Los diputados federales han abandonado sus tareas legislativas por completo, protegidos con el argumento de su elevada productividad al aprobar las reformas estructurales.

Las 56 comisiones ordinarias que tienen por obligación producir leyes, proyectos de decreto, reformas y puntos de acuerdo han incurrido en constantes omisiones y actos de irresponsabilidad legislativa.

Desde abril pasado, la mayoría de legisladores, de todos los partidos, se alejaron de sus actividades para concentrarse en la participación del desarrollo de las elecciones federales.

Más de un centenar solicitó licencia temporal con objeto de participar en las campañas, ya fuera como candidatos de elección popular a los congresos locales o a las alcaldías, y más de la mitad de los 500 diputados registrados en el Congreso se incoporaron a los equipos de campaña de sus respectivos partidos.

Esta práctica se multiplicó porque la legislación del Congreso permite solicitar licencia indefinida para permitir a quien lo requiera regresar, en el momento que lo desee, a su posición original en San Lázaro.

Incluso, en muchos casos, los participantes en elecciones estatales o del Distrito Federal ni siquiera fueron obligados a solicitar licencia para contender en sus estados y continuaron ejerciendo de diputados federales para mantener sus enormes beneficios económicos, equivalentes en conjunto a montos cercanos a 180 mil pesos mensuales, sin contar otros ingresos.

Gran cantidad de quienes participaron en el proceso electoral de junio pasado –aún ganando– regresaron a seguir cobrando en San Lázaro.

No obstante, su contacto con la Cámara de Diputados ahora se circunscribe a cobrar dietas e ingresos diversos mediante transferencias electrónicas.

Por tal razón, la flexibilidad contenida en la Ley del Congreso Federal prohíja el ausentismo, no sólo justificándolo, sino protegiendo a quien incurre en él.

Tal circunstancia se manifiesta en el abandono del trabajo en las comisiones ordinarias.

En las bitácoras de trabajo de esos grupos de trabajo, diariamente se cita a reunión –a la que están obligados a asistir los diputados– y desde hace más de tres semanas no se lleva a cabo un solo encuentro de ese tipo.

En las oficinas legislativas hoy sólo se observa trabajar los empleados administrativos y sindicalizados, mientras diputados y cientos de asesores ya no se presentan.

Incluso en los dos principales órganos de gobierno, la mesa directiva y la Junta de Coordinación Política, la actividad va en franca caída.