Maestros poderosos
ueremos ser muralla que proteja de las balas a los niños y a los maestros? Hoy defender y empoderar a los profesores es una de las acciones colectivas más inteligentes que puede emprender la sociedad civil. Porque pese a la campaña de desprestigio del magisterio, orquestada por el gobierno y Televisa, por su número y su historia los maestros constituyen en México el único ejército sin balas, capaz de formular la revolución que necesitamos para defendernos de gobiernos de sicópatas y piratas, que están destrozando el país. Una revolución educativa para la conciencia popular y la ética social.
Los gobiernos que aman a sus pueblos ven en los docentes a sus aliados y no a sus enemigos. Si al gobierno mexicano le importara realmente la educación pública y quisiera mejorar su calidad, habría puesto al frente de la SEP a un hombre sabio, a un filósofo, a un poeta, a un ideólogo, como fueron José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Agustín Yáñez o más recientemente Jesús Reyes Heroles. Pero en vez de eso estamos padeciendo al frente de la SEP a un político tan insensato y feroz como obediente y cuadrado, incapaz de producir conceptos con pluma propia sobre qué se entiende por calidad educativa.
Si la gigantesca SEP funcionara, no habría necesidad de crear un costoso aparato aparte, como el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), con presupuesto en 2015 de mil 20 millones de pesos. Sabemos que la educación pública tiene baja calidad por razones que no derivan sólo de defectos y vicios del magisterio, inoculados y cultivados por gobiernos y algunos lacayos sindicales, sino por una escasa inversión directa en educación y la falta de un verdadero proyecto nacional comprometido con el desarrollo humano del pueblo.
Debemos defender al magisterio nacional. Que quede claro que ningún joven elige ser maestro para hacerse rico o poderoso. Hay en todo maestro un germen de humanismo y grandeza que urge poner a salvo y darle poder.
Hemos de evitar que, en medio del circo inmundo que ofrece el gobierno autista de Enrique Peña Nieto, se atomice a los maestros para intentar –seguramente sin éxito– convertirlos en agentes domesticados, al servicio de los intereses del capital y de las instituciones oligárquicas.
Urge reconocer y fortalecer la dignidad del magisterio nacional en beneficio de la sociedad. Nelson Mandela, quien hace unos días cumpliría 97 años, lo puso así: La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo
. No la dejemos en manos de quienes desprecian, corrompen y venden a México. (Próximamente: “Las enseñanzas de El Chapo Guzmán”)