¿Qué símbolos prehispánicos perviven en el México contemporáneo? El fotógrafo Pablo López Luz (DF, 1979) desarrolló un proyecto para averiguarlo.

Esa tarea cuestiona la noción de la identidad mexicana y por qué siempre uno se remite al pasado para representarla.

Es un asunto incluso de orgullo, pero no está presente en el mundo contemporáneo; a lo mejor en la comida y en algunas costumbres que persisten en el país, expresa López Luz, quien se propuso encontrar los posibles reflejos o las reinterpretaciones de lo precolombino en el México de hoy.

La búsqueda se resume en Pyramid (Editorial RM/Toluca Éditions, 2014), obra bilingüe (español/inglés), con diseño de libro-objeto, que comenzó como proyecto para la edición 2011-12 de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

El ejemplar fue presentado hace unos días en el Museo de Arte Moderno.

Los textos son de Alfonso Morales y el propio López Luz. Pero, ¿qué halló éste en los tres años que duró su investigación? Me gusta jugar con la idea de la parte inconsciente que de repente vuelve a aparecer, responde a La Jornada.

Los hallazgos de López Luz se han dividido en tres secciones: rejas, pirámides y fotos que capta con el teléfono celular como parte de un estudio paralelo. Las rejas urbanas, de diferentes colores, por ejemplo, fueron vistas en colonias como Tecamachalco, Roma, Del Valle, Atlampa y Anáhuac; también en Villahermosa y Cancún.

Son rejas comunes, a las que el fotógrafo atribuye una reinterpretación prehispánica por la geometría de las ruinas y a veces porque hay símbolos específicos que están en los sitios prehispánicos.

La pregunta muchas veces es si realmente son parte de nuestra cultura, si todavía está dentro de nuestro inconsciente o es una cosa completamente geométrica.

El siguiente apartado, pirámides, abarca desde la arquitectura oficial del gobierno hasta detalles detectados en viviendas como la forma piramidal de una escalera o dibujada en una ventana. La parte más obvia es la turística, cuando se utilizan esos símbolos como una especie de escenografía o disfraz con la finalidad de atraer visitantes, dice.

Aunque empezó a trabajar en la ciudad de México, después advirtió que había cosas interesantes, sutiles, en varios estados, por ejemplo, San Luis Potosí, Oaxaca, Yucatán, Quintana Roo y Tabasco. A la manera de una arqueología contemporánea, buscaba nuevos símbolos, pero en las urbes de hoy.

López Luz siempre se inclina por el paisaje: Cuando empecé a tomar en serio la fotografía como profesión, mucho del trabajo que me interesó era de fotógrafos, sobre todo estadunidenses de los años 70 y 80 del siglo pasado, que empezaban a trabajar el paisaje pero desde un punto de vista más enfocado a la realidad del lugar donde vivían. Entonces, me fui por el paisaje más social y político que encontré que era en la periferia de la ciudad; estos desarrollos urbanos gigantescos.

Una de las imágenes aéreas del proyecto Terrazo, la número 13, se volvió icónica. Incluso en Internet la han rebautizado con el título de las olas de la humanidad. El artista trabaja con la cámara japonesa analógica, Mamilla, es decir, usa película, revela y después las impresiones son digitales.