l papa Francisco está dejando de ser ese cura simpático, bonachón de homilías folclóricas que vive en Roma y le dicen Papa. Ese párroco de pueblo que pretende reformar la Iglesia universal. Ese pastor de buena estima mediática después de su encíclica Laudato si y de su reciente viaje por Sudamérica se ha convertido en un líder con gravitación internacional cuya visión afecta intereses poderosos. Dentro y fuera del Vaticano, dentro y fuera de los centros financieros internacionales. El discurso social de crítica directa al sistema económico mundial ha colocado a Francisco en el ojo del huracán como el supuesto regreso a la Teología de la Liberación que se creía muerta o desahuciada. Pero cual ave fénix, la narrativa de Francisco invoca a una Iglesia sensible y solidaria con los problemas de los ciudadanos contemporáneos, en particular los pobres y excluidos. Para el análisis político, el discurso más revelador y acaso más osado fue el pronunciado en el segundo Encuentro de los Movimientos Populares de Santa Cruz, Bolivia. Ahí el Papa radicaliza su distancia frente a la economía capitalista internacional, sentenciando: “Me pregunto si somos capaces de reconocer que estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza? Si esto es así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra, como decía San Francisco”. Pero, ¿qué es esto?, se preguntan esas mentes preclaras europeas: ¿un Papa de izquierda, un Papa que evoca la nostalgia de un cristianismo revolucionario del siglo XX? Matteo Salvini –periodista, político y eurodiputado del partido Liga Norte– se mostró indignado de que el Papa haya aceptado la cruz y el martillo regalados por Evo Morales, porque: Es un insulto a los que en nombre de ese símbolo han dejado la vida; el comunismo en el mundo ha cometido más crímenes que el nazismo
. A raíz de este viaje, el conductor de noticias Greg Gutfeld, de la conservadora Fox News, llama al papa Francisco la persona más peligrosa del planeta
. The Economist, más benévolo, designa a Francisco como un Papa peronista. ¿Quién es este Papa que se atreve a desafiar la economía global?
Hay una extraña mezcla en Francisco del viejo catolicismo antimoderno y antiliberal con una renovada Teología de la Liberación que incorpora la ecología y una visión planetaria. La supuesta radicalidad de Francisco se queda corta con las arremetidas que los papas Pío IX, León XIII y Benedicto XV acometían contra el liberalismo y la modernidad capitalista. En verdad, el papa Francisco ha innovado poco en lo doctrinal. Los principios básicos de la doctrina social de la Iglesia en la sociedad moderna y la economía se han actualizado, pero no se han alterado en casi 125 años después de la encíclica Rerum Novarum, de León XIII (1891); la encíclica Populorum Progressio, de Pablo VI (1967), escandaliza en su tiempo, porque habla de los pobres y las naciones marginadas; Centesimus Annus, de Juan Pablo II (1991), señala con claridad que la crítica de la Iglesia ante el derrumbe del socialismo real se enfocará ahora en la dictadura del mercado y en la cultura de la economía consumista. Con Caritas in Veritate (2009) Benedicto XVI, con exquisitez intelectual y sutileza argumentativa, nos ofrece una crítica severa del capitalismo global. Si usted lee el documento de Aparecida (2007), elaborado por la quinta conferencia de los obispos de América Latina, encontrará muchas ideas expresadas por Francisco en este viaje. El mismo Papa ante las preguntas de los reporteros sobre su radicalidad, en el vuelo de regreso a Roma, expresa con naturalidad: El mundo de los movimientos populares es una realidad muy muy grande. Lo que yo he hecho es dar a ellos la doctrina social de la Iglesia, lo mismo que hago con el mundo de la empresa. Si lee lo que he dicho a los movimientos populares, un discurso bastante grande, es un resumen de la doctrina social de la Iglesia, pero aplicada a su situación
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Entonces, ¿por qué la percepción de una radicalización política del pontificado de Francisco? El éxito de Francisco es que se le percibe como un actor que desea cambios y reformas en una Iglesia que había sido reticente a transformarse. Y, en segundo lugar, sin las envolturas políticas tradicionales, Bergoglio es percibido por los medios como una persona auténtica, sincera y de buen corazón, ese cura de pueblo que tanto ridiculizan los italianos eruditos. Lo que incomoda es el mayor protagonismo internacional que Francisco va adquiriendo. La capacidad de convocatoria exhibida es exorbitante para cualquier líder contemporáneo y el recibimiento apoteósico en cada uno de los países recién visitados obligó a los gobiernos a plegarse ante el Papa. Rafael Correa se alinea ante la demanda de diálogo e inclusión de actores en la crisis política que vive Ecuador, y que ni se le ocurra otra ley de aborto. Evo Morales se mostró más moderado en su indigenismo cósmico anticatólico y lo reverenció como Raúl Castro, diciendo que ahora sí, tiene Papa. Cristina Kirchner va a Paraguay para reunirse por quinta ocasión con Francisco, sabiendo que éste es uno de los contrapesos más poderosos de la política interna de Argentina. Y para las mayores pesadillas de los chilenos, un argentino que ahora es Papa tiene la iniciativa de pedir diálogo ante el diferendo limítrofe entre Bolivia y Chile por el acceso al mar.
Es difícil comprender, para muchos juiciosos vaticanistas, que Bergoglio viene del sur y tiene toda la sensibilidad del modernismo argentino sobre la patria grande. Un Papa del tercer mundo que hace propio desde Roma un latinoamericanismo cuyo epicentro está en los ideales bolivarianos.