Ruinas de Puerto Príncipe, hogar de familias
n comparación con sus vecinos, a Jimmy Bellefleur no le va mal. El electricista ha convertido una oficina gubernamental abandonada en un hogar de una habitación para su esposa y sus dos hijas.
Cubrió la ventana con una lona e instaló una puerta sencilla con cerradura. Es un poco de seguridad para su familia, que vive como okupa en el piso superior de un edificio dañado por el terremoto de 2010 en Haití. El sísmo, de magnitud 7 destruyó parte de la capital y sus alrededores.
Las autoridades señalan que la mayoría de los 1.5 millones de personas que quedaron sin hogar tras el terremoto han encontrado ya refugio, y unas 65 mil están en 66 campamentos, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Sin embargo, hay miles de personas sin techo no registradas, como Bellefleur, que viven en edificios abandonados o en campamentos escondidos. Algunos recibieron subsidios de alquiler de organizaciones no gubernamentales, pero se agotaron.
En el centro de Puerto Príncipe hay personas que se arreglan lo mejor que pueden en las ruinas de un hotel de lujo, bajo lonas o en un contenedor sin ventanas en los terrenos del destruido teatro nacional. Otros están en edificios que las autoridades considera peligrosos para entrar.
En el día la gente trabaja en peluquerías o servicios de manicura dentro de las instalaciones salpicadas de basura, a las que les faltan paredes y en ocasiones las fachadas enteras. De noche, los edificios más intactos acogen a la gente como Bellefleur y su familia.
Antes del terremoto, su familia vivía en dos habitaciones alquiladas en un barrio cerca del centro. Pero el edificio quedó destruido y vivieron en la calle más de un año.
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