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Todo lo que desfiló en los Campos Elíseos
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aragoza y Escobedo, Lorencez y Bazaine, no han de haber estado muy cómodos en sus tumbas. Ciento cuarenta y nueve cadetes mexicanos y un oficial abriendo el desfile de la fiesta nacional francesa el pasado 14 de julio en la avenida de los Campos Elíseos. Junto al presidente Hollande, Peña Nieto presidiendo la parada. Su esposa, con un vestido rojo tan intenso que recuerda las estrofas sangrantes de La Marsellesa.

Sin embargo, muchas mentes críticas francesas y mexicanas presentes ese día han de haber exclamado, cuando menos en voz baja al pasar los militares mexicanos: ¡Aparición con vida de los 43 de Ayotzinapa! ¡Tlatlaya no se olvida! ¡Los 26 mil desaparecidos no se olvidan!

Porque en ocasión de la visita de Peña Nieto y su comitiva de militares, empresarios, funcionarios y familiares a París, y luego con motivo de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán del penal de alta (¿?) seguridad del Altiplano, el prestigiado vespertino parisino Le Monde se dedicó a contextualizar bien la visita y no al estilo de la oficina de prensa de Los Pinos, para que el público francés pudiera entender el revés y el porqué de la trama.

En un trabajo del corresponsal del periódico en México: 14 de julio, el embarazoso desfile del Ejército Mexicano en los Campos Elíseos, el autor, Fréderic Saliba, hace un recuento de las muy extendidas prácticas de las fuerzas armadas y de las policías mexicanas: tortura, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias. Señala el asesinato por militares de 22 personas en Tlatlaya, la posible complicidad del 27 Batallón de Infantería de Iguala en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, que se suman a las 26 mil víctimas de desapariciones forzadas en el país. Recuerda las 7 mil denuncias de tortura presentadas ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y destaca que sólo han sido detenidos siete torturadores.

Recuerda que hay en las calles del país de 35 a 40 mil efectivos militares, desplegados ahí para paliar la corrupción e incapacidad policiacas, y que en nueve años ha habido 9 mil enfrentamientos armados de los cárteles entre sí, y entre ellos y las fuerzas armadas, generando una espantosa espiral de violencia en el país, que ha causado además una gran ola de violaciones a los derechos humanos.

Gilles Bataillon no pudo ser más claro en el ar­tículo de Le Monde: Nadie sabría ignorar que después de una decena de años México está siendo presa de fenómenos de violencia, que mezclados a fenómenos endémicos de corrupción, debilitan peligrosamente el proceso de creación de instituciones democráticas (México: huésped problemático de Francia para el 14 de julio, Le Monde, 12 de julio).

Bataillon, maestro de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, también analiza la violencia criminal y las graves denuncias de violaciones a los derechos humanos las fuerzas armadas. Certeramente señala que, a pesar de las reformas neoliberales pactadas por Peña con los tres principales partidos, buscaban relanzar el crecimiento económico, restaurar la autoridad del Estado y combatir eficazmente al crimen organizado y la corrupción. Pero pone en tela de juicio todo esto y recuerda que la corrupción se hace presente en todos los partidos y en la casta política. Muestra cómo ha tocado al mismo Peña Nieto por el escándalo de la mansión de su esposa y la constructora Higa. El México de Peña Nieto es un país debilitado por la corrupción, la impunidad, la violencia del crimen organizado y de Estado, y por la incapacidad de sus élites para remprender el camino del desarrollo.

Entonces, ¿por qué Peña Nieto y su comitiva de más de 400 personas fueron invitados de honor de Fran­çois Hollande, el presidente francés… Bataillon apunta el porqué: los contratos. Están por firmarse contratos para que el gobierno de México compre a Francia 50 helicópteros Superpuma, armamentos y equipo de transporte. Además, Francia ha ofrecido su colaboración para la formación de la Gendarmería mexicana, y la gran empresa gala de hidrocarburos Total estaría echándole el ojo a los hidrocarburos mexicanos. Por eso, Bataillon concluye: ¿Es decir que invitando a Peña Nieto y a un destacamento de las fuerzas armadas mexicanas a la fiesta nacional en París se desea sobre todo entregarse a una caza desenfrenada por los contratos? ¿O también se puede entender que se va a apoyar a los sectores de la población mexicana que favorecen las reformas para la consolidación del estado de derecho, así como el fin de la violencia y la corrupción?

Resulta, pues, que se le colaron a Peña Nieto asuntos y personajes en su amplia comitiva a Francia: los 26 mil desaparecidos, los 43 de Ayotzinapa, los 22 de Tlatlaya, las casas blancas y, a última hora, hasta Joaquín El Chapo Guzmán. Todos ellos desfilaron ante los críticos ojos franceses en los Campos Elíseos.