La ley Ficrea desaparecería de un plumazo la figura legal que les da servicio
El modelo vincula la dinámica financiera con la migración y las remesas, señala la Amucss
Hace 17 años funcionarios decían que estos grupos no necesitaban crédito, sino subsidios, dice
Sábado 1º de agosto de 2015, p. 29
Para proporcionar una herramienta financiera a los campesinos e indígenas pobres del país, administrada por ellos y con un enfoque solidario que trascienda localidades, se constituyeron los microbancos, ahora sociedades financieras comunitarias (Sofincos), las cuales a la fecha atienden a más de 100 mil personas de comunidades de la mixteca oaxaqueña; de las huastecas hidalguense, veracruzana y potosina; de los Altos y región de la frailesca, Chiapas; de la región de Tierra Caliente, de Guerrero; en Michoacán, en la sierra norte de Puebla y en Tlaxcala.
Isabel Cruz Hernández, directora de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (Amucss) e impulsora de dicho proyecto desde hace 17 años, destacó que el modelo está hecho para la población más marginada del país, cuyos ingresos son de entre 25 mil y 48 mil pesos anuales, para quienes pedir un crédito de 15 mil pesos es una fortuna
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Sin embargo, la nueva Ley de Ahorro y Crédito Popular, conocida como ley Ficrea, recientemente aprobada en la Cámara de Diputados y detenida en la Cámara de Senadores, atenta contra dichas Sofincos, que dan servicios financieros a miles de campesinos e indígenas.
La ley Ficrea obligaría a cambiar el régimen legal a una figura asociativa privada y desincentivaría la integración que se tiene por medio de los organismos de integración financiera rural (un concepto de caja central integradora de Sofincos). Es un atraso en la innovación financiera que en 2009 se logró mediante la inserción del capítulo rural en la Ley de Ahorro y Crédito Popular.
Ahora los legisladores, a propuesta de la unidad de banca y ahorro de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, pretenden desaparecer de un plumazo la figura legal de sociedad financiera comunitaria y la de los organismos de integración, lo que dejaría a campesinos e indígenas sin la oportunidad de acceder a los instrumentos financieros mutuales de propiedad colectiva.
Actualmente existen 25 sociedades financieras comunitarias que agrupan a 85 mil socios y un organismo de integración financiera rural que agrupa a 12 Sofincos, explicó.
En 1998, sin que existiera un marco legal adecuado –la Ley de Crédito Popular se aprobó en 2002–, Amucss inició la creación de bancos comunitarios en la mazateca oaxaqueña, que años después se convirtieron en microbancos, pero “nos dimos cuenta de que en zonas pobres de Oaxaca, Guerrero, Puebla y de las huastecas, la economía de subsistencia –agricultura familiar, artesanías, jornales– está ligada a las remesas y a las transferencias de los programas Oportunidades y Proagro productivo (antes Procampo); que era necesario vincular la dinámica financiera con la migración y las remesas”, abundó Cruz Hernández.
Se generaron varios modelos, algunos de ellos nacieron específicamente bajo la organización del pago de remesas y de vinculación con la migración internacional. En la montaña de Guerrero hicimos un proyecto con migrantes que van a Nueva York; en la mixteca de Oaxaca, con los que están en Santa María, California, y en la zona norte de Puebla con quienes están en Carolina del Sur. Es sorprendente la respuesta campesina e indígena, su necesidad de ahorro. En San Juan Mixtepec, Oaxaca, comenzamos a trabajar sólo con seis de las 40 comunidades; en menos de un año habíamos juntado 2 millones de pesos y en dos años ya teníamos 9 millones de pesos de ahorro, de las familias de esas seis comunidades de la mixteca
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Hace 17 años, los funcionarios decían que los pobres no podían pagar, que necesitaban subsidio. Hoy se reconoce que los pobres pueden pagar préstamos, ahorran, logran comprar micro seguros y manejar su liquidez de remesas mediante el uso de tarjetas de débito. Amucss, explicó, logró hacer un diseño institucional replicable en el país orientado al ahorro, mensualmente vendemos 6 mil micro seguros y se pagan entre 8 y 9 mil remesas en esas comunidades pobres.
Actualmente existe la Sofinco SMB Rural SA de CV SFC, figura comunitaria, que integra a 44 microbancos, con 55 mil socios de casi 4 mil comunidades rurales de las huastecas, de la sierra norte de Puebla, sierra sur de Oaxaca, los Altos y región de la frailesca, Chiapas, y que ha otorgado más de 350 mil créditos; están las cooperativas Eco de la Montaña, en Huamuxtitlán, región de la montaña de Guerrero; CrediMich, Michoacán, y Red Fin, en el norte de Guerrero. Todas autorizadas por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y bajo un control estricto de la Federación de Instituciones y Organismos Financieros Rurales (Fed Rural); se acaba de conformar la Sofinco SMB Agrícola Bio Café que empezará con mil 600 socios, en Chiapas.
Los proyectos para este año, expuso la directora de AMUCSS, son: sacar la primera tarjeta de crédito, respaldada por Master Card, de la SMB Rural. Esa tarjeta la va a poder tener un migrante de los Altos de Chiapas; los chamulas que migran a Washington podrán usarla. No es un sueño, es realidad
, así como crear grupos de confianza –metodología adaptada de África– que es una manera eficaz de construir participación y autoafirmación de las personas en el trabajo colectivo. El objetivo para 2017 es llegar a 250 mil personas.