Hace 30 años el inmueble era utilizado para madurar plátanos
Pagan hasta $4 mil
Demandan al Invi darles prioridad, tras ser catalogado el predio como de alto riesgo
Lunes 20 de julio de 2015, p. 31
Sin trabajos estables y sin la posibilidad de ser sujetos de crédito, medio centenar de familias viven desde hace más de 30 años en cuartos de cuatro por cuatro metros, habitados por hasta nueve personas.
El nombre como se conoce a esa vecindad lo dice todo: La Ratonera, y está ubicada a seis calles del Palacio Nacional, en el número 41 de la calle Santo Tomás, en el Centro Histórico. Ha sido techo de familias que en su mayoría se dedican al comercio informal, actividad que han ido heredando de padres a hijos y nietos que aquí han nacido y crecido.
A mediados del siglo pasado –dicen los moradores– este predio funcionaba como bodega, a la cual llegaban grandes pencas de plátano que eran colgadas en los reducidos cuartos hasta alcanzar su maduración.
Con el paso de los años y la creación de la Central de Abasto, en Iztapalapa –en los años 80–, esos cuartos entraron en desuso y se convirtieron paulatinamente en espacios habitacionales, donde la sala es al mismo tiempo comedor y cocina durante el día, y por la noche se transforma en recámara, con sólo colgar a lo largo una cortina y tender en el suelo colchones y cobijas, cuando se carece de literas.
Los 50 cuartos de esa vecindad están distribuidos en dos pisos. Una entrada común da paso a la estrechez de cuatro pasillos, en los cuales están apilados tinas, botes, cajas o puestos metálicos. El piso es de altibajos, pues según explica Carmen Guzmán, habitante del lugar, se han ido hundiendo poco a poco
varios tramos.
Conforme se avanza por la vecindad la situación va empeorando: telarañas de cables y tendederos, goteras, trabes con varillas al descubierto, muros cuarteados, tuberías rotas, escaleras fracturadas y endebles barandales oxidados. Por eso está catalogado como inmueble de alto riesgo.
Gustavo, de 22 años, nació en el cuarto número 4, en el que convive con siete familiares, por lo cual aprovechan cada centímetro de espacio. Colocaron un tapanco donde pusieron los colchones. Abajo adaptaron un área para comer y descansar, y una hamaca sobre la cama; tienen un lavadero de cemento y una estrecha regadera; a su lado pilas de cajas y cajones desbordantes de ropa.
Nayeli Reyes tiene 30 años de edad. Nació y vive en el cuarto B-4, junto con nueve familiares: su hermano y los hijos de ambos. Su situación de hacinamiento hace que de cuatro pasos esté ya en la sala-comedor, en la cama o en la puerta de salida.
Con todo y lo reducido de esos cuartos, hay familias en La Ratonera que pagan de mil 500 a 2 mil pesos de renta; si lo utilizan de bodega, el precio sube a 4 mil pesos.
Carmen Guzmán pide que, ante la situación de alto riesgo que enfrentan, el Instituto de Vivienda del Distrito Federal pudiera dar prioridad a este predio, pues asegura que lleva 80 por ciento del trámite avanzado.