone conforme al guión establecido, en el municipio tabasqueño de Centro (que incluye a Villahermosa) echan abajo el triunfo de un perredista y reviven al PRI; en Puebla, Andrés Manuel López Obrador destapa al académico Abraham Quiroz como virtual candidato a la gubernatura, y continúan las protestas e incluso los pronunciamientos internacionales en demanda de justicia en los casos de crímenes y agresiones contra periodistas mexicanos, ¡hasta mañana, con los aspirantes a la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México listos para la convocatoria del 24 de septiembre!

Twitter: @julioastillero

Facebook: Julio Astillero

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx