a Comisión Nacional de Hidrocarburos, la Secretaría de Energía (Sener) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público llevaron a cabo ayer la primera licitación de la ronda uno para adjudicar bloques de exploración y explotación de hidrocarburos a empresas privadas. De los 14 bloques petroleros incluidos en el proceso, únicamente dos fueron adjudicados
A los otros 12 bloques se les declaró desiertos, debido a que no se recibió ninguna oferta por ellos o a que las presentadas resultaron inferiores al monto mínimo fijado por la Sener. Por tanto, sólo se adjudicó 14 por ciento de los bloques licitados, cifra inferior al calculado por el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell (entre 30 y 50 por ciento).
Queda claro que esta primera etapa de entrega del patrimonio energético del país a la iniciativa privada –parte esencial de la reforma energética impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto– se saldó con resultados decepcionantes: de los 17 mil millones de dólares de inversiones que se esperaban captar, únicamente llegarán 2 mil 600 millones. A la vez, de los siete consorcios y 18 empresas que se estimaba que presentarían propuestas, no participaron sino nueve. Sin embargo, es necesario considerar que el gobierno conocía de antemano el escaso entusiasmo suscitado entre las grandes compañías nacionales y extranjeras por esta primera licitación de la ronda uno. Entonces, no puede descartarse aún que en futuras licitaciones de esta ronda o en las subsiguientes –particularmente en las que involucren bloques petroleros en aguas profundas– se dé un repunte de adjudicaciones e inversiones.
Pese a ello, estos resultados enfrían, en el momento presente, el discurso triunfalista con que Peña Nieto y sus colaboradores anunciaron los supuestos beneficios que la reforma energética traería a toda la población. Más aun, dan pie a nuevas dudas sobre la pertinencia de la reforma aprobada: el conjunto de leyes y reglamentos modificados significó una grave pérdida de soberanía por la cesión de recursos y el desmantelamiento de Petróleos Mexicanos (Pemex), pérdida que no parece recibir compensación ante el magro ingreso de recursos generado.
La lentitud con que fluyen las inversiones revela que fue improcedente la premura mostrada por el Ejecutivo en la aprobación parlamentaria de la reforma y sus leyes secundarias. No debe olvidarse que el trámite legislativo de ésta y otras reformas aprobadas en lo que va del sexenio, resuelto por mayoriteo en el marco del Pacto por México, ha dejado mucho que desear en cuanto al debate de ideas y la consideración de los diversos puntos de vista; es decir, en su carácter plural y democrático.
Ante las expectativas generalizadas de que los precios petroleros se mantengan deprimidos a mediano plazo –lo que limitará el entusiasmo y la capacidad de las compañías por invertir en el sector–, esta advertencia temprana debería dar pie a que el gobierno federal replantee el rumbo que está dando al país, particularmente en lo que respecta a la conducción de la iniciativa petrolera nacional, la cual debiera ser vista como la palanca del desarrollo nacional y no como oportunidad de negocios para intereses corporativos depredadores.