No se recargue en las puertas
n rostro en la muchedumbre. La apuesta del realizador estadunidense Sam Fleischner es notable. En No se recargue en las puertas (Stand clear of the closing doors, 2014) propone de modo sugerente capturar el ritmo cotidiano de la ciudad de Nueva York a partir de la mirada de un adolescente autista. Ricky (Jesús Sánchez Vélez), de 13 años, de origen mexicano, hijo de una familia de indocumentados en el barrio de Queens, no es recogido por su hermana mayor a la salida de la escuela, por lo que toma solo el camino a casa y se extravía en el Metro, donde pasa perdido varios días.
A partir de esta sencilla premisa, el director evoca la situación de vulnerabilidad extrema de una familia de inmigrantes latinos sin papeles, a cuyas dificultades diarias se añade la difícil educación del joven autista sin acceso a instituciones especializadas. Ese primer obstáculo explica su marginación extrema en un medio hostil y los aprietos que enfrenta la madre, impotente para recibir una atención eficaz y oportuna de las autoridades locales.
Lo que parece interesar aún más al director es la confrontación sutil y misteriosa del joven discapacitado con una ciudad que le fascina e intimida, y la enorme variedad de comportamientos y rutinas que captura su mirada en ese microcosmos que es el Metro. Pocas veces se ha elaborado una ficción con vivencias tan intensas apoyada en el mejor registro observacional. Hay ecos aquí del trabajo documental de Frederick Wiseman y algo de la fuerza hipnótica del cine de la belga Chantal Akerman (News from home, 1977) y su mirada al Metro neoyorkino.
Ricky, testigo inmutable de vidas ajenas y distantes; una pesada atmósfera en la gran urbe en vísperas de la llegada del huracán Sandy, y la notable captura del silencio interior del protagonista extraviado. Una experiencia fílmica arriesgada y novedosa. Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional, a las 12 y 17:30 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1