La doble medallista y recordista panamericana Brenda Flores está que no cabe de contenta. Su sonrisa evidencia la alegría de saber que en su debut en un competencia continental se volvió una atracción. Probó lo que es llorar de alegría. Sintió muy padre ver la bandera nacional ondear en lo más alto.

A su regreso ayer de Toronto dijo que fueron muchas la sensaciones que disfrutó en Canadá, que debió aprender a controlarlas, pero el llanto no pudo evitarlo.

La estudiante de sicología de la UNAM muestra orgullosa su par de logros: una dorada y una de plata, preseas de las que está más que satisfecha y con las que demuestra que en México se pueden hacer bien la cosas con el apoyo de una lista no muy larga de personas que confiaron en ella y le tendieron la mano.

Con una expresión triunfal dijo que apenas descansará unas horas para regresar a la pista de entrenamiento, donde reiniciará su preparación para competir en el Mundial de Atletismo (Pekín/10-18 de agosto), en el que espera terminar entre las 10 mejores en 10 mil metros, única prueba en la que competirá.

Recordó que en los 5 mil dejó ir el oro por no seguir la estrategia que había planeado con su entrenador José Luis Némer, por lo que aprendió una sencilla lección, pero de enorme trascendencia: no cambiar los planes ya trazados, puesto que para eso se trabaja durante semanas.

Para los 10 mil sabía que estaba con todas las posibilidades de quedarme con el oro porque para eso habíamos entrenado, aunque su emoción fue mayor cuando oficialmente le comunicaron que además de haber ganado el campeonato continental, había impuesto una nueva marca.

Sencilla, humilde es como se muestra y define cuando platica sus experiencias. Asegura que las medallas no le cambiarán la vida, porque si bien son importantes sabe que tiene juventud y potencial necesarios para llegar más lejos, pero debe ser paciente como se lo ha hecho ver su entrenador.

A su vez, Némer apuntó que Brenda hizo uno de sus mejores papeles, aunque hay que decirlo, el récord fue circunstancial, ya que la primera parte de los 10 mil se corrió lenta, pero en la segunda jalaron fuerte todas y eso la obligó a ir por todo.

Sin apuntes, pero con una memoria privilegiada, el preparador expuso que tenían plan A, B y C y debieron aplicar los tres, con lo que se logró el oro.

Sabe que en Pekín se aspira a una digna participación, porque no se puede exigir a quien empieza que haga lo que otros están obligados a ganar por los años que tienen. Así es que Brenda cumplirá bien si termina entre las 12 mejores del orbe.