Son muy intrusivos por su combinación de sonidos, cámaras y brillantes pantallas: expertos
“Al segundo en que se enciende una luz entre el público, es imposible no decir: ‘Oh, sí, alguien está ahí sin prestar atención a mis mejores esfuerzos”’, afirma destacado actor de Broadway
Algunos especialistas consideran que es la hora de suavizar las normas al respecto
Martes 21 de julio de 2015, p. 9
Nueva York.
Vengan y escuchen la canción de cuna de Broadway: ¡Tonos de llamada de marimba! ¡El tecleo de los mensajes de texto! ¡El reproche del shhhhh
!
Años de tensión acumulada por el comportamiento del público alcanzaron un clímax dramático este mes cuando un adolescente subió a un escenario para intentar recargar su celular y la veterana estrella Patti LuPone arrebató un smartphone a un espectador que tecleaba, horas después de actuar en una función matinal marcada por los sonidos de llamadas.
LuPone señaló que está considerando dejar los escenarios debido a la ofensiva tecnológica.
Mientras Broadway se enfrenta a esos pequeños espectáculos de luz y sonido, los artistas y algunos clientes dicen que los celulares y una cultura hiperconectada están acabando con la envolvente experiencia del teatro en vivo.
Acabo de gastarme casi el salario de un día en entradas para el teatro. No quiero que me distraiga la gente que enciende el celular para ver la hora o escribir un mensaje
, indicó esta semana Robin Satty, una aficionada al teatro procedente de Piscataway, Nueva Jersey, cuando iba a ver The Curious Incident of the Dog in the Night-Time, ganadora del Tony a la mejor obra.
Aun así, algunos expertos dicen que es hora de instruir, en lugar de regañar, a un público cada vez mayor que está acostumbrado a la interactividad y puede no estar familiarizado con la etiqueta del teatro. Algunos incluso experimentan aceptando las costumbres digitales del público, hasta cierto punto.
Debemos tener mucho cuidado para indicar a la gente qué es apropiado sin ahuyentarla
, dijo Ken Davenport, productor de Broadway, quien hace algunos años permitió algunas “butacas para tuitear” en las últimas filas durante una representación de Godspell.
Las distracciones en los teatros de Broadway son tan antiguas como los envoltorios de dulces y la tos, y los habituales llevan quejándose de la falta de decoro del público desde que empezaron a verse camisetas mezclándose con las chaquetas. Pero los celulares han resultado especialmente intrusivos por su combinación de sonidos, cámaras y brillantes pantallas.
Si estás en el escenario, te das cuenta de cada una de las personas que está enviando mensajes
, afirmó el actor Will Swenson, quien ha trabajado en musicales como Los miserables y Hair en Broadway.
“Al segundo en que se enciende una luz entre el público, es imposible no decir: ‘Oh, sí, estoy en el teatro y alguien está ahí sin prestar atención a mis mejores esfuerzos de contar una historia”’, agregó Swenson, quien recordó haber quitado el teléfono a un espectador que grababa un video durante Hair.
Otros actores, como Matthew Broderick o Frances McDormand, dejaron de actuar durante un tiempo en represalia por los espectadores que hablaban por celular o tomaban videos. Sin embargo, por lo general, los artistas siguen adelante.
La ciudad de Nueva York prohibió en gran parte el uso de celulares al público de los teatros en 2003, pero las autoridades locales no pudieron decir en un primer momento si se había multado a alguien. Los establecimientos suelen informar a los espectadores de la prohibición de hacer fotos o video y prueban varias estrategias para instarlos a silenciar los teléfonos. Bloquear las señales con propósitos comerciales es ilegal.
Muchas historias de aburrimiento
Aun así, abundan las historias de aburrimiento en las salas de la ciudad. Espectadores que responden a llamadas durante el espectáculo y se enfrentan con los otros miembros del público que les dicen que apaguen el dispositivo. Gente que come papas fritas –o incluso sushi– en sus asientos.
De vez en cuando encuentras a alguien que ignora por completo la etiqueta del teatro, o con un extraño sentido de presunción, que toma el celular y responde a una llamada
, comentó Cheryl Dennis, directora interna del pequeño teatro Circle in the Square. La mayoría de las veces, sólo es un accidente
.
El uso de celulares y la conversación en voz alta estaban entre los primeros puestos cuando la minorista de entradas con descuento Goldstar preguntó hace poco a sus 6 millones de clientes sobre las faltas de educación en espectáculos. Sin embargo, la cantidad de gente que pensaba que enviar mensajes y hacer fotos estaba bien si se hace con discreción
superó 10 por ciento.
La falta de consideración no es nueva ni se limita a los teatros. Pero conforme la tecnología y los medios sociales difuminan los límites entre lo personal y lo público, ha habido una erosión en las normas de la gente sobre el espacio público
, dijo Lewis Friedland, sociólogo y profesor de comunicaciones de la Universidad de Wisconsin.
Hasta cierto punto, Broadway podría sufrir el resultado de unos mensajes contradictorios. Aunque prohíben el uso de celulares durante las actuaciones, los teatros también piden al público que tuitee y escriba en Internet sobre las obras.
Por otro lado, Broadway atrajo la temporada pasada un número récord de 13.1 millones de espectadores, 7.3 por ciento más que el año anterior. Los recién llegados podrían no conocer las normas, pese a las advertencias. El joven que intentó conectar su teléfono en un enchufe del decorado poco antes de una actuación de Hand to God dijo que no era consciente de que no podía acceder al escenario, aunque también admitió que había bebido.
Algunos expertos creen que es hora de suavizar las normas de celulares, o arriesgarse a parecer rancios.
Sí, hay zonas sin celulares en iglesias, hospitales y tribunales, pero ¿es ésa la atmósfera que queremos?
, preguntó Scott Walters, profesor de arte dramático en la Universidad de Carolina del Norte. Los griegos, Shakespeare y Moliere escribían para un público ruidoso, señaló.
Otros no van tan lejos, pero recomiendan que no se exagere la etiqueta en el teatro.
“No queremos que la gente piense: ‘Tengo que memorizar un puñado de normas”’, aseguró Jim McCarthy, director ejecutivo de Goldstar. Hay una: no lo fastidie para todos los demás
.