os autores conocidos como neomalthusianos
, entre ellos el profesor de ecología en Stanford Paul Ehrlich, lanzaron en las décadas de 1960 y 1970 una estridente alarma sobre el crecimiento de la población. La alerta estaba justificada, pues la población humana se incrementó durante el siglo XX de mil 500 a 6 mil millones de individuos. En la década de 2010 la población mundial llegó a 7 mil millones, pero la cantidad de hijos por mujer está actualmente descendiendo rápidamente en numerosos países, y se mantiene persistentemente por debajo de dos en muchos otros. La población mundial probablemente alcanzará su máximo de entre 8 mil 500 y 9 mil millones a mitad de este siglo y luego descenderá ligeramente. No sólo tendrá lugar una despoblación rural, sino que en ciertos países habrá también una despoblación urbana.
Ehrlich, que en 1968 publicó La bomba demográfica, reconoció que la sobrepoblación era sólo uno de los factores de la degradación ambiental, añadiendo los ingresos per cápita y las tecnologías utilizadas. Sin duda, la población seguía siendo un factor importante.
Se critica a Malthus que, en su Ensayo sobre el principio de población, de 1798, asumió una visión pesimista del crecimiento de la producción agrícola. Él creía en la existencia de rendimientos cada vez menores en relación con la aportación de mano de obra. El crecimiento demográfico permitiría disponer de más personas para trabajar en la agricultura, pero la producción aumentaría proporcionalmente menos. Por lo tanto, el desenlace sería una crisis por falta de alimentos. Dio a entender que mejorar la situación económica de los pobres era inútil, puesto que cualquier mejoría daría como resultado un aumento de la fertilidad. Era un reaccionario.
Dejemos a Malthus de lado. Recordemos a las neomalthusianas feministas de comienzos del siglo XX (en Europa y Estados Unidos), un exitoso movimiento social internacional (con Emma Goldman y Margaret Sanger, en Estados Unidos, y Paul Robin, en Francia) se autodenominaba neomalthusiano, pero al contrario que Malthus, consideraban que el crecimiento demográfico podía ser detenido mediante decisiones voluntarias. Fue este un movimiento feminista y proto-ecologista. Predicaban la libertad de las mujeres para decidir el número de hijos que querían tener. El movimiento se preguntaba cuánta gente podría la Tierra alimentar sosteniblemente. No apelaba al Estado para que impusiese restricciones al crecimiento demográfico. Al contrario, se basaba en la libertad de las mujeres. En Francia, esos neomalthusianos desafiaron a las autoridades políticas y religiosas de la época a través de la idea de una huelga de vientres
(la grève des ventres), y también a través del antimilitarismo y del anticapitalismo.
El movimiento fue activo en Argentina, Uruguay y Cuba. En Brasil, en 1932, María Lacerda de Moura escribió un libro cuyo título podemos traducir como Amaos más y no os multipliquéis tanto. En India del sur, E.K. Ramaswami (Periyar) creó en 1926 el Movimiento por el Autorrespeto, razonando contra las nociones religiosas hindúes de pureza de sangre y el consiguiente control sobre la sexualidad de las mujeres. Sesenta años después, los demógrafos perciben que los niveles de educación y de ingresos de las mujeres son bajos en Tamil Nadu, que en el vecino estado de Kerala, y sin embargo la tasa de natalidad es parecida. Tal vez los movimientos de reforma social iniciados por Periyar hayan jugado un papel en la transición demográfica.
Cuando Françoise d’Eaubonne (1974) introdujo el término ecofeminismo
, ella era activista militante de esta corriente neomalthusiana radical, todavía luchando por el derecho al aborto y también por la libertad sexual, no sólo para las mujeres sino también para los homosexuales que hasta entonces continuaban siendo criminalizados en Europa.
Hubo y hay pues diferentes tipos de malthusianismo y de neomaltusianismo. Ustedes escojan.
– Según Malthus, las poblaciones humanas crecerían exponencialmente a menos que fuesen controladas por las guerras y las plagas, o por la castidad y los matrimonios tardíos. La producción de alimentos aumentaría menos que proporcionalmente al crecimiento de las aportaciones de mano de obra, debido a la vigencia del principio económico de los rendimientos decrecientes
. El resultado: crisis de subsistencias.
– Las neomalthusianas y neomalthusianos feministas de 1900 creían que las poblaciones humanas podían regular su propio crecimiento mediante la anticoncepción. La procreación consciente
era necesaria para evitar los bajos salarios y la presión sobre los recursos naturales. Fue este un exitoso movimiento desde abajo
, tanto en Europa como en América, contra los estados (que querían más soldados) y contra la Iglesia católica.
– Los neomalthusianos de las décadas de 1960 y 1970 predicaron una doctrina y una práctica de arriba hacia abajo, patrocinadas por organizaciones internacionales y algunos gobiernos. Los Estados deben introducir métodos anticonceptivos, incluso sin el consentimiento previo de las poblaciones (de las mujeres, especialmente).
*ICTA-Universitat Autònoma de Barcelona