San Cristóbal de Las Casas, Chis.

Cerca de 40 estudiantes de la Universidad de Nueva York, dirigidos por la actriz mexicana Jesusa Rodríguez, realizaron un performance para denunciar la violación de los derechos humanos en contra de los migrantes centroamericanos.

México se ha convertido en un cementerio, en una fosa para los migrantes. Venimos aquí para denunciar esta situación ante el mundo, ante los sancristobalenses, ante la prensa, dijo Rodríguez, quien añadió que en los últimos 12 días el grupo recorrió albergues para indocumentados en Chiapas y Tabasco, con el fin de conocer de viva voz su situación.

Dijo que el presidente Enrique Peña Nieto inventó un Plan Integral de la Frontera Sur que no fue otra cosa que robarles más dinero a los migrantes, extorsionarlos, meterlos a la cárcel, violentarlos. Lo acaba de descabezar, pero la violencia se quedó y ya no hay a quién reclamarle.

Expresó que vivimos con el crimen desorganizado, que es el gobierno; el crimen organizado, que es el narcotráfico, y el crimen multiorganizado, que son las trasnacionales que vienen a robarse los recursos del país, y en medio de esos tres estamos nosotros, que somos los criminales, según ellos.

Vestidos de café, con la cara pintada simulando una calavera y cargando un costal con tierra, los participantes caminaron por el andador Guadalupano a la Plaza Catedral exigiendo justicia por la masacre de 45 indígenas tzotziles cometida el 22 de diciembre de 1997 en Acteal, Chiapas, y por las matanzas en contra de migrantes, como la de San Fernando, Tamaulipas, entre otras.

Los estudiantes, algunos originarios o con raíces de El Salvador, Brasil, Canadá y otros países, corearon consignas como: Vivos se los llevaron, vivos los queremos, libre tránsito, ningún ser humano es ilegal y abajo las fronteras.

Ya en la Plaza Catedral, formaron un mapa de México con la tierra que llevaban en costales y otras en bolsas sobre el vientre. En seguida simularon ser asesinados y sepultados en una fosa común que abarcaba todo el mapa del país. Después se fueron levantando uno a uno y gritaron: Quisieron enterrarnos, pero somos semilla.

En seguida plantaron en una de las jardineras de la Plaza Catedral, frente a la curia diocesana, un pequeño árbol que cargaron durante el recorrido.

Hay muchas luchas de resistencia, por eso hemos traído a plantar este árbol de la esperanza y queremos pedirles a los que viven aquí que lo cuiden, que de vez en cuando le echen agua, que mantengamos viva la esperanza; es un símbolo para los migrantes, para las mujeres que han sido asesinadas, los niños violentados, los adultos mayores abusados. Que quede aquí como símbolo de todas las luchas del país, dijo Jesusa ante decenas de personas que se congregaron.